“La Fundación Chile descentralizado… desarrollado”, ha presentado diversos estudios útiles, dignos por tanto, de conocer por quienes aspiran liderar los futuros Gobiernos Regionales y para sus respectivas ciudadanías.
Tanto para los actuales como sobre todo para los futuros gobiernos regionales y el desarrollo de sus respectivas comunidades y territorios, es indispensable disponer de una instancia permanente que, en interacción con los agentes del desarrollo regional y la ciudadanía, y en base a evidencia científica, pueda fundamentar y proponer orientaciones estratégicas de largo plazo, a ser compartidas como bien público tanto por las autoridades del Estado (regionales, servicios desconcentrados, municipalidades) como por el sector privado, las instituciones de educación superior y las organizaciones de la sociedad civil.
Solo así́ será posible focalizar los esfuerzos y definir prioridades temáticas del desarrollo local y regional que hagan mas eficiente la política pública territorial y ayuden a consolidar una gobernanza territorial del desarrollo. De otra forma, como lo muestra la experiencia internacional y también la de Chile, en ausencia de una visión estratégica regional compartida que inspire y focalice las políticas e instrumentos públicos regionales, las fuertes desigualdades económicas y sociales entre regiones y comunidades locales del país se pueden agudizar. En el caso de nuestro país, ese riesgo es aún mayor en un proceso de descentralización impulsado sin la previa instalación de capacidades locales y regionales, entre estas, la de generar conocimiento estratégico territorial.
En síntesis, la provisión de un bien publico tan determinante como lo es el conocimiento territorial (que aporta al desarrollo y la productividad de cada una de las regiones y por ende del país en su conjunto) otorga legitimidad a la creación y financiamiento compartido de los propuestos Sistemas Regionales de Gestión de Conocimiento Estratégico Territorial, en una combinación de fuentes publicas (municipal, regional y nacional), universitarias, privadas y de la cooperación internacional.
Esta virtuosa combinación es esencial no solo para la sustentabilidad económica, sino también para la pluralidad, autonomía política, calidad técnica y credibilidad de esta nueva y tan necesaria organización para el pensamiento compartido del futuro de nuestras regiones (von Baer, 2010).