Un emotivo homenaje rindió Rotary Club Talca a Armando Fuenzalida Salgado quien cumplió 50 años como socio de la institución.
En la oportunidad, se entregó un galvano recordatorio al destacado integrante de RCT y a su esposa María Cecilia Novoa.
Fuenzalida Salgado se mostró emocionado por el reconocimiento y expresó sentidas palabras recordando su trayectoria y su compromiso con los principios de Rotary International.
El presidente de Rotary Club Talca, Miguel Contreras, dirigió un discurso en que señaló lo siguiente:
Canto al hombre que permanece, como el roble que no se doblega ante el invierno, como la tierra que se abre cada año para recibir la semilla.
Canto al agricultor que mira el horizonte y encuentra en cada amanecer un comienzo, y en cada ocaso, la calma del trabajo cumplido.
Cincuenta años ha caminado entre nosotros, como surco que nunca se cierra, como raíz que no deja de alimentar la vida que toca.
Su nombre es historia, su paso, enseñanza, su ejemplo, semilla que germina en los que vienen después.
Queridos compañeros, llegar a 50 años en una institución no es obra del azar. Requiere constancia, dedicación y un compromiso que atraviesa estaciones y décadas. Es tiempo regalado, es convicción sostenida y es amor por un ideal que se lleva en la sangre y en el corazón.
Mientras en el año 1975 en Chile se instauraba el impuesto al IVA y se inauguraba la línea 1 del metro de Santiago, acá en Talca se daba por finalizada la construcción del Edificio Lircay y el puente sobre el Rio Maule, el mundo avanzaba con cambios sociales, tecnológicos y culturales.
Sin embargo, alguien que aquí nos acompaña había decidido ese año 1975, aceptar la propuesta de Jorge López Campos, su padrino y el 23 de marzo daba inicio a una carrera que hoy cumple 50 años de servicio rotario. Querido Armando, hoy celebramos no solo tus 50 años ininterrumpidos en Rotary Club Talca, sino también la vida fértil que has cultivado.
Has sido agricultor de la tierra y también agricultor de valores. Así como el campo enseña a esperar la lluvia, a leer los ciclos y a confiar en la semilla, tu vida nos ha enseñado a ser pacientes, constantes y generosos.
Tu amor por la agricultura sigue intacto a tus más de 80 años, y ese mismo amor lo has vertido en nuestro club: sembrando compañerismo, regando amistad, y cosechando servicio. A tu lado, María Cecilia, tu compañera de vida, y tus hijos son el fruto de ese mismo compromiso y esa misma raíz firme que te sostiene.
Durante estas cinco décadas has acompañado proyectos, has guiado con tu experiencia, has ofrecido consejo y tiempo con generosidad. Nos has recordado que ser rotario no es asistir a reuniones ni ocupar cargos: es encarnar los valores de Rotary en cada día, en cada acción, en cada mano extendida.
Hoy te honramos por tu constancia, por tu entrega silenciosa pero inmensa, y por mostrarnos que medio siglo de servicio es más que un número: es un legado vivo.
Y por eso, Armando, no solo honramos tu nombre: honramos tu tiempo, tu constancia y tu fe inquebrantable en este club. En un mundo que cambia con rapidez, permanecer 50 años sirviendo a la misma causa es un acto casi heroico. No existen cifras exactas de cuántos rotarios en el mundo han alcanzado esta marca, pero sabemos que son pocos, y que quienes lo logran se convierten en raíces profundas de nuestra historia.
Hoy queremos entregarte este galvano. No es solo una pieza de madera y textos: es un símbolo de gratitud, un reflejo de tu legado, y una promesa de que tu ejemplo seguirá iluminando nuestro camino.
Pero esta historia no se escribe solo. A su lado ha estado María Cecilia, quien ha acompañado estos 50 años con paciencia, cariño y seguramente, más de una sonrisa cómplice cuando la agenda rotaria ocupaba tiempo familiar.
Hoy también a ella le extendemos nuestro reconocimiento, porque sabemos que cada año de servicio rotario se apoya en la comprensión y el respaldo de quienes caminan a nuestro lado.
Gracias, Armando, por sembrar tanto, por quedarte, y por enseñarnos que la verdadera grandeza no se mide en años vividos, sino en años compartidos al servicio de los demás.
¡Felicidades, querido amigo, por estos 50 años de raíces firmes y frutos abundantes!