Chile inicia el periodo de máxima demanda hídrica en medio de una prolongada megasequía que afecta a más del 70% de la superficie nacional. Con un déficit de precipitaciones que, en zonas clave del país, supera el 40% de los registros históricos, la agricultura —sector que consume cerca del 70% del agua superficial— se enfrenta a la temporada más crítica.
En este escenario, la implementación de tecnologías de gestión hídrica eficiente ha dejado de ser una opción para convertirse en una necesidad imperativa para la sostenibilidad del negocio agrícola.
Frente a la ineficiencia de métodos tradicionales como el riego por surco, que puede alcanzar eficiencias del 50%, la adopción de sistemas de riego automatizado y de precisión se posiciona como el camino para enfrentar la crisis. Dripsa, empresa líder en soluciones de riego inteligente, ha demostrado que sus sistemas de goteo con control y sensores avanzados permiten aumentar la eficiencia a más del 90%, logrando ahorros reales de agua que se sitúan entre el 40% y el 60% por hectárea.
La automatización no solo significa conservación, sino también una mejora directa en la economía del agricultor. Al aplicar agua y nutrientes (fertirriego) en la dosis y momento exactos, se evita el estrés hídrico de las plantas durante los peak de calor de diciembre y enero, optimizando el proceso de crecimiento.
De hecho, los sistemas que impulsan compañías como Dripsa, han permitido a productores de frutales y viñas reportar incrementos en el rendimiento (kilos por hectárea) de entre el 15% y el 30%, y asegurar un mejor calibre y calidad de la fruta, esencial para la exportación.
“Hoy, la inversión en riego automatizado es la única póliza que tiene el agricultor chileno para garantizar su productividad en un contexto de cambio climático. No se trata solo de sobrevivir a la sequía, sino de prosperar. Nosotros hemos comprobado que, al optimizar el recurso hídrico con precisión milimétrica, no solo ahorramos un volumen de agua, sino que transformamos ese ahorro en ganancias tangibles: mejor calidad de fruta, mayor rendimiento y una significativa reducción en los costos en mano de obra y fertilización,” afirma Max Amenábar, gerente de proyectos de Dripsa.
Un verano tranquilo para el agricultor
Durante el verano, cuando las altas temperaturas, la mayor evapotranspiración y las olas de calor ponen a prueba la disponibilidad hídrica, el control remoto del riego se vuelve un factor clave para la continuidad productiva de los predios agrícolas. A través de plataformas digitales y sistemas conectados, los agricultores pueden supervisar y ajustar sus programas de riego en tiempo real, sin necesidad de estar físicamente en el campo, lo que resulta especialmente relevante en períodos de alta demanda operativa.
Este tipo de gestión permite encender, detener o modificar riegos de forma inmediata, responder ante variaciones climáticas imprevistas y evitar pérdidas de agua asociadas a errores humanos o fallas no detectadas a tiempo. Además, al integrar sensores de suelo y estaciones meteorológicas, el control remoto entrega información precisa sobre las condiciones del cultivo, facilitando decisiones oportunas y alineadas con las reales necesidades hídricas de cada sector del predio.
“En un contexto de veranos cada vez más extremos, esta tecnología no solo mejora la eficiencia del uso del agua, sino que también aporta seguridad, trazabilidad y capacidad de anticipación, permitiendo a los agricultores planificar mejor sus recursos, proteger el rendimiento de los cultivos y reducir riesgos productivos en la etapa más crítica de la temporada agrícola”, complementa Max Amenábar.







