El 11 de septiembre de 1973 es una tragedia colectiva que todavía nos envuelve. Freddy Araneda Osses (Santiago, 1966) la vivió y lo marcó profundamente. En su libro “En Reversa” (Ediciones Cuarto Propio, 2021) espanta esos fantasmas que todavía lo atormentan.
Freddy “En Reversa” es la historia de una generación, de Andrés, que también es la suya, que le correspondió vivir las consecuencias del Golpe de Estado de 1973. ¿Cómo es vivir en un país habitado por las muertes de un pasado?
-Si es la historia de una generación, la de Andrés que lamentablemente le toca vivir el drama del Golpe de Estado que tiene una dimensión no meramente formal, me refiero al cambio radical de la vida con sus relaciones sociales y emocionales cuyas consecuencias se manifiestan hasta el día de hoy en nuestra sociedad. Para entender esto es necesario dimensionar el cambio radical de la existencia humana que es vivir en democracia y a partir del minuto uno del Golpe de Estado, del primer bando que leen, pasar al terror, al drama, a la persecución. Vivir esto desde la mirada de la niñez y la juventud es espantoso. Y es por ello que como sociedad es difícil superarlo. Es muy complejo vivir una realidad de un mundo inexistente que se fue, que no existe, que se perdió. Los fantasmas desaparecen con verdades, con realidades; como la justicia, con terminar con la desesperanza y que nos digan de una vez por todas donde están los desaparecidos y respondan los responsables, no se trata tan solo de un eufemismo es un acto de humanidad.
¿Es posible dejar ese pasado atrás?
-El ser humano sin memoria no es nada, no aprende de sus errores, no crece. Al contrario, se jibariza. Lo importante como país, como sociedad es humanizarnos y entender que esto no es un problema de izquierda o derechas sino de existencia.
¿Cómo se avanza en una solución?
-Se soluciona con verdad, con justicia y humanidad, entendiendo que este es un drama que han vivido mujeres, hombres, jóvenes y niños, que se merecen respeto en el trato en toda la dimensión de la vida.
¿Cómo lo marcó a usted?
– Me marcó profundamente, desde lo cotidiano. Contaré dos o tres sucesos que marcaron la vida. El día 12 de septiembre allanaron la casa de mis padres, eran alrededor de las diez de la mañana con mis hermanos estábamos en el patio de la casa, cuando llegan autos con civiles armados y se bajan apuntando a las ventanas otros entran corriendo a la casa, en esta acción nos separamos un momento, aún recuerdo como un civil tenía una metralleta en el pecho de mi hermano. Yo avancé y con mi mano derecha le saqué el arma con la que apuntaban su pecho, teníamos cinco, siete y ocho años.
Después del golpe, en el año 74 mis padres no pudieron seguir pagando las colegiaturas del colegio así es que nos tuvieron que cambiar a un colegio público. El primer día de clases el profesor jefe me intentó cortar el pelo con una gillette, era todo paramilitar, nos trataban como basura humana. En una ocasión, me referí en clase a un amigo como compañero y el mismo profesor me dijo que lo nombrara como colega, que la palabra compañero era de otra época y estaba prohibida.
El taller con el dramaturgo Juan Radrigán fue un aprendizaje para sacar afuera los fantasmas.
¿Cómo fue ese trabajo?
-El taller con el gran dramaturgo Juan Rodrigan, fue una experiencia sin igual en lo humano y literario, él tenía una energía inmensa con una disciplina de trabajo envidiable. En el tiempo se verán los resultados de los muchos dramaturgos que guió, era una persona que no tenía egoísmo ni mezquindad, siempre solidario para enseñar y entregar lo mejor de sí, era una persona muy preocupado por sus alumnos y las necesidades de cada uno de ellos, la cultura y el teatro eran todo para él. El veía la vida y la creación desde el corazón de los seres humanos. Fue una época muy rica en aprendizaje que indudablemente determinaron mis ímpetus de escritor.
¿Cómo se incorporan estos jóvenes al mundo de hoy, a la globalización?
-La juventud asume de manera normal el cambio tecnológico con todas sus consecuencias que son muchas, ya que el cambio tecnológico es un paradigma que cambia las condiciones de vida, que van desde la producción a nuevos actores sociales. En esto la globalización a través de todos sus medios modifica y cambia conductas generando nuevas realidades; como la estandarización de comportamientos que tienden a zombificar al ciudadano. En nuestro país no se habla mucho de las consecuencias de la aplicación de este sistema.
¿De qué manera los ha afectado el consumismo?
-El consumismo tiende a darle importancia a lo externo como un fetiche, ejemplo la competencia por el mejor auto, ropa de marca etc., desnaturalizando los valores y principios de mujeres y hombres, generando un desvalor, el concepto que todo es desechable.
¿Está el neoliberalismo en una etapa terminal?
-Buena pregunta, lo que sí creo que está en una crisis profunda es la forma mercantil de ver la vida Esta óptica tiene una tremenda contradicción, porque menosprecia la vida humana y está destruyendo el planeta Ecosistema, está terminando con la vida tal como la concebimos hoy día. Es por ello que hay que cambiarla, es preocupante además la destrucción y precarización de los Estados nacionales a través de estos grandes consorcios que definen sus políticas llevándolas a cabo en el del mundo y la corrupción que provoca.
¿Qué salida visualiza?
-Yo pienso que se abre la posibilidad de una nueva era, que permite colocar en el centro de la existencia al ser humano, desde ahí determinar los diferentes ámbitos de la vida.
¿Qué próximos proyectos tiene en cine y literatura?
-Hoy está en edición mi nueva novela Cambios de hábitos, pretendo que salga a la venta al público en el mes noviembre o diciembre, además estoy escribiendo una novela para que se publique en el año 2022.
En lo que se refiere al cine, se está rodando la película “La deuda” dirigida por Juan Carlos Megge. Mi sueño es que en el año 2022 se lleve al cine mi libro En reversa. Trabajaré paraello.
En este mundo tan caótico. ¿Cuál es el rol de la cultura?
– La cultura debe tener un rol integrador dentro de la sociedad y también mostrar la disociación existente entre el Estado y el ciudadano, está contradicción es la que hoy vivimos como sociedad. La cultura no puede ser obsecuente con el poder o la política económica cultural que nos gobierna, sino que muy por el contrario es un remanente ético de la sociedad que nos muestra la vida sin tapujos en sus diferentes formas como son la plástica, el teatro, danza, literatura etc.
¿Cómo la ha manejado el Estado chileno?
-La cultura sin duda es un compromiso de vida que posee una reserva ética que está comprometida con los ciudadanos, la sociedad y no así con el poder ni los gobiernos de turnos. La cultura tiene un componente espiritual que el libre mercado no lo entiende, es por esta razón que se tiene que terminar de una vez con el impuesto a la cultura. Pienso que es importante que el Estado chileno de una vez asuma un compromiso cierto con la cultura y sus artistas y entregue los elementos mínimos para que los artistas puedan hacer su trabajo.
El mundo anterior a 1973 ya no volverá…
“Es cierto, el mundo de Andrés ya no existe, lo que le queda a esa generación es la posibilidad de soñar y exigir un mejor país, que tienda siempre al bien común y a respetarse todos como ciudadanos, a construir un nuevo país integrado sin tanta disociación entre los ciudadanos, aprender a pensar y a respetar la diferencia. La responsabilidad que tiene esta generación es ayudar a construir una nueva era en nuestro país, que nos haga una sociedad más humana y no tan mercantil.
Mario Rodríguez Órdenes