Introducción
La educación en Chile se basa en un modelo que tiene sus raíces en el siglo XVIII, cuando la formación de las personas estaba diseñada bajo un esquema rígido, enfocado en la transmisión de conocimientos y en la memorización, más que en el desarrollo de habilidades y competencias adaptadas a un mundo en constante cambio. Hoy, en el siglo XXI, enfrentamos una realidad muy distinta, donde la tecnología, la globalización y los cambios socioeconómicos exigen una transformación profunda en el sistema educativo chileno.
La Crisis del Modelo Tradicional
El modelo educativo chileno se encuentra desfasado respecto a las necesidades actuales del país y del mundo. Se siguen utilizando métodos de enseñanza que privilegian la repetición sobre el pensamiento crítico, la teoría sobre la práctica, y las pruebas estandarizadas sobre la creatividad y la resolución de problemas. Esto genera un sistema que no está preparando a los estudiantes para los desafíos de la era digital y la automatización laboral, donde habilidades como la adaptabilidad, la innovación y la capacidad de aprender de manera autónoma son esenciales.
Además, la brecha educativa entre distintos sectores socioeconómicos sigue siendo un problema grave. La calidad de la educación en Chile sigue estando altamente condicionada por la capacidad económica de las familias, lo que perpetúa desigualdades estructurales y limita la movilidad social. Las instituciones públicas suelen estar rezagadas en infraestructura, acceso a tecnología y formación docente, lo que deja a una gran parte de la población en desventaja competitiva.
Otro problema crítico es la rigidez del sistema educativo en cuanto a la duración de la instrucción y la estructura de los cursos. El largo tiempo de instrucción, acompañado de la dinámica de tratar la instrucción y conocimiento por medio de cursos anuales generan altos niveles de deserción universitaria. El sistema actual no ofrece la flexibilidad suficiente para que los estudiantes puedan avanzar según su propio ritmo, lo que termina por desmotivar a muchos jóvenes y los lleva a abandonar sus estudios.
La Necesidad de un Cambio Estructural
Para modernizar el sistema educativo chileno, es imprescindible replantear sus fundamentos y avanzar hacia un modelo más flexible, interdisciplinario y basado en competencias.
Algunas de las reformas clave que se deben implementar incluyen:
- Eliminación de los cursos anuales: Los niños y jóvenes deben avanzar según su grado de maduración, inquietud, capacidad y aptitud, permitiendo que los primeros ocho años de educación se reduzcan drásticamente a casi la mitad del tiempo actual.
- La educación media debe centrarse en la preparación de estas aptitudes ya descubiertas, asegurando la permanencia de los jóvenes en la elección de sus carreras sin la necesidad de prolongar innecesariamente la enseñanza secundaria.
- Currículum basado en competencias: Pasar de un modelo de enseñanza teórica a uno que desarrolle habilidades prácticas aplicables en el mundo laboral y en la vida cotidiana. Esto implica incorporar educación financiera, pensamiento crítico, habilidades digitales y resolución de problemas en el currículo escolar.
- Tecnología e innovación en el aula: Incluir herramientas digitales como la inteligencia artificial, la programación y el análisis de datos en la formación de los estudiantes desde edades tempranas. Esto les permitirá estar mejor preparados para los trabajos del futuro y desarrollar capacidades de autoaprendizaje.
- Educación personalizada y flexible: Los modelos educativos modernos deben reconocer que cada estudiante tiene talentos y ritmos de aprendizaje diferentes. Implementar estrategias de enseñanza personalizadas mediante el uso de plataformas digitales y metodologías innovadoras permitirá un aprendizaje más efectivo.
- Formación docente continua: Los profesores deben recibir formación constante en nuevas metodologías pedagógicas y en el uso de tecnología educativa. Sin un cuerpo docente capacitado y motivado, cualquier intento de reforma será insuficiente.
- Corrección de las mallas curriculares universitarias: Es necesario transformar las actuales mallas en programas específicos, ya que la educación integral debe asegurarse en los primeros años de preparación. Hoy, Chile gasta aproximadamente 30 años en formar a un médico, desde la infancia hasta la adultez, y alrededor de 18 años en formar a un profesional medio. Esto debe cambiar mediante un modelo más eficiente y orientado a resultados concretos.
- Reducción del tiempo de formación secundaria: La enseñanza media no puede prolongarse durante cuatro años. Su propósito debe ser consolidar las aptitudes descubiertas en la educación temprana y conectar a los estudiantes con su vocación profesional desde edades más tempranas.
- Vinculación con el sector productivo: La educación debe estar conectada con las necesidades del mercado laboral y de la sociedad en general. Es clave fortalecer la educación técnico-profesional, fomentar pasantías y colaboraciones con empresas para que los estudiantes tengan experiencias reales antes de egresar.
- Implementación de políticas integradas de evaluación: Se deben desarrollar políticas educativas que integren salud, bienestar, psicólogos, psiquiatras y sistemas evaluadores externos a quienes imparten la instrucción. Esto garantizará un desarrollo educativo más equilibrado y una mejor orientación temprana de los estudiantes hacia su vocación y potencial.
- Los estudiantes deben avanzar en su educación y preparación, según su capacidad, aptitud , madurez por grado de preparación y no esperar un año en ejecutar una promoción, se debe abandonar el ciclo de preparación anual por cursos, esto interrumpe el proceso de preparación y demora demasiado en poder avanzar hacia la verdadera aptitud académica, en consecuencia el estudiante debe avanzar por grado, estar asesorado por expertos que determinen su promoción, este concepto de promoción por grado acelera la instrucción, no siendo impedimento que un estudiantes avance en un años dos o mas grados según el resultado de su evaluación.
- Hay que tomar en cuenta el trabajo de los países desarrollados, como por ejemplo el caso de Japón, que es capaz de tener ingenieros especializados a temprana edad (18 a 20 años promedio).
El sistema educativo chileno requiere una transformación urgente para alinearse con los desafíos del siglo XXI. No podemos seguir educando bajo un modelo del siglo XVIII cuando las demandas laborales, tecnológicas y sociales han cambiado radicalmente. Implementar un enfoque basado en competencias, con apoyo en la tecnología y con docentes capacitados, es fundamental para formar ciudadanos preparados para enfrentar los retos del futuro.
Además, la flexibilización del sistema de enseñanza permitirá reducir la deserción universitaria y facilitará que más estudiantes completen su formación. El reconocimiento temprano de las aptitudes y capacidades individuales, junto con una enseñanza más eficiente, permitirá reducir significativamente los tiempos de formación sin sacrificar la calidad educativa. La educación no solo debe entregar conocimientos, sino también desarrollar capacidades para la vida y el trabajo en un mundo que evoluciona a gran velocidad. El cambio es necesario y no puede seguir esperando, cada día se transforma en una urgencia, si el lema es desarrollarse por medio del instrumento educativo.
Rodrigo E. Araya Attoni
Ingeniero
Analista político independiente