En medio de los ajetreos de las fiestas patrias, www.elmauleinforma.cl conversó con el doctor en economía histórica para darle un vistazo a la economía nacional. Llorca – Jaña junto a Rory Miller acaban de editar Historia económica desde la independencia (Ediciones RIL, 2021) un conjunto de ensayos escritos por 21 especialistas.
Manuel, desde la perspectiva de la economía, ¿cuál es la fisonomía de la economía chilena actual?
-Más o menos la misma de hace varias décadas. Una economía pequeña, abierta al exterior, que aplicó de manera entusiasta el decálogo del Concenso de Wasginton de manera pionera desde mediados de los años 1970s, y hoy se encuentra en un zapato chino. La liberalización del mercado financiero, del comercio exterior, y la tan mentada estabilidad macro no han dado los frutos esperados. El país no logra salir de la “trampa del ingreso medio”, persiste una baja productividad laboral, alta informalidad de la economía, desigualdad y otros males, a pesar de algunos progresos innegables.
Acaba de publicar Historia económica desde la independencia donde precisa que una de las constantes del periodo es la profunda desigualdad de la sociedad chilena. ¿Cómo superar esta dolorosa situación?
-Una opción, poco probable, es que las elites económicas y políticas hagan algo al respecto, ahora, y en grande. La otra, que es lo que parece más probable, que a raíz del estallido del 2019, y los cambios que estamos viviendo producto del mismo, se produzca un nuevo pacto social, donde la disminución de la desigualdad sea uno de los ejes centrales. La disminución de la desigualdad, en Chile, será una conquista social.
Menciona también los largos períodos de inflación entre 1870 y 1970. ¿A qué sectores ha afectado principalmente?
-La inflación normalmente perjudica a los que no tienen los instrumentos para defenderse de ella, ósea los estratos de menores ingresos. Es un “impuesto” ultra regresivo. Las elites siempre han encontrado la manera de defenderse de proceso inflacionarios.
La inflación ¿es un enemigo latente?
-Sí, siempre está ahí, como un fantasma. Lo peligroso es que cuando empieza un espiral inflacionario es muy difícil atajarlo. La historia económica da claros ejemplos al respecto. Se puede transformar en la peor pesadilla de un gobierno.
¿De qué manera estas constantes, unidas a otras, por ejemplo, excesivo centralismo del país, acumulación de capitales en pocas manos, gatilló el estallido social de octubre de 2019?
-Es difícil atribuir el estallido social de octubre 2019 a una sola razón, o incluso a un conjunto limitado de razones, pero yo creo que es incuestionable que la percepción de desigualdad como algo inaceptable estuvo en la raíz del conflicto. Creo que lo nuevo fue que un mal que estaba fuertemente enraizado en la sociedad chilena, institucionalizado, aceptado, tolerado, defendido por muchos, dejó de ser algo aceptable. Por eso le digo que debe surgir un nuevo pacto social.
¿Qué se ha hecho bien en lo económico?
-Yo creo que la estabilidad macro es algo positivo, en particular el control inflacionario. La focalización del gasto también ha tenido efectos positivos. Chile disfruta de una de las tasas de mortalidad más bajas de la región, así como de una de las esperanzas de vida (al nacer) más altas de América Latina (comparable a la de países como Estados Unidos), algo que incluso llamó la atención de Angus Deaton, Premio Nobel de economía. Pero por supuesto, quedamos al debe en la reducción de la pobreza y la disminución de la desigualdad. No hay razones para no haber avanzado en estos frentes al mismo tiempo que se cuidaban los indicadores macro o se invertía un mínimo en salud.
Esta fragilidad económica del país, ¿puede conducirnos a una espiral de confrontación social?
-Por supuesto, y de eso están muy consientes las autoridades del gobierno actual. La entrega del IFE, y su prolongación, dan buena cuenta de ello. Hace 3 años algo así no habría ocurrido. Incluso al principio, el gobierno pensó que con las cajas básicas de mercadería podrían contener un estallido, y luego terminamos con la implementación del IFE universal, y la prolongación del mismo.
¿Qué situaciones derivadas de la pandemia serán de difícil solución?
-Se encarece la muy necesaria reforma de pensiones. Al mismo tiempo, la reforma del sistema de pensiones se hace urgente, pero el estado tendrá menos recursos para enfrentarla, salvo que salga a endeudarse, aún más. Ligado a lo anterior, deberemos acostumbrarnos a vivir en una economía donde el estado está más endeudado, eso hace necesaria una reforma tributaria urgente también, un cambio en la estructura impositiva del país. Reactivar el empleo, y controlar la inflación, serán los otros grandes desafíos, así como seguir avanzando en la construcción de una sociedad más justa.
¿Qué espera del proceso constituyente para poder establecer coordenadas distintas, y convertirnos en un país más solidario?
-Convertirnos en un país más igualitario va mucho más allá de tener una nueva constitución. Mayor igualdad es un valor que deberíamos abrazar como sociedad, y eso no se plasma en una constitución, es mucho más profundo.
¿Ha faltado voluntad política de la élite política y económica para producir cambios radicales en economía?
-Por supuesto. Le doy dos ejemplos. El Estado chileno es uno de los peores empleadores de la economía: hay miles de trabajadores, empleados por el estado, que han boleteado, por 10-15 años, y hoy sale el Estado a decirle que tienen bajas pensiones, porque tienen vacíos previsionales. Esto es un insulto. Un segundo ejemplo sería la educación. Desde 1990 se viene discutiendo una mejora al sistema educacional público, y sigue siendo de la misma mala calidad de hace más de 30 años. Perdimos más de 3 décadas, que es lo que toma realizar un cambio profundo en el sistema educacional de cualquier país. La baja productividad de la fuerza laboral, y sus bajos salarios, son fiel reflejo del pésimo sistema educacional público que tenemos.
Una investigación reciente
Manuel Llorca Jaña (Santiago, 1975) es doctor en historia económica por la Universidad de Leicester, Reino Unido. Director proyecto Anillos: Bienestar y Desigualdad en Chile 1810 – 2020 e investigador principal Fondecyt Regular: Historia Antropométrica de Chile 1740 – 2020.
Actualmente es profesor titular de la Escuela de Administración Pública de la Universidad de Valparaíso.
Manuel, en una investigación reciente mapeó por primera vez la estatura de los chilenos, desde la colonia hasta hoy. ¿Qué conclusiones sacó?
-Primero que hoy somos más altos que nunca, tanto hombres como mujeres. Hemos ganado unos 5-6 centímetros de estatura, sobre todo en el último medio siglo. Esto se debe principalmente a mejoras en el estado nutricional de la población, y a avances en la medicina (vacunación, uso de antibióticos, etcétera. Otra conclusión importante es que en el periodo colonial, comparativamente, no éramos bajos: la dieta era buena, la densidad poblacional baja y los salarios reales estaban por encima de niveles de subsistencia.
¿Por qué un PIB alto, como buscan los economistas, puede resultar engañoso?
-El PIB per cápita es un buen indicador de crecimiento, no así de desarrollo o bienestar. El concepto de bienestar requiere un análisis multidimensional, que considere la mayor cantidad de variables, relevantes, posible: educación, salud, estado nutricional, estatura, desigualdad, ocio, percepción de felicidad, violencia interpersonal, entre otros. Reducir todo a PIB per cápita es muy riesgoso, y equivocado. El PIB per cápita nada dice de educación, de salud, de distribución del ingreso, de daño ambiental, en fin, deja mucho que desear como indicador de niveles de vida.
El PIB per cápita, como indicador, está muy desprestigiado a nivel mundial, pero acá las autoridades económicas lo siguen viendo como una panacea.
¿Es lo que pasó en el siglo XIX, que la población se empequeñece, mientras el PIB crecía debido al boom del salitre?
-Este periodo es un puzle en la historia del bienestar biológico de Chile, como muchos otros a nivel mundial. Por ejemplo, cuando se industrializaron Gran Bretaña y Estados Unidos se observó que al mismo tiempo que aumentaba el ingreso medio, la estatura de la población se estancaba o incluso caía producto del impacto negativo del hacinamiento en las urbes, donde primaba la falta de servicios de agua potable y alcantarillado, así como una alta propagación de enfermedades, trabajo infantil, etc. En Chile, durante la era del salitre, ocurrió algo parecido: aumentó el PIB per cápita, pero el bienestar biológico de buena parte de la población se deterioró, lo que devino en un estancamiento de la estatura promedio de la población. Hubo lo que algunos colegas han denominado, crecimiento sin desarrollo.
Si compartimos que desde los años 90 volvió a crecer la estatura de los chilenos. ¿Cuál esla tendencia actual?
-Los chilenos y chilenas han alcanzado en las últimas décadas su máxima estatura histórica, en adultos. Las mujeres chilenas nacidas en los 1980s-1990s hoy miden en promedio alrededor de 162 centímetros, mientras que los hombres alrededor de 172 centímetros. Nunca antes fuimos tan altas-os.
¿Qué nos puede indicar la estatura de las personas y por qué se ha convertido en un indicador tan relevante?
-La estatura de los adultos es un fiel reflejo del estado nutricional, educación, albergue y condiciones de vida en general durante la niñez y la adolescencia. Crecemos hasta los 18 años aproximadamente (en el caso de los hombres). La infancia temprana es un periodo clave. La estatura de las personas es por tanto el mejor indicador de bienestar biológico de una población. Es por ello que organizaciones como la OMS y la OCDE cada vez entregan mayor valor a este indicador de niveles de vida. Sirve además para estudiar otra dimensión de la desigualdad.
Finalmente, hay claros nexos entre estatura y esperanza de vida para poblaciones (siempre se tratan los datos para grandes poblaciones, no a nivel individual).
En el discurso sobre la crisis moral de la República, leído en el Ateneo de Santiago el 1 de agosto de 1900, Enrique Mac Iver precisó: Voy a hablaros sobre algunos aspectos de la crisis moral que atravesamos; pues yo creo que ella existe y en mayor grado y con caracteres más perniciosos para el progreso de Chile que la dura y prolongada crisis económica que todos palpan… Parece que no somos felices.
¿Ha cambiado el panorama en el Chile de hoy?
-El concepto de felicidad no es sencillo, es extremadamente multidimensional. La historia económica está al debe respecto de este indicador. Pero algo podemos decir: la violencia interpersonal se ha reducido de manera importante en Chile desde 1900, ha aumentado la esperanza de vida al nacer de manera notoria, y ha habido una tremenda disminución de la mortalidad infantil.
Después de todo, para tener una buena vida, parafraseando un Nobel deeconomía, primero hay que estar vivos, y en eso hemos avanzado.