Doctorado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACS) sede México, Egon Montecinos M. (Pichirropulli, 1973) tiene una dilatada carrera académica y es un acérrimo defensor de las regiones. Entre 2014 y 2017 fue intendente de la Región de Los Ríos. Acaba de publicar Centralismo y Descentralización en Chile (RIL ediciones, 2020) y conversó con El Maule Informa pocos días después de su lanzamiento.
Doctor Montecinos, la descentralización del país es un tema históricamente postergado. ¿Qué factor ha sido decisivo para ello?
-El peso de la historia centralista, desde las reformas Borbónicas al virreinato del Perú que hizo que se crearan intendencias, hasta las constituciones centralistas de 1828, 1833, 1925, reformas de Conara en 1974, constitución de 1980. La centralización del poder político ha sido un consenso político histórico en Chile. Por ello es que descentralizar ha costado tanto, no se asume que es un elemento fundamental para promover procesos de desarrollo regional. Esto ha mellado muy fuerte la cultura política territorial, la sociedad civil también tiene fuertes resabios de centralismo que las principales instituciones políticas se han encargado de consagrar y transmitir de generación en generación.
¿Qué importancia ha tenido esa idea establecida en la Constitución de 1833 de establecer un Estado fuerte, pero centralizado?
-Ha sido vital y fundamental para normalizar en la sociedad que un Estado fuerte y centralizado es la clave para mantener el orden nacional desde el centro hacia las regiones. La idea matriz es que la unidad nacional se garantiza a partir de la subordinación de las regiones. Y no que la unidad nacional se puede preservar a partir de la preservación de la diversidad y autonomía política regional. Esta es la idea matriz que hay que superar y comenzar a construir una historia política regional que parta de la representación política y se traduzca en proyectos de desarrollo sustantivos para un territorio.
El parcial proceso descentralizador del régimen militar
Egon, ¿por qué cree que, en general, fracasó el proceso de darle más atribuciones a las municipalidades impulsado por el régimen de Pinochet?
-La dictadura tenía una matriz ideológica de descentralización asociada a reducir el tamaño del Estado y a transferir capacidades administrativas a los gobiernos subnacionales para que ejecuten políticas sociales, dado que partían del supuesto de que un servicio público estando más cerca de la comunidad, supuestamente se aseguraría una mejor calidad del servicio prestado. No obstante, solo transfirieron atribuciones administrativas a municipalidades para salud y educación y no capacidades políticas ni menos fiscales para diseñar, implementar políticas públicas que complementen el objetivo nacional de ellas. En mi concepto, ese es un diseño que se agotó, fracasó y endeudó a las municipalidades. Las municipalidades son gobiernos locales, y así deben ser reconocidas en la constitución. Hoy sólo tienen un reconocimiento constitucional de administradores. Este es uno de los grandes desafíos que trae implícito el proceso constituyente”.
¿Cómo ve la instauración del tema en el proceso constituyente que estamos viviendo?
-Es una oportunidad para tres cosas. Primero, lograr que la descentralización forme parte del nuevo pacto social en nuestro país. Segundo, para corregir las falencias de las reformas aprobadas el año 2017 y 2018 especialmente en lo que se refiere a la cohabitación entre gobernador regional y delegado presidencial regional y las atribuciones que tiene la autoridad designada en materia de coordinación de servicios públicos desconcentrados y la capacidad de gestión que le asignan algunos artículos de la ley. Tercero, para definir que somos un Estado unitario regional descentralizado.
Esta idea es la que está más presente en las discusiones de líderes políticos, academia y regionalistas. Se ha hablado de un federalismo para Chile, pero poco se ha debatido sobre las condiciones previas que esto implica y las condiciones que se requieren para implementarlo. Sobre seguir con este modelo de estado unitario con una descentralización aún tutelada (es decir, tal como somos ahora) no le veo mucho futuro en la discusión constitucional.
¿Le dará fuerza al impulso descentralizador la figura del gobernador regional?
-Por supuesto que sí, de hecho es el factor determinante para gatillar o detonar otros procesos de desarrollo y gobernanza democrática en pos de proyectos de desarrollo territorial. Le otorgará estabilidad política a la representación regional, a la conducción del principal instrumento de desarrollo regional que es la Estrategia Regional de Desarrollo. Hoy en promedio los Intendentes Regionales en el país duran 18 meses en el cargo ¿Quién le otorga estabilidad a la conducción de un instrumento de planificación regional en este corto tiempo? Es difícil darle sostenibilidad a la conducción política que requiere todo instrumento de planificación regional. Por ello creo que el solo hecho de elegir al gobernador regional será un gran primer paso, quizás el más importante en la historia regional de Chile.
¿Le preocupa que la cohabitación del gobernador regional, con el delegado presidencial regional, (que reemplazará a los actuales intendentes) produzca roces?
-Es un tema preocupante por los distintos escenarios de relación, coordinación o conflicto que se pudieran generar. La gran falencia de las reformas aprobadas en 2017 y 2018 fue la falta o ausencia de un mecanismo de coordinación formal entre estas dos autoridades regionales, una electa y otra designada. La ausencia de un mecanismo formal de coordinación, podría provocar conflicto, tensión o escenarios de descoordinación, o peor aún de permanente conflicto. De todos modos puede generar algo de confusión en la población que va a pasar de tener una sola autoridad regional (eso si designada) a tener dos autoridades una electa y otra designada.
Afortunadamente el proceso constituyente no tengo duda que corregirá esta anomalía.
Habiendo sido intendente en la Región de los Ríos, ¿cómo fue su lucha contra el centralismo?
-Impulsamos una iniciativa de participación ciudadana llamada FRIL participativo que implicaba que ciudadanos decidieran los proyectos que iban a financiar con un monto de recursos regionales que salían de la partida presupuestaria FRIL. Impulsamos en la región la iniciativa de descentralización del Fomento productivo descentralizando la decisión sobre fondos de CORFO y Sercotec. Impulsamos la política nacional de zonas rezagadas en la provincia de Ranco, para asegurar mayor inversión pública en aquellos lugares o sectores donde menos recursos públicos históricamente se habían impulsado. Es decir, impulsamos muchas iniciativas concretas de descentralización y descentralización intrarregional.
¿Cuál cree que es el interés de las propias regiones por afianzar una real descentralización del país, considerando que la candidatura Presidencial de Ricardo Israel, en el año 2013, solo alcanzó 37.965 votos?
-El regionalismo no puede ser entendido como una fuerza política, porque no lo es, no está en el imaginario de la sociedad civil como una fuerza electoral o política. El regionalismo es una forma de ordenar el poder en el territorio, no es una manera de obtener apoyo electoral. Se equivocan quienes creen que con ideas regionalistas se puede alcanzar el poder, creo que ahí existe una distorsión en los líderes políticos.
Primero, el regionalismo debe ser entendido como una forma de distribuir el poder para que las sociedades regionales administren ese poder en pos del desarrollo de sus territorios. Pero más aún y como he señalado, primero hay que lograr que las regiones tengan por primera vez en su historia una representación política territorial o regional, recién ahí se va a comenzar a masificar la idea de que las regiones al igual que las comunas son unidades políticas y que se puede pedirle rendición de cuentas a un gobernante que adquiere dicha condición en la región.