De mi más preciada y única maleta de viaje –mi mente y los recuerdos atesorados de todo mi bagaje internacional-, he sacado uno de ellos. Fue un momento de esplendor y de gran alegría. Me encontraba en un seminario, en Estocolmo, cuando llegó la hora de la colación.
Fui en dirección del restaurante, que quedaba en una de las alas de ese enorme local y me puse en la fila.
Dispuesto a esperar, escuché que alguien que estaba a mis espaldas me saludaba. Me di vuelta, para encontrarme con, nada más y nada menos, el Primer Ministro sueco, Olof Palme, el gran estadista reconocido internacionalmente por su compromiso con el desarme y la paz mundial y la permanente búsqueda de la igualdad y respeto entre las naciones del mundo, que pacientemente estaba en la fila, igual que yo y todos los demás asistentes, como cualquier ciudadano, sin privilegios de ser atendido primero y raudamente exceptuándolo de hacer la fila.
Tratando de sacudirme de la sorpresa esbocé un saludo y él sin dilación inició la conversación: Por tu apariencia no eres sueco, ¿de dónde eres? Cuando supo, por mi contestación, que yo era chileno exiliado, expresó su agrado de compartir la fila conmigo.
-Sabes, dijo, yo apoyo irrestrictamente las normas del derecho internacional. Nuestro afán es propiciar un cambio social pacífico, para la mayoría de la población y esta se expresa en nuestro compromiso en el desarrollo de Latinoamérica. En ese contexto y aunque sé fuiste ejemplo de expresión de cambio en tu país, los privilegios de los acomodados casi siempre son defendidos con el uso de la violencia. Es tan sólo una vana ilusión creer que las demandas de justicia social pueden ser frenadas con métodos militares.
A veces -agregó- me preguntan por qué nosotros nos comprometemos con lo que sucede en países tan alejados de nuestras fronteras. Para muchos es difícil entender que nuestra actitud y nuestro pensamiento son principios importantes, tales como el respeto por el derecho a la autodeterminación, justicia social y económica, fusión para el desarrollo, no sólo para el crecimiento, paz y libertad. Nuestro país forma parte del mundo, del que no nos aislaremos.
Recordando -acotó- un discurso mío pronunciado ante el Congreso de la Juventud del Partido Socialdemócrata, lo comparto ahora contigo: “Hacer política es querer algo”, “la política socialista, es querer los cambios, puesto que estos prometen mejorar la realidad, nutren la imaginación, dan fuerzas para luchar y estimulan los sueños y las visiones”.
Como socialista democrático y reformista, como él mismo se denominaba, orgulloso de serlo, Olof sabía que cada acción, cada palabra, cada pensamiento, para implementar esos sueños y esas visiones, demandaba ser trabajada con ahínco, laboriosamente y construida.
Para él, en una democracia las políticas se hacen realidad cuando una mayoría de la población las hace suyas. Eso, según su pensamiento, era construir las decisiones. Era el amalgama de la voluntad política, del querer hacer algo, que propiciaba y daba todas las posibilidades reales de hacerlo.
Hombre de fuertes convicciones, consecuente y con principios era Palme, que siempre creyó en esa perspectiva, apoyándose en un fuerte y organizado movimiento obrero y popular.
Me pregunto qué diría Olof del Chile actual, si supiera que los partidos políticos atraviesan por una crisis de credibilidad y confianza en la sociedad y que eso se debe a que se han distanciado de los ciudadanos para volverse expertos en simulaciones, ensimismados en mantenerse como élite y usurparle a la ciudadanía lo que la juventud y el pueblo lograron.
Se ha conocido y a dado la vuelta al mundo la consigna “Chile despertó”. Y ese estallido social conducido por jóvenes con participación de la mayoría del pueblo, en un país que hasta hace unas semanas era un modelo a seguir dentro de Latinoamérica, se tomó las calles mostrando malestar, reclamando mayor equidad, despreciando el poder y exigiendo dignidad.
Luego de que arrasó el triunfo del Apruebo en el plebiscito por una nueva constitución, supuestos políticos “independientes” han señalado su deseo de postular a las listas constituyentes, porque saben que pueden seguir beneficiándose con esta Convención Constitucional llena de trampas. ¿Cómo se les puede creer si son parte de los partidos de los 30 años que se han enriquecido gracias a la herencia pinochetista?
Tras el triunfo del Apruebo y la Convención Constitucional en el Plebiscito, el próximo 11 de abril de 2021 se decidirá, quiénes serán las y los convencionales constituyentes, que sin lugar a dudas favorece a los partidos políticos, que gracias al vergonzoso Acuerdo por la Paz, alejados totalmente de una ciudadanía inconsulta, armaron un traje a su medida para procurar conservar el grueso del Chile de los 30 años.
¿Hasta cuándo los partidos políticos llenos de dirigentes altisonantes que sólo actúan para y por el poder buscarán las opciones que maximicen su propia presencia en un órgano nacido de la lucha del pueblo en las calles, expropiado y usurpado por las élites políticas, que ellos mismos representan?
Causó hilaridad ver al Presidente del PPD, Heraldo Muñoz, casi fuera de si desde su posición arrogante de dueño de privilegios, que no era reclamo por sus derechos ciudadanos, ante las cámaras anunciando la interposición de una reclamación ante el SERVEL porqué su mesa no se había constituido y no le permitía sufragar. ¿Acaso él no es parte de la absoluta baja participación de vocales de mesa y votantes en las primarias? Sólo demostró ser el antípoda de los pensamientos y sentimientos de ese gran político, Olof Palme, que tuve el orgullo de tratar Y como dice el escritor y poeta italiano Arturo Graf: “La política es demasiado a menudo el arte de traicionar los intereses reales y legítimos, y de crear otros imaginarios e injustos.”
Mario Toro Vicencio
Escritor y poeta