Más de 4 años han pasado desde que los vecinos de Las Américas, en Talca, observaban ilusionados la presentación del Plan Maestro del Programa de Regeneración de Condominios Sociales del Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), el cual prometía cambiarles radicalmente su calidad de vida.
Según se informó en aquella oportunidad, estaban frente a un ambicioso proyecto que comenzaría a implementarse en 2017, beneficiando a 1.180 familias de seis etapas del sector, con una inversión de más de 15 mil millones de pesos en un plazo de 5 años.
La iniciativa, que era fruto de un proceso que comenzó en 2015 con el impulso y participación activa de las organizaciones comunitarias a través de la Mesa Territorial de Las Américas, contemplaba el mejoramiento de sus viviendas y también de los espacios públicos y comunitarios, incluyendo además un barrio cívico.
Sin embargo, hasta ahora sólo se concretó el plan piloto en la etapa VII y la reciente demolición de algunos blocks de la etapa IX, lo que ha generado desconfianza y desilusión entre muchos vecinos que tenían la esperanza de que a esta altura ya estarían viviendo la realidad que les prometieron, con departamentos más amplios, áreas verdes y una vida social muy alejada de la estigmatización que hoy pesa sobre ellos y que cada día se hace más latente.
Carta al ministro
Por esta razón, vecinos de Las Américas enviaron una carta a fines de enero pasado dirigida al ministro de Vivienda, Felipe Ward, y con copia a diversas autoridades, incluido el Presidente de la República, Sebastián Piñera. En ella, expresaron su preocupación por el incumplimiento de plazos y el cambio de rumbo que sienten que ha experimentado el Programa de Regeneración de Condominios Sociales.
Sin embargo, de vuelta sólo les llegó una misiva firmada por el seremi subrogante, Mauricio Galaz, lo que incrementó la molestia y la rabia acumulada, ya que ellos esperaban un pronunciamiento a nivel nacional debido al mal manejo que creen que ha existido a escala regional. Además, la respuesta no presenta novedades y sólo detalla las obras que se han desarrollado en el sector, pero no se hace cargo de las demandas ni de los cuestionamientos planteados.
“Nos sentimos molestos y a la vez decepcionados, porque nos dirigimos a la máxima autoridad de Vivienda y Urbanismo y no fuimos escuchados una vez más. Se hizo caso omiso a esa carta y no nos respondieron, demostrándonos que el Proyecto de Regeneración no les importa, como siempre, y nos dejan a la deriva, abandonados completamente, sin dar soluciones definitivas. No queda otra que seguir golpeando puertas, porque alguien tendrá que atendernos en algún momento. No puede ser que los ministros a cargo de las carteras no respondan cuando la ciudadanía les exige explicaciones”, expresó la presidenta del Comité de Regeneración de Las Américas, Mónica Garrido.
La dirigenta agregó que “eso demuestra la poca seriedad y la poca empatía que tiene el ministro con un barrio vulnerable, que ha sufrido por años y que quedó con un programa que tenía toda una estructura hecha y que no ha sido considerado”.
Subsidios
La intención original del proyecto era que las personas se fueran transitoriamente de sus departamentos mientras los arreglaban y que luego regresaran para vivir en ellos completamente remodelados y que así pudieran disfrutar de las bondades de la renovación de Las Américas.
Sin embargo, el Minvu inició un proceso de movilidad habitacional que consideró la entrega de subsidios habitacionales a las familias de las primeras etapas intervenidas que quisieron acogerse a este beneficio. “La gente se empezó a ir porque les dieron la opción de comprarse una casa en otro lugar y les pagaron un valor que nunca soñaron”, contó Garrido.
La dirigenta vecinal lamentó que no se haya seguido con el plan inicial. “Durante estos últimos 3 años se ha hecho lo contrario, desolando Las Américas por la masiva reasignación de subsidios, lo que ha provocado tomas descontroladas en los departamentos que han quedado desocupados”, afirmó.
Plan piloto
Carlos González vive desde hace más de 20 años en Las Américas VII. Cuando comenzaron los trabajos en esa etapa, que era la experiencia piloto, el Minvu le entregó un subsidio de arriendo mientras se desarrollaban las obras, las cuales se extendieron más de lo previsto. Si bien le molestó la demora que se produjo en el proceso, finalmente después de 2 años regresó a su vivienda renovada. Él es de los pocos dueños originales que se mantienen en el lugar. “Yo estoy conforme y no tengo nada que decir, porque mi departamento quedó grande y más amplio”, expresó feliz.
Pero su alegría es incompleta al ver que muchos de sus antiguos vecinos ya no viven allí, pese a que la intención inicial era que todos regresaran a disfrutar de un sector totalmente mejorado.
“Esa era la gracia. Nosotros aspirábamos a eso, por eso estábamos contentos. La mayoría quería que nos arreglaran y después volver”, recordó.
Sin embargo, muchos decidieron irse voluntariamente acogiéndose al subsidio que les entregó el Minvu. “Claro que se querían ir porque les ofrecieron esas condiciones. Hasta yo tuve intenciones de irme, aunque yo les decía a los vecinos que habría aceptado si nos íbamos todos juntos, pero no fue así y quedamos todos desparramados”, contó con algo de pesar.
“¿Por qué no se cambia?”
Carlos González relató una situación que le generó extrañeza mientras aún se efectuaban las obras en la etapa VII. “Nos hacían reuniones todos los meses y nos contaban cómo iba el avance. Me llamaba la atención por qué le insistían a uno que tratara de irse, yo no entiendo eso. Siempre las niñas que estaban a cargo de esta cosa me decían: ‘Don Carlos, ¿por qué no se cambia a un departamento nuevo en vez de recibir su departamento que está usado y arreglado?’. ‘No’, les decía yo, yo aprecio lo que es mío, porque me costó plata”, reveló.
En ese sentido, opinó que “estar ofreciendo casa a medio camino para que la gente se salga y que después queden los departamentos desocupados fue el error que cometieron. Para qué sacan a las personas, digo yo. Si les están haciendo los arreglos, deberían sacarlos y después regresarlos a todos”.
González decidió quedarse por el valor que le da a los años de esfuerzo y sacrificio que le permitieron pagar su vivienda, pero también por un tema de identidad de barrio. “A uno lo conocen. En ese tiempo yo pasaba saliendo día por medio y los colectiveros me llevaban para afuera y me traían para acá (…) Estoy conforme, tengo los vecinos con los que nos conocíamos de antes, somos como 6 que quedamos de un total de 24. Esto me costó mi dinero y eso es lo que yo aprecio y me siento súper bien acá”, expresó.
Otra situación que lamenta es que hasta ahora sólo la etapa VII haya podido concretar su anhelado mejoramiento. “Da pena por el resto de Las Américas, porque a nosotros nos mostraron una maqueta en la cual todo el sector norte se iba a renovar, iba a quedar precioso y bonito, nos gustó esa cosa, pero en resumidas cuentas no fue lo que dijeron y no sé qué pasó en el camino”, afirmó.
“Creen que la respuesta es el mercado”
El presidente de Corporación SUR, el arquitecto urbanista Alfredo Rodríguez, analizó que “esto de darles un subsidio para que salgan y compren es pensar que el mercado va a resolver el problema, mientras que, en verdad, de lo que estamos hablando es de un mercado muy reducido donde las opciones que tiene la gente para comprar son escasas, entonces se aprovechan de ellos”.
También se refirió al éxodo de muchas familias de Las Américas. “Si hay una situación incierta y les ofrecen una solución, es muy razonable que se vayan… Pero con eso se destruye todo lo que ha costado años construir y yo creo que esa es una de las cosas más graves”, comentó. Rodríguez, que fue miembro del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano y que durante años ha trabajado en torno a las políticas de vivienda social, agregó que estos proyectos se deben abordar de forma colectiva. “El subsidio debería ser al conjunto de personas y no a una persona individual”, recalcó.
En ese sentido, sostuvo que “al irse despoblando los conjuntos no en su totalidad, sino quedando una o dos familias ahí, se produce un deterioro enorme de la vida social y material de la gente”.
“Estas autoridades creen que la respuesta es el mercado y cualquiera cosa que esté fuera de eso para ellos no funciona. En opinión contraria, uno podría decir que lo que aquí no funciona es el mercado y lo que aquí funciona son otros valores, como la solidaridad, la cooperación y la organización, pero para la gente que cree en el mercado no tienen ningún valor. Entonces, yo creo que es un problema ideológico”, concluyó.
Rediseñar la solución
A la hora de explicar por qué no se siguió con la idea inicial, la encargada del programa de regeneración de Las Américas por parte del Serviu Maule, Andrea Seguel, contó que “se tomó el plan maestro original y se comenzó a hacer el estudio. En ese minuto, el 2015-2016 se propusieron muchos proyectos que hoy día no eran factibles, entonces se dieron de baja. Por ejemplo, la mirada social apuntaba a un grupo de personas que hoy día también ha ido cambiando. Entonces, se tomó lo que nos servía, lo que era un buen insumo, y se rediseñó este plan maestro”.
En la misma línea, el director regional del Serviu, Claudio Daneck, afirmó que “la solución de la etapa VII fue muy buena, pero los ingenieros actuales no la validan, entonces tuvimos que rediseñar cómo íbamos a intervenir el sector y las siguientes etapas”. En ese sentido, sostuvo que se encontraron con “problemas técnicos” y que el diseño propuesto “no cumplía con la norma actual” debido a que ésta ha ido cambiando en el tiempo, por lo cual incluso “costó mucho poder recepcionar simplemente la etapa VII, que era un proyecto de ampliaciones, pero que es prácticamente un edificio nuevo”.
“Era imposible seguir con el plan como estaba definido, entonces tuvimos que redireccionar esta cosa y ver cómo lográbamos solucionar el problema. Una de las soluciones que conversamos con los vecinos, y que ellos quisieron, fue generar un proyecto nuevo, bajando las densidades del sector”, aseguró.
Nuevo plan maestro
Daneck reconoció que “obviamente debe haber un descontento” por el tiempo que ha pasado y que no se haya cumplido los plazos que se le comunicaron inicialmente a la comunidad, pero agregó que “si yo me quedo en que no lo hicimos, no se avanza”.
Sobre la entrega de subsidios y la decisión de muchas familias de abandonar el sector, el director regional del Serviu recalcó que “mientras no existan las condiciones, también van a estar las posibilidades de que la gente tenga una opción distinta a quedarse”.
“La regeneración no tiene que ver solamente con que la gente se quede, sino con recuperar espacios del territorio”, argumentó.
Respecto de la situación actual en Las Américas, Seguel detalló que “el año pasado terminamos el diagnóstico integrado, lo actualizamos completo, y el equipo de profesionales urbano y social está acotando los últimos detalles. Nosotros esperaríamos tener el plan maestro terminado en mayo o junio, y con eso ya finalizar el trabajo del plan maestro, que se ha ido haciendo de una manera paralela en el caso de las etapas VII y IX, que eran las más críticas”.
Finalmente, Daneck aseguró que “siempre hemos querido que la gente se quede y eso no ha cambiado, pero no podemos coartar la posibilidad y el derecho que tiene cada uno de los habitantes de esa etapa de poder salir por decisión propia y tener que entregarle una herramienta como este subsidio que les permite adquirir una vivienda en otro sector, pero lo vamos a ir viendo por cada una de las etapas”.
“Estamos cada vez peor”
Para Francisco Letelier, sociólogo de la Universidad Católica del Maule (UCM), quien ha seguido el trabajo la Mesa Territorial de Las Américas desde sus inicios, “uno de los problemas de la intervención es que no ha considerado la participación de las comunidades como algo importante. Al contrario, se entiende como una amenaza o como un elemento que dificulta los procesos. Esto implica no reconocer que los habitantes de los barrios tienen derecho a ser parte activa en el diseño de su futuro”.
Lo cierto es que la decepción se ha apoderado de los vecinos de Las Américas, quienes cada vez sienten más lejano su anhelo de vivir en un barrio con dignidad, tal como se les prometió aquella noche del 5 de diciembre de 2016, cuando se les presentó con bombos y platillos el nuevo rostro que tendría el sector.
“Vemos que existe tal complejidad que estamos cada vez peor que al inicio de esta tremenda intervención social, porque se realizaron estudios y se nos preguntó sobre nuestros sueños, qué nos gustaría y qué queríamos, y lo que siempre hemos querido es vivir en viviendas cómodas, de calidad y en un barrio con vida, con color, sentirnos dueños de nuestro sector, pero no hacinados por falta de espacios y en tierra de nadie como vivimos hoy”, concluyó Mónica Garrido.