Si los polinizadores desaparecen, supondría un nefasto efecto dominó. El 75% de la flora silvestre se poliniza gracias a ellos y casi el 40% de las frutas y verduras que comemos procede de la polinización. En concreto, estos pequeños insectos son cruciales para el ser humano y aportan alrededor del 10% del valor económico de la producción agrícola a nivel mundial, pero su contribución para la nutrición humana es potencialmente mucho mayor.
Cristian Ugaz, Director del Núcleo de Investigaciones Aplicadas en Ciencias Veterinarias y Agronómicas de Universidad de Las Américas, cuenta que en la última década los polinizadores se han visto afectados por diversos efectos ambientales que han mermado su vida y acción en la naturaleza. “Las principales actividades que vulneran su vida se han relacionado con los usos de los agroquímicos, las actividades y prácticas agrícolas intensivas, el crecimiento indiscriminado de las zonas urbanas, cambios en el uso de la tierra y el cambio climático que nos afecta”, explica.
El académico señala que uno de los principales polinizadores bajo el cuidado del humano son las abejas melíferas (Apis mellifera) y que además son las que más se ven afectadas por las razones anteriormente mencionadas. “De acuerdo con lo declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los agricultores y los responsables de las políticas de los países tienen un papel importante que desempeñar en la protección de nuestros polinizadores, de lo contrario las abejas corren el peligro de extinguirse”, enfatiza.
Las principales causas de la disminución de estos insectos se relacionan con el aumento del efecto de los patógenos que afectan a las abejas, producto de la debilidad a la que se enfrentan por causas ambientales y agrotóxicos. También se han estudiado los efectos directos en las abejas, como alteraciones en las tasas de desarrollo y malformaciones, alteración en la movilidad y orientación, interferencias en el comportamiento alimentario, entre otros. Estas mismas alteraciones se han identificado como efecto del cambio climático y el calentamiento global, no solo es en adultos, sino también las larvas y huevos.
Cristián Ugaz, advierte que desde diversas organizaciones están trabajando para revertir los efectos que sufren hoy las abejas y los polinizadores, que van en la dirección de restringir el uso de algunos agroquímicos en diversos países, en el especial de los compuestos como el acefato, el benomilo, la carbendacima y el metidatión, entre otros, que ya fueron prohibidos en la Unión Europea, pero no así en Chile: “Desde el Congreso en Chile ya se está elaborando una ley apícola que promueve la protección de las abejas y la apicultura, incluyendo la regulación del uso de estos y otros agroquímicos, la propuesta persigue el mismo objetivo que es proteger la salud y hábitat de las abejas y otros polinizadores, así como fomentar la industria apícola nacional y local”.
Ugaz, quien además es el Director del Magíster en Bienestar Animal y Etología Aplicada de UDLA, reflexiona señalando que nuestras acciones han llevado al cambio climático y al calentamiento global, y estos fenómenos han generado un gran problema en la población de las abejas, por lo que debemos hacer el mayor esfuerzo por cuidar el planeta y su medio ambiente. “Como investigadores buscamos mejorar el bienestar de las abejas, demostrar la sintiencia de esta especie y crear herramientas que vayan en favor de las poblaciones apícolas y los apicultores, quienes son responsable de un alto porcentaje de la producción de los alimentos que hoy consumimos”, concluyó el académico.