Las agresiones escolares registradas en los últimos días en distintos establecimientos educacionales del país, y que se han viralizado en redes sociales por su violencia, podrían estar relacionadas con la ansiedad que genera el regreso presencial a clases y la incapacidad de los estudiantes de resolver conflictos por otra vía, explicó Carolina Iturra, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de Talca.
De acuerdo a la académica, el retorno físico a los establecimientos generaría en los estudiantes chilenos una sensación de inseguridad. “Podríamos decir que las agresiones están motivadas por la incapacidad de resolver conflictos en estas nuevas interacciones sociales o presencialidad con otros”, afirmó.
Iturra, quien es doctora en psicología educacional, precisó que las agresiones “siempre son respuestas a distintas situaciones, una reacción de los estudiantes. Puede ser a un contexto, a otra agresión, así como un sistema de defensa”, señaló.
En esta nueva realidad, las redes sociales juegan un rol protagónico, influyendo como mecanismos que permiten al estudiante ser, de alguna manera, “observador de conductas violentas, pero también, a través del ciberacoso, ser parte o víctima de este fenómeno”, manifestó.
La académica de la Universidad de Talca sostuvo que “si las agresiones son sistemáticas, pueden alterar el desarrollo de una persona”, advirtió.
Por su parte, Felipe Figueroa, psicólogo del programa PACE-UTalca, agregó que, “es un fenómeno que lamentablemente está apareciendo en muchos establecimientos y lo malo es que los jóvenes lo están normalizando”.
El profesional añadió que, “lo primero es entender que los conflictos son una oportunidad de cambio y de mejor entendimiento, pero cuando éste traspasa las barreras de lo permitido, se convierte en un problema de violencia. Hoy estamos viviendo una situación compleja, que tiene que resolverse lo antes posible, evitando una escalada de agresión de mayor gravedad”.
Según el psicólogo PACE-UTalca, el fenómeno de violencia escolar tiene una base multifactorial. “La vuelta a la prespecialidad después de dos años detrás de una pantalla, junto con la exposición desmedida a las redes sociales, sin medir consecuencias de aquello, normaliza la descalificación y el prejuicio”, argumentó.
“Esto es un síntoma de un problema de adaptación social a la nueva realidad, en donde se conjugan diferentes situaciones y problemáticas familiares, cargando de frustración y estrés”, puntualizó. Y agregó que, influye además en esto, la etapa del desarrollo en la se encuentran los estudiantes, su búsqueda de identidad, y la experimentación de prácticas comunicativas que muchas veces no son positivas.