“Estuario al fin del mundo” es el nombre de la obra de teatro familiar de la compañía La Obra, que durante los días 7, 8, 9 y 10 de octubre recorrerá las escuelas Rural F-492 Las Hornillas de Linares, Básica Carreras Cortas de Chanco, la escuela Superior Nueva Bilbao de Constitución y el Colegio Arte y Cultura de Curicó.
La itinerancia, que además visita las regiones de Ñuble y Biobío, busca acercar la experiencia del exilio y la migración a las comunidades escolares a través de una puesta en escena dinámica, música en vivo y actividades de mediación post función.
El proyecto es financiado por el Fondo nacional de fomento y desarrollo de las artes escénicas, convocatoria 2025 del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
Se trata de una obra que invita a viajar por la experiencia de niñas y niños en condición de exilio y migración, utilizando testimonios reales recogidos de personas que vivieron el desarraigo en su infancia.
Con un lenguaje dinámico y música en vivo, la puesta en escena busca ser un aporte a la convivencia escolar, abriendo un espacio de encuentro en las comunidades educativas, que promueva la empatía y el respeto a la diversidad.
Además de las funciones, cada presentación incluirá una actividad de mediación con el fin de extender la reflexión y fomentar la formación de nuevas audiencias.
Un puente entre memoria y actualidad
La directora y dramaturga de la obra, Gisel Sparza, señala que el montaje permite tender un puente entre los exilios del pasado y los desplazamientos actuales, declarando que la obra “es una llave porque invita a reflejarnos de manera directa, descubriendo las historias de ayer nos abrimos a acoger historias de hoy, contingentes y sensibles. Nos permite que nuestra empatía florezca con mayor facilidad”.
En esa misma línea, Javiera Hinrichs, coordinadora general del proyecto e intérprete, destaca la potencia de llevar este diálogo a las escuelas, señalando que “me encanta este encuentro que tendremos en torno al teatro, abriendo un espacio sensible, dinámico, y entretenido también, para conectar con historias de niñas y niños que han migrado. Me parece super nutritivo hacerlo desde el teatro, no es lo mismo que una clase de historia”.
En cuanto al intercambio post función con los y las estudiantes, Hinrichs añade que “ese encuentro que se genera al finalizar la función, donde los niños y niñas expresan sobre qué les llamó la atención y qué les gustó, resulta también muy enriquecedor. En muchos casos, será la primera vez que vean una obra de teatro de este tipo, así que me parece que es una instancia muy especial”.
Dar vida a las memorias
Francisca Díaz, intérprete, destaca la oportunidad de participar en una obra que se construye a través de testimonios reales. “Me llena de orgullo, poder usar mis capacidades interpretativas para representar a otros que existen realmente y que tuvieron experiencias dolorosas y tratar de hacer este acto de transformación de ese dolor, a algo un poco más bonito y más de aceptación” añadiendo que, al ser interpretada en un contexto escolar “permite que estas cosas no se olviden y que la empatía de los niños y niñas que no han tenido experiencias de exilio y migración, pueda desarrollarse más en este aspecto. Porque yo siento que el teatro aporta mucho al desarrollo de la empatía y con esta obra se desarrolla esa empatía, de estar en un territorio que no es el tuyo o de no saber cuál es realmente tu territorio y empezar a tratar de reinventarte y sentirte con los pies en la tierra en los territorios que tienes que ir habitando”.
En cuanto al impacto que esperan generar en las comunidades escolares, el elenco coincide en que lo central es ofrecer una experiencia artística significativa. Para Francisca Díaz, lo principal es “que los niños y niñas se lleven, por sobre todo, una experiencia de diversión, que es lo más bonito que tiene el teatro, el ser una experiencia que divierte de una forma tan real y tan natural, tan artesanal, porque hay música en vivo, estamos hablando en vivo, no hay ninguna pantalla entre medio. Entonces, por sobre todo que, en primer lugar, el teatro sea una experiencia de goce artístico y, después, todo lo otro que viene, que es la reflexión, el desarrollo de la empatía, también que los niños y niñas se conviertan en narradoras y narradores orales, que después lleguen a la casa a contar lo que vieron y que se genere toda una experiencia post teatral, que prolonga la experiencia artística”.
En la misma línea, Alfonso Lara, intérprete, añade que a él le gustaría que “aprendieran a reconocer la importancia de la gente y el lugar que habitan, entender también la importancia de los recuerdos, eso en forma general, pero también me gustaría que se quedaran con sonidos de la obra, movimientos, humor y finalmente lograran comprender el complejo tema de lo que significa migrar siendo niños y niñas”.
Teatro en espacios escolares
Al ser una itinerancia de carácter interregional, la producción se realiza en conjunto a equipos en terreno de cada región: Productora Cambalache en Maule, Corporación Arte y Vida en Ñuble y Gisel Sparza en Biobío. Esta articulación resulta clave, especialmente porque una de las particularidades de esta itinerancia es que las funciones se realizan en espacios no convencionales dentro de las escuelas, como comedores, patios y bibliotecas. Para el equipo de producción, esto supone un desafío y una oportunidad.
Desde la región del Maule, la productora en terreno, Leticia Zapata, de Productora Cambalache, comenta que “este es un territorio profundamente rural, con altos índices de aislamiento, por lo que la participación cultural es baja porque no es accesible, por lo menos para las comunas de la costa. Difícilmente un estudiante de Constitución va a tomar un bus que en 2 horas lo va a dejar en Talca para ver una obra de teatro, por muy gratis que esta sea, porque las distancias son muy largas, porque los costos asociados son altos”. Con lo cual, destaca que “proyectos como éste, son acciones concretas para democratizar el acceso a las actividades culturales”.
Para Leticia, además, participar en la circulación de una obra como Estuario al fin del mundo “me parece muy pertinente con la realidad de las escuelas de la región, es una experiencia que resuena en múltiples niveles con la realidad que vivo día a día, ya que al mismo tiempo soy profesora de Artes Visuales en una de las escuelas que participará de esta gira”. A ello agrega que este montaje “permite validar la diversidad cultural presente en las escuelas actualmente, que están aprendiendo a convivir en el territorio. El arte, y el teatro en particular, son lenguajes que favorecen el diálogo, la integración y el respeto, más allá de nuestras diferencias”. En esa misma línea, destaca que el teatro “posibilita abordar temas sensibles para nuestra sociedad, como la memoria y los derechos humanos, transformando la revisión de la historia en una experiencia emocional, donde niños y niñas pueden comprender la importancia de la justicia y la tolerancia, convirtiéndose así en una herramienta pedagógica”.
El circuito de exhibición comienza en la región del Maule, con las primeras funciones los días 7 de octubre en la comuna de Linares, 8 de octubre en Chanco, 9 de octubre en Constitución y el día 10 en Curicó. Luego se traslada a Ñuble los días 13, 14 y 15 de octubre con funciones en Chillán, San Carlos y Coelemu, respectivamente y finaliza, en la región del Biobío, con funciones en Nacimiento, Coronel y Arauco los días 22, 23 y 24 del mismo mes.
Para saber más sobre este y otros proyectos escénicos, puedes visitar las plataformas digitales de la compañía, @teatrolaobra en instagram y www.teatrolaobra.com y de las productoras en terreno: @corparteyvida en Ñuble y @cambalacheproductora de Maule.