Para muchas personas, el cambio de estación marca el inicio de una época de tranquilidad: días más frescos, ropa abrigada y un ambiente propicio para quedarse en casa. Sin embargo, para quienes viven con trastorno bipolar, el paso del verano al otoño puede convertirse en un periodo de mayor vulnerabilidad. Los efectos del clima y la disminución de la luz natural no solo transforman el paisaje, sino que también afectan profundamente la salud mental, especialmente en quienes ya enfrentan trastornos del ánimo como el trastorno afectivo estacional..
El trastorno bipolar se manifiesta en alteraciones significativas del estado de ánimo, alternando entre episodios de manía o hipomanía (euforia, hiperactividad, irritabilidad) y fases depresivas (tristeza profunda, fatiga, desesperanza). Este trastorno no responde únicamente a factores internos o genéticos, sino que también se ve influenciado por variables externas, como el cambio estacional.
“Durante el otoño e invierno, se observa un aumento de episodios depresivos en personas con trastorno bipolar, particularmente en pacientes jóvenes. Esto ocurre porque la reducción de la luz solar afecta el reloj biológico del cuerpo, alterando la producción de serotonina y melatonina, neurotransmisores fundamentales para la regulación del ánimo”, explica la psicóloga Susana Romero de Grupo Cetep.
Más que un «bajón estacional»
Si bien muchas personas experimentan cierta baja de energía o ánimo en los meses fríos, en personas con trastorno bipolar estas fluctuaciones pueden ser mucho más intensas y eventualmente peligrosas. La reducción del tiempo al aire libre, los días más cortos y las bajas temperaturas propician el aislamiento social, alteran los hábitos de sueño y dificultan mantener rutinas estables, elementos que son clave en el buen manejo del trastorno.
Entre los síntomas que pueden intensificarse en esta época se encuentran:
-Apatía generalizada y pérdida de interés por actividades cotidianas y aislamiento.
-Problemas de concentración y memoria.
-Alteraciones del sueño (hipersomnia o insomnio).
-Cambios en el apetito y el peso.
-Sensación de desesperanza o culpa excesiva.
Estrategias para enfrentar el otoño e invierno con estabilidad
El tratamiento del trastorno bipolar requiere de un enfoque integral y permanente. Si bien no se puede evitar el cambio de estación, sí es posible minimizar su impacto con algunas estrategias terapéuticas y hábitos saludables:
Farmacoterapia: Mantener la medicación estabilizadora del ánimo bajo control profesional es fundamental. Cualquier cambio debe ser supervisado por un psiquiatra.
Psicoterapia: Las sesiones regulares permiten anticipar posibles recaídas, fortalecer redes de apoyo y trabajar habilidades de afrontamiento emocional.
Fototerapia: La exposición controlada a luz artificial intensa, especialmente en las mañanas, puede ayudar a regular el reloj biológico.
Rutinas estables y contacto con la naturaleza: Mantener horarios regulares para dormir, comer y hacer ejercicio, así como buscar momentos para exponerse a luz natural, puede marcar una diferencia.
Activar red de apoyo con familiares o amigos
“El otoño e invierno no solo transforma el clima, también modifica el funcionamiento interno del cuerpo y la mente. Estar atentos a estos cambios, anticiparse a los síntomas y contar con una red de apoyo profesional puede hacer que la temporada fría sea más llevadera para quienes viven con trastorno bipolar. Si notas que tu energía baja con el otoño, es válido pedir ayuda. La prevención también es un acto de cuidado personal”, concluye Susana Romero de Grupo Cetep.
En este contexto, la salud mental debe ser parte de la conversación cuando hablamos de estaciones del año. No se trata solo de una preferencia por el frío o el calor, sino de comprender que, para muchas personas, estos cambios pueden significar crisis importantes si no se abordan a tiempo.