Casi terminaba la semana anterior y el mundo político se remeció con la renuncia de los diputados Pablo Vidal y Natalia Castillo al partido Revolución Democrática. Era un episodio más del desmembramiento del Frente Amplio, luego que el Partido Liberal abandonara la colectividad de organizaciones políticas. El pasado miércoles, en entrevista a un matutino, Giorgio Jackson, dejó claro que no están disponibles para la unidad de la oposición y que se sienten más cómodos pactando con el Partido Comunista.
El Frente Amplio surgió como una coalición de izquierda, con la participación de una nueva generación política surgida de las movilizaciones estudiantiles del año 2006. En su mayoría los líderes son ex miembros de organizaciones universitarias. El camino propio del bloque se manifestó, por ejemplo, en la negativa a firmar el acuerdo constitucional del 15 de noviembre de 2019, con la excepción del Diputado Gabriel Boric, quien lo suscribió a título personal.
Los dichos de Jackson son un acto de sinceramiento político que proyectan una coalición unida con el Partido Comunista, lo que decanta el nuevo orden surgido tras el estallido social del 18-O. Es la división de las fuerzas políticas en tres bloques definidos, uno oficialista con las fuerzas de derecha y centro derecha, otro de oposición con la ex- Concertación y un tercero con los grupos más extremos de la izquierda, entre los cuales se debe contar al Frente Amplio. Aún está por verse si el proceso de reordenamiento al interior de esta coalición tiene otras sorpresas que mostrar.
El retroceso en la pandemia
La vuelta a la Fase 2 en Santiago es la evidencia de que el coronavirus está muy lejos de terminar. El anuncio llega justo cuando los comerciantes se habían creado expectativas de cara a las fiestas de fin de año. El efecto ha sido inmediato, así por ejemplo en Pucón más del 40 por ciento de las reservas con motivo del eclipse, fueron canceladas. Todo lo anterior una vez más crea un signo de interrogación sobre las proyecciones de la economía del país.
En medio de lo anterior, el paseo sin mascarilla del Presidente de la República por la playa de Cachagua, abrió un nuevo flanco de errores no forzados, aun cuando esta vez la reacción fue distinta, en cuanto el Presidente pidió disculpas y se auto denunció de la infracción, lo que no logró aquietar las críticas de la oposición y de algunos miembros de la coalición de gobierno. Claramente la actitud de la Primera Magistratura, no es un buen ejemplo para la ciudadanía.
Dentro del general panorama negativo que muestra la pandemia, ante la amenaza de una segunda ola de contagios que debería producirse en enero, la buena noticia es que la vacunación masiva tendría lugar en el primer trimestre del próximo año. El retiro del 10% de los fondos previsionales, debería causar un alivio transitorio en la ciudadanía, pero persiste la incertidumbre en relación al futuro económico del país, lo que además impacta en la calidad de vida de los chilenos, frente a las tradicionales obligaciones del próximo marzo.
Rodear la asamblea constituyente
El Partido Comunista, ha liberado un extenso documento de 25 páginas con motivo del 26º Congreso de la colectividad. Constituye la hoja de ruta de las actividades políticas y el análisis de la contingencia desde la óptica de ese sector de izquierda. Han declarado “la necesidad rodear con la movilización de masas el desarrollo de la Convención Constitucional, impidiendo que las cocinas y el tecnicismo legal oscurezcan el sentido final de dicho organismo.”
De esta forma se materializa uno de los peores vaticinios de cara al proceso constituyente, toda vez que existe el riesgo de que el trabajo de la Convención sea tensionado por las movilizaciones sociales. Así, la declaración se convierte en una seria amenaza contra la deseable actitud de excluir todo tipo de violencia para asegurar un trabajo fecundo. Por cierto, es coherente con la actitud ya manifestada cuando el Partido Comunista se restó del Acuerdo por la Paz del 15 de noviembre de 2019.
Todo proceso constituyente requiere de la más amplia participación y consenso de parte de las fuerzas políticas y sociales. También es necesario poner las expectativas en su lugar, haciendo el ejercicio de proyectar a los ciudadanos el verdadero sentido y alcance de la Constitución, como un conjunto de normas políticas que no resolverán todos los problemas sociales por arte de magia. Por otra parte, se debe proteger el espíritu del acuerdo de noviembre de 2019, lo que exige el rechazo transversal a tales declaraciones.