En el noveno estudio con que Ipsos ha hecho un seguimiento de la opinión pública sobre el Covid19, chilenas y chilenos muestran que varias de las conductas que teníamos previo a la pandemia han cambiado en estos meses. La manera de transportarnos es una de ellas.
Frente a eso, el 33% ha cambiado su medio de transporte frecuente desde el inicio de la pandemia. La mayoría ha disminuido el uso de transporte público y ha intensificado el uso del auto. El uso del auto pasa de 40% a 49% con la pandemia, mientras que el uso del transporte público (micro/Transantiago) pasa de 32% a 18%.
Por otra parte, un 27% señala que ha considerado cambiar su medio de transporte frecuente en el corto plazo, especialmente entre usuarios del transporte público. La seguridad sanitaria es el motivo principal para considerar ese cambio, tal como lo declara un 66% de las personas.
Un medio que se potencia con la pandemia es la bicicleta. La mitad de quienes han considerado cambiar su medio de transporte se cambiarían al auto, mientras un 23% se cambiaría a la bicicleta que, a su vez, es considerada el medio más seguro para trasladarse, respecto al Covid 19.
Finalmente, muchos han debido modificar sus rutinas. El 43% indica que ha debido o planea ajustarla, eso especialmente en los horarios de traslado. Los usuarios del metro de Santiago han requerido más ajustes de rutinas (74%). Le siguen los usuarios frecuentes de taxi o transporte por aplicación (67%) y del Transporte público (56%).
Según Alejandra Ojeda, Gerente de Asuntos Públicos de Ipsos Chile, “el desafío para el transporte público es segurizar a sus usuarios, ofreciendo evidencia sobre los protocolos que han implementado o implementarán para proteger a las personas. Parte importante de retornar a la actividad implica volver realizar las rutinas en las condiciones en que se realizaban previamente, lo que incluye el desplazamiento en el transporte público”.
Con pocas ganas de volver
Otra pregunta del estudio buscaba saber la opinión de las personas respecto al retorno a la presencialidad. No hay mucho entusiasmo con la idea, pero sí consciencia de la necesidad de hacerlo. Los números muestran que solo el 24% tiene muchas ganas de retornar a la actividad, mientras un 49% dice que sus ganas son regulares, pero hay consenso de que es algo necesario.
Este diagnóstico las personas lo hacen pese a que el 85% cree que habrá un rebrote del virus. Claro que solo el 28% cree, al mismo tiempo, que será más grave que la primera ola. El 49% cree que será igual y el 23% opina que será menos grave. El pesimismo es más alto entre quienes ya trabajan fuera de su hogar.
Respecto a la percepción de gravedad, a lo largo de los nueve estudios, la ciudadanía percibe que es muy grave contraer la enfermedad. En esta medición, hecha entre 2 y el 6 de octubre muestra que esa percepción corresponde al 83% de las personas, cinco puntos más que en la medición de julio pasado.
“No disminuye la percepción de gravedad de la pandemia, pero las personas están asimilando que forma parte de la nueva normalidad que estamos afrontando como país. Y en ese contexto, la actividad laboral y la cotidianeidad deben adaptarse y retomarse en la medida de lo posible. No hemos minimizado o subestimado su gravedad, pero sí hemos estamos aprendiendo a vivir en contexto de cuidado”, concluye Alejandra Ojeda.