El escenario es complejo. La crisis climática, el estrés hídrico y los incendios forestales mantienen amenazada de desaparecer a la especie arbórea ruil, endémica del Maule, reduciendo su población en las últimas décadas. De hecho, entre 1981 y 2003 registró una disminución del orden de un 60%. Actualmente, según datos de la CONAF, se estima una superficie aproximada de 300 hectáreas de esta especie, de las cuales 89 están en la Reserva Nacional Los Ruiles, en la comuna de Chanco, provincia de Cauquenes.
El reglamento para la Clasificación de Especies Silvestres según Estado de Conservación (RCE), en el año 2007 se clasificó al Ruil como una especie En Peligro (EN).
De ahí entonces la importancia de los esfuerzos que puedan realizar para ir en ayuda del ruil (Nothofagus alessandrii), un árbol perteneciente al género Nothofagus que reside exclusivamente en Chile, y todavía se le puede encontrar entre los bosques australes y templados de la región del Maule.
“Necesitamos mantener en el tiempo un trabajo colaborativo y activamente participativo, entre actores públicos, privados, la academia y la propia comunidad, para ir en protección y conservación de la especie ruil, propia de la costa de nuestra región del Maule, emblema del bosque maulino y poner a salvo también sus ecosistemas”, señaló la Secretaria Regional Ministerial del Medio Ambiente, Daniela de La Jara.
Precisamente, esta cartera está llevando adelante el Plan de Recuperación, Conservación y Gestión (RECOGE) del ruil y que cuenta con la colaboración de la Fundación El Árbol.
“Estamos trabajando con una propuesta que se hace cargo del problema y que busca prevenir la ocurrencia de incendios forestales, especialmente en áreas con población ruil, incorporando los ámbitos de la educación ambiental, sensibilización escolar, intervención comunitaria y comunicación territorial”, dijo Carolina Bravo, de la Fundación El Árbol.
En este sentido, se propone vincular contenidos curriculares y experiencias en torno al ruil, desarrollar visitas pedagógicas a relictos de ruil y reservas, generar espacios para plantaciones simbólicas con enfoque educativo, producir material didáctico y componer simulacros escolares de prevención, crear campañas de desmalezado y limpieza de microbasurales, aplicar talleres de sensibilización con juntas de vecinos y organizaciones socioambientales, crear y fortalecer redes e instalar señalética preventiva en caminos rurales y zonas críticas, y hacer campañas de difusión tanto en medios tradicionales como radios, como también en redes sociales, considerando el ruil como símbolo cultural del Maule.
AMENAZAS
El ruil es un árbol que necesita de condiciones específicas para su crecimiento, topografía con quebradas y pendientes de exposición sur, con temperaturas moderadas, luz solar indirecta o sombra, una mayor humedad, un suelo orgánico y de buen drenaje.
El cambio climático ha modificado estas condiciones, desfavoreciendo su crecimiento y posibilitando el de especies invasoras, y con ello el desplazamiento paulatino de las nativas.
También una menor precipitación deriva a un déficit hídrico el que trae a una disminución de la capacidad de recarga en la napa freática (zonas superficiales de acumulación de agua) y una menor retención de agua en el suelo. Asimismo, los períodos prolongados de altas temperaturas del aire provocan pérdida de agua en los brotes, así como una baja retención de flores y frutos, lo cual baja la tasa reproductiva de la especie ruil.
Pero eso no es todo. Desde 2010, Chile se ve afectado por una “mega sequía” en las regiones más pobladas del país y aumentando la tasa de aridificación en las zonas centro y sur.
Es así como, el estrés hídrico provoca una disminución en el crecimiento del ruil, fotosíntesis y en su capacidad de regeneración, debiendo “competir” con flora y vegetal exótica invasora, la que termina por colonizar los fragmentos de bosque nativo con ruil y modifica la composición del bosque. El eucalipto, el pino, la acacia y el aromo son algunas de las principales amenazas.
Además, las altas temperaturas derivadas por el cambio climático resecan la vegetación favoreciendo la creación de incendios forestales. Durante la última década ha ocurrido una veintena de mega incendios forestales, coincidiendo con la mega sequía y con las temperaturas más altas en registros para la zona central del país. Las poblaciones de ruil se encuentran rodeadas de una matriz forestal, cuya densidad y cobertura son material de combustión con rápida propagación del fuego tanto a nivel de copa como bajo el dosel.
Durante enero del 2017, 180 hectáreas de ruil se vieron afectadas por el fuego.







