A partir del video viral de Pía, una estudiante de un colegio de la ciudad de Talca, se prendieron las alertas en el inicio de clases 2024 para volver a poner atención a los problemas que se generan dentro de los establecimientos educacionales que en ocasiones derivan en bullying y violencia escolar.
El Doctor en Psicología y académico de la Universidad de La Serena, Pablo Castro, explica que esta problemática entre los niños y adolescentes “se debe a diversas cuestiones como la violencia como búsqueda de identidad social, y el escaso aprendizaje de habilidades socioemocionales, entre otros factores. Los profesionales de las escuelas pueden aprender a prevenir y abordar estas alertas formándose y recibiendo asesoría especializada desde un modelo de escuela integral”.
Justamente es el objetivo del programa “A convivir se aprende”, iniciativa dirigida a enfrentar y prevenir la violencia escolar, se busca entregar herramientas a profesionales de la educación, para detectar a tiempo el bullying. En este plan, impulsado por el Ministerio de Educación, participan siete comunas de la Región de Coquimbo que fueron intervenidas con la colaboración de académicos de la Universidad de La Serena.
“El identificar que existe bullying en un establecimiento educacional es hacerse cargo de un problema que existe y que debe abordarse. Es un problema que afecta el bienestar emocional y social, donde la violencia escolar responde a la influencia de una compleja red de factores de orden social, familiar, cultural y escolar y, por lo mismo, se requiere educar en habilidades socioemocionales desde que los alumnos son pequeños”, afirmó el académico de la ULS.
El psicólogo advirtió que “si no se hace esta educación como parte fundamental de las herramientas que se entregan a los estudiantes, los posibles efectos del bullying en un niño o niña podrían llevarlo a la depresión, ansiedad, ideación suicida, bajo rendimiento escolar. De ahí la importancia que debemos otorgarle a este”.
Las líneas de acción del proyecto en el que colabora la ULS fueron la constitución y fortalecimiento de redes comunales de convivencia escolar, donde hubo instancias de diálogo y capacitación que agruparon a los equipos de los diferentes establecimientos ubicados en una determinada zona geográfica; también se realizó el acompañamiento focalizado por parte de las universidades en aquellas comunidades educativas que requerían mayor apoyo y, finalmente, se realizaron talleres dirigidos a docentes, equipos de convivencia, equipos de gestión, profesionales de apoyo psicosocial o asistentes de la educación con relación a temáticas como por ejemplo, abordaje de la violencia escolar, resolución pacífica de conflictos, intervención en crisis, participación y vida democrática y salud mental escolar.