Una incógnita ha sido en estos ultimo 40 años, esa verdadera planificación que fue orientada a desmantelar Ferrocarriles del Estado. Durante la Dictadura, se suspendieron progresivamente sus operaciones, se desmantelaron sus maestranzas, con lo cual desapareció su mantención, tanto en trochas como en maquinaria.
Luego, con un afán (quedo claro), absolutamente populista, gobiernos de la llamada concertación, reflotaron la idea inaugurando un ramal al sur, específicamente hasta Puerto Montt, que tuvo como resultado, un escándalo de corrupción de alto nivel, que, hasta el día de hoy, no tiene resultados y menos condenas.
Todos sabemos, que ha sido privilegiado el transporte de carga vía carreteras, donde el gremio de los camioneros se ha visto favorecido (quizás quien sabe, como una moneda de cambio hacia los favores concedidos por ellos en el cambio del régimen, materia de otro análisis), los que ha generado un monopolio de este tipo de servicios, que en estos años les han producido enormes dividendos, en desmedro de la contaminación que producen y el alto tráfico y congestión que generan.
Pero la desaparición del Tren ha producido un fenómeno social y urbano que ya en la capital del país es crítico, aumento la densidad de la población, obligada por el centralismo económico de Chile, donde todo se mueve y se soluciona en Santiago.
Si se hiciera un estudio que permitiera instalar servicios de trenes de alta velocidad en Chile, podríamos lograr que mucha gente que hoy trabaja en la capital y cuyo transporte a sus hogares por calles atochadas demoran incluso más de 2 horas, pudieran migrar a otras provincias, utilizando un esquema que en muchas ciudades del mundo está instalado. Este es utilizar el tren, como acercamiento a los centros productivos y devolver a los trabajadores a los suburbios donde tiene sus hogares.
De esta forma, el tren se transforma en la columna vertebral del transporte, baja los niveles de polución de las ciudades, termina con los altos tráficos comunales y baja la densidad poblacional ya saturada, mejorando la calidad de vida de las personas.
En materia de carga, pasaría exactamente lo mismo, un tren carguero, es capaz de transportar hasta 150 conteiner, lo que significa el mismo número de camiones en carretera, atochando y contaminando.
En mi visita a Australia, hace algunos meses, pude comprobar una situación, que no me dejo de llamar la atención. Melbourne y Sídney, la primera con una población de 5,2 millones de habitantes y la segunda con un numero similar de 5,3 millones, concentran la gran masa de producción y servicios, pero no existen atochamientos de autos en las calles, la gente se moviliza a pie, bicicletas, transporte urbano y trenes (metro) de superficie.
La razón, la gran mayoría de las personas que trabajan en esas ciudades, viven en suburbios distantes a 80 kilómetros o más de la ciudad y se transportan en las mañanas y en las tardes, por medio de una red de ferrocarriles, que los lleva a sus destinos en menos de 45 minutos.
Todas las estaciones cuentan con estacionamientos, donde la gente deja sus vehículos, que
utilizan para movilizarse desde y hacia sus hogares.
Imaginemos, que en Chile se haga lo mismo solo con algunos ejemplos:
Velocidad Tren lento
Santiago – Valparaíso. 250 kph 14 minutos.
Santiago – Talca 1 hora 2 minutos.
Santiago – Chillan 1 hora 31 minutos.
Velocidad Tren rápido
Santiago – Valparaíso. 350 kph 19 minutos.
Santiago – Talca 44 minutos
Santiago – Chillan 1 hora.
Velocidad Tren bala (chino)
Santiago – Valparaíso. 450 kph 15 minutos.
Santiago – Talca 34 minutos.
Santiago – Chillan 50 minutos.
Velocidad Tren levitan (chino)
Santiago – Valparaíso. 530 kph 13 minutos.
Santiago – Talca 29 minutos.
Santiago – Chillan 43 minutos.
No cabe la menor duda, que, con estas opciones, muchas personas migrarían, descongestionando la capital (aquí no se incluyen los servicios intermedios por supuesto). Si este mismo esquema lo llevamos a transporte de carga, los resultados son aún más auspiciosos.
Entonces es bueno preguntarse, que espera Chile para configurar un nuevo esquema urbano, después de los enormes capitales invertidos en las carreteras concesionadas, seria ya muy conveniente, comenzar a pensar en esta solución.
Existe actualmente un estudio para la puesta en funcionamiento de un Tren Santiago Valparaíso, con una sola detención en Casa Blanca, cuyo proyecto debe estar durmiendo en alguna comisión del Senado, quizás respaldado por algún lobby preocupado de la masificación de este tipo de cambios.
Un País que se dice en vías de desarrollo, no puede renunciar a una de sus principales herramientas, hoy día el Tren y la aviación, son los dos medios mas utilizados en el mundo entero, sin embargo, Chile, capturado por instituciones que demoran conscientemente la aprobación de estos estudios, prefieren mantenerla centralización y la crisis social y urbana.
Aprovechemos la inversión China, tan de moda en nuestras esferas y veamos si con la experiencia probada que ellos tienen, podemos al fin, tener un medio de transporte que a todas luces se hace absolutamente necesario y urgente.