Jorge Arrate Mac Niven (Santiago, 1941) es un abogado, economista y escritor, político de larga trayectoria. Exmilitante del Partido Socialista, el cual presidió entre 1990 y 1991 fue ministro de Estado de los presidentes Salvador Allende, Patricio Aylwin y Eduardo Frei Ruiz -Tagle. Con motivo de la reciente publicación de Volveremos mañana (Ediciones LOM, 2021) conversó con www.elmauleinforma.
Jorge, Volveremos mañana es un libro esperanzador. El título es como el soplo de uno de los últimos discursos del presidente Allende cuando dijo: Mucho más temprano que tarde, se abrirán las anchas alamedas… ¿De donde proviene su esperanza?
-Es un título que evoca la inagotable esperanza de los exiliados. Todos los días pensábamos que volveríamos al día siguiente… Yo tardé catorce años.
Mirando en retrospectiva, ¿cuál fue el talón de Aquiles del gobierno de la Unidad Popular?
-Cuando se alinean en contra el intervencionismo estadounidense, las Fuerzas Armadas y la mitad de la población, el talón de Aquiles es muy grande.
Con el retorno de la democracia precisa que Chile, con el gobierno de Patricio Aylwin “vivió un desfiladero político, donde había que evitar un retroceso hacia una participación o intervención militar en el gobierno.
¿No se pudo hacer algo más para transformar radicalmente la sociedad chilena?
-Miradas las cosas en perspectiva creo que se pudo hacer más. Pero hay que ponerse en los zapatos de ese primer gobierno luego de diecisiete años de dictadura, con dictador vivo y comandante en Jefe del Ejército y Fuerzas Armadas que se replegaron ordenadamente. Fue en los gobiernos siguientes de la Concertación (Frei, Lagos, Bachelet) en los que me resulta más claro que se pudo y debió hacer más.
Larga vida pública
Hijo del exoficial de Marina, Juan Arrate Ducoing y Aileen Mac Niven, Jorge vivió sus primeros años en Santiago, en el Barrio Brasil. Luego residió en Viña del Mar, entre 1945 – 1953 y posteriormente en Puente Alto hasta 1965. Fueron claves sus años en el Instituto Nacional de Santiago. En 1958 ingresa a estudiar leyes en la Universidad de Chile, donde se titula en 1964. Entre 1967 y1969 fue becado en Estados Unidos para seguir un doctorado en economía en la Universidad de Harvard.
Jorge, ¿cómo nos fuimos convirtiendo en un Chile consumista e individualista al extremo?
-Hay un fenómeno universal que la globalización extiende y que en Chile se hizo extremo. Ocurrió porque el espíritu esencial que inspira al neoliberalismo es el afán de competencia, el individualismo, la vigencia de la razón del mercado como principio rector de la sociedad.
¿Ese proceso fue el que lo hizo abandonar las filas del Partido Socialista?
-El conformismo y acomodo que invadió a la Concertación y al PS fue decepcionante. Pero la gota que colmó el vaso fue la persistencia en una alianza que excluía a importantes sectores de la izquierda. Era responsabilidad de los socialistas corregir esa discriminación. Levanté esa bandera en el Congreso del PS de 2008 sin eco suficiente. Entonces decidí seguir en la pelea y dejé el PS
para ser candidato presidencial de los sectores de izquierda excluidos. Fue hace doce años.
¿A qué se refiere cuando precisa: hay que abrir un gran diálogo fundacional entre todos para impulsar los contenidos clásicos de la izquierda chilena?
-Creo que una gran tarea del momento es reconstruir un movimiento popular de impronta unitaria que consolide las fuerzas centrípetas en torno a principios y a un programa. Las izquierdas han sido víctima de las fuerzas centrífugas y eso debe terminar. Es preciso también reafirmar en la práctica la indisolubilidad de lo político, lo cultural y lo social. Ese proceso de recuperación requiere como elemento clave reconstruir una nueva fuerza socialista que rescate las grandes ideas del socialismo histórico y las ponga al día.
¿El frente amplio representa esos postulados en el Chile actual?
-No soy del Frente Amplio. Estoy afiliado a la Plataforma Socialista que es un integrante autónomo de Apruebo Dignidad. Tengo, sin embargo, mucha cercanía con grandes sectores del Frente Amplio que expresan una mirada de futuro enriquecedora y se identifican con las luchas históricas de la izquierda chilena y latinoamericana. Creo que una nueva fuerza socialista deberá surgir de la convergencia de esas fuentes.
La desigual sociedad chilena
Las grandes desigualdades de la sociedad chilena siguen siendo el problema fundamental. ¿Cómo encararlas?
-El Programa de Gabriel Boric es un programa para atacar las abismales desigualdades que carcomen a la sociedad chilena, a sus familias e individuos: un sistema nacional de salud, no más AFP y un sistema público de seguridad social, leyes laborales que otorguen más poder al trabajador, una mejor educación pública, mirada transversal descentralizadora (desigualdad regional), feminista (desigualdad de género), ecológica. Y, entre otras propuestas, una reforma tributaria que demande más de los que más tienen y de los que más ganan.
En efecto, las desigualdades han envenenado nuestra vida colectiva. Las sociedades más igualitarias —está comprobado— tienen menos criminalidad y más estabilidad. ¿Tiene confianza que la eventual nueva constitución pueda abrir una nueva ruta para Chile?
-Será una inmensa contribución para construir un país mejor. Sin duda.
En Chile las instituciones están en una severa crisis. ¿Constituye un problema para los cambios profundos que se requieren?
-Sí. La tarea del próximo gobierno es enorme. Hay desprestigio de la instituciones políticas, militares y policiales, de las empresas y su tendencia a la colusión y privilegios tributarios, de la Iglesia Católica, de las instituciones educacionales…
En fin. La herencia que deja el neoliberalismo es pavorosa. Y algunos siguen abrazando esos criterios. Kast, por ejemplo, que es un neoliberal de tomo y lomo, si no fuese abogado sería un Chicago boy. Defiende las AFP, quiere rebajar los impuestos y sueña con José Piñera como Ministro de Hacienda. Estamos en presencia de la misma estructura mental de Pinochet: espíritu represivo, mano dura, irrespeto de los derechos humanos, censura, supresión de la libertad combinados con el libertinaje económico que se traduce en desigualdades y abusos.
El ayer
Jorge, después de una fecunda carrera política, ¿en qué momento de la vida se encuentra?
-Sigo muy activo en política porque lucharé por mis ideas hasta que las velas no ardan. Tengo 80 años, he escrito dos volúmenes de memorias y estoy escribiendo el tercero y último. Tengo una vida personal y familiar que valoro y disfruto mucho, aunque me sigue doliendo la lejanía de mis dos hijos de sangre que quedaron en Holanda. Bueno, del destierro no se vuelve entero. Así es la vida.
¿Suele recordar a Salvador Allende?
-Mucho. Siento por él un gran afecto y admiración. Es un personaje insuperable.
¿Está vigente su pensamiento?
-Sus grandes principios sí. Pero la realidad concreta de hoy es muy diversa a la de hace medio siglo. Los allendistas tenemos la tarea de inspirarnos en sus principios para buscar el mejor camino a fin de impulsar las transformaciones profundas que Chile requiere hoy.
¿Qué huellas le dejó el exilio que no ha podido superar?
-En el plano personal la lejanía de mis hijos. En lo político me abrió muchos horizontes que desconocía, pero a pesar de mi deseo y de mis intentos por regresar a Chile, siento que la imposibilidad de vivir la realidad chilena bajo dictadura fue un factor que limitó mis capacidades políticas. Alcancé a vivir solo dos años con Pinochet sobre nosotros. Yo digo siempre que muchos exiliados vivíamos al mismo tiempo en dos países: en Chile con la cabeza y el espíritu, en el país de destierro con el cuerpo. Pero la cabeza y el espíritu, que son harto, no alcanzan para suplir la falta de vivencia.
¿Convendrá conmigo que usted tiene más de una vida?
-Estoy de acuerdo. Por azar no estuve en Chile para el golpe. Cumplía una misión de gobierno en el exterior y no pude regresar. Quedé varado al otro lado de la cordillera. Sentí impotencia y más tarde comprendí que había tenido suerte… Viví a todo vapor la UP, el exilio, mi retorno, el triunfo del NO y el tiempo de la transición interminable. Estoy agradecido a la vida de poder estar ahora en un nuevo momento crucial para Chile acompañando a las jóvenes generaciones en las que tengo depositada toda mi confianza.