Un complejo escenario para la producción arrocera nacional se advierte en la temporada 2021-2022, indicó la investigadora de INIA Quilamapu, Karla Cordero, quien basó su apreciación en los “múltiples factores que se han presentado y que podrían perjudicar el rendimiento del preciado cereal”.
La agrónoma encargada del Programa de Mejoramiento Genético de Arroz de INIA, destacó que el principal factor de incidencia es la escasez hídrica que “ha afectado en mayor medida a aquellos productores que no reciben aguas de embalse, como los productores arroceros de la Región de Ñuble, quienes no alcanzaron a tener el suministro necesario para completar el ciclo reproductivo de la planta, ni para abastecer completamente sus arrozales hasta el final del ciclo”.
En cuanto a los productores del Maule sur, Cordero señaló que también se verán afectados, ya que además de problemas en el establecimiento del cultivo (baja disponibilidad de máquinas sembradoras y lluvias primaverales) se suma el temprano corte de agua proveniente del embalse durante febrero, lo que hace peligrar sus cosechas por falta de humedad.
Desde el punto de vista climático la ingeniera agrónoma explicó que entre el 16 y 23 de enero se registraron temperaturas promedio bajo los 18 °C (considerada crítica para daño por frío en el cultivo), lo que coincidió con la etapa de floración del arroz, y el inminente riesgo de pérdidas de rendimiento. Agregó que la situación se tornará más compleja, toda vez que para marzo se pronostican altas temperaturas, lo cual podría perjudicar el correcto llenado de los granos y bajar la calidad industrial, con el consiguiente perjuicio para productores, industriales y consumidores.
En tal sentido, la especialista enfatizó que el sector arrocero nacional, que ya atraviesa por momentos complejos, podría mermar considerablemente la producción, no solo producto de factores climáticos adversos, sino también por los altos precios actuales en los insumos, el elevado precio de la tierra, la escasez de mano de obra y los bajos precios de mercado, todo lo cual hace insostenible la producción a futuro. “Esta temporada productores históricos se vieron obligados a arrendar sus tierras, ya que la incertidumbre en la producción es muy alta, lo que dificulta la decisión de producir sin estar sometido a grandes pérdidas. Esto se hace más crítico entre los pequeños productores”, recalcó Karla Cordero.
Arroz climáticamente inteligente
La investigadora detalló que a través del Programa de Mejoramiento Genético de Arroz, INIA está generando tecnologías tendientes a solucionar los requerimientos del sector. En tal sentido, destacó el trabajo enfocado en desarrollar variedades eficientes en el uso de agua, de manera que no requieran de la tradicional inundación y que al mismo tiempo sean capaces de soportar las bajas temperaturas nocturnas que caracteriza la producción de arroz en Chile.
“Tenemos un par de líneas avanzadas que funcionan bien y que estarían disponible en el mediano plazo para los productores. Además, contamos con material avanzado de ciclos más cortos, que ayudaría a reducir los tiempos de uso de agua, y que deberían estar pronto en el campo de los arroceros”.
La especialista resaltó también un proyecto de investigación que ha sido apoyado por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), Fontagro y FIC Maule, tendiente a desarrollar, en conjunto con productores y asesores técnicos, un sistema de producción climáticamente inteligente. Explicó que este sistema llamado SRI “reduce el uso de agua en más de un 50 %, ya que no requiere de inundación, además disminuye sustancialmente la cantidad de semillas y agroquímicos, con lo que damos paso al desarrollo de un arroz más resiliente ante los embates del cambio climático”.