Desde hace más de 10 años, Chile está inmerso en un escenario de escasez hídrica producto de la sequía y el cambio climático que hace urgente tomar medidas que vayan orientadas a concientizar sobre el cuidado y buen uso del agua en la vida diaria de las personas y a relevar la importancia que tiene para la agricultura y otras industrias del país.
Según un estudio del World Resources Institute -organización no gubernamental que realiza investigación respecto de la administración sustentable de los recursos naturales a nivel global- Chile está en el lugar 18 de 168 países con mayor riesgo hídrico en el mundo, lo que implica que la demanda de agua es superior a las reservas naturales existentes. En términos concretos, el total de las extracciones hídricas para uso doméstico, riego e industrial es casi un 20% superior respecto al total de fuentes renovables existentes.
Las Juntas de Vigilancia además de administrar y distribuir las aguas a las que tienen derecho sus miembros por ley, han llevado adelante un rol fundamental en los últimos 100 años para hacer frente a la contingencia y enfrentar esta situación a través de acciones concretas orientadas a mantener una óptima calidad de agua. Dentro de ellas está el revestimiento de los canales, mejoras en el reparto y la telemetría, y, por nombrar algunas.
A partir de esto, es que en el Día Internacional del Agua las Juntas de Vigilancia hacen un llamado urgente a avanzar en actualizar una regulación que considere la presencia de nuevos y actuales actores para una correcta distribución, entre ellos sanitarias, mineras, agricultores y Agua Potable Rural; en el desarrollo de obras que permitan la distribución eficiente del agua tales como riego tecnificado, canales, centrales de paso, embalses, entre otros; y a respetar los actuales derechos de los agricultores para regar y transformar el agua en alimentos tal cual ha sido hace más de 200 años. De las 101 cuencas de Chile, el 70% del agua está destinada a esta industria.
El agua es un bien escaso que se debe manejar y cuidar de forma apropiada disminuyendo lo máximo posible sus pérdidas. Por eso es fundamental debatir alternativas que apunten a tener certeza en el uso y calidad de las aguas, y en generar convenios y gestiones para un mayor cuidado de este recurso para recuperar embalses y no afectar su correcto uso para la generación de alimentos de las comunidades.