Un trabajo de investigación innovador, llevado a cabo por INIA La Cruz y La Platina, logró esclarecer los principales cultivos trampa que atraen a la plaga Chinche Pintada (Bagrada hilaris), manteniéndola alejadas del cultivo principal.
La producción de brásicas hortícolas es muy importante en Chile con una superficie aproximada de 7 mil hectáreas. Chinche pintada, al ser una plaga que se alimenta de estas hortalizas, ha sido un problema económico desde la Región de Coquimbo hasta la Región del Maule.
La primera etapa del proyecto consistió en el estudio bajo condiciones de laboratorio de 18 especies de brásicas para conocer en detalle las preferencias de chinche pintada. Las especies que formaron parte del ensayo fueron nabo forrajeo, repollo, coliflor, brócoli, rúcula, misuna, mostaza roja, mostaza blanca, mostacilla, rábano silvestre, entre otras.
Para los ensayos de laboratorio se diseñó una arena experimental circular de acrílico transparente, donde se dispuso plantas pequeñas de las distintas especies y de similar desarrollo, entre dos y cuatro hojas, y, en el centro se liberaron 80 chinche pintada o Bagradas. En esta arena experimental se pudo observar y establecer cuáles de las plantas presentaron mayor migración o atracción para las Bagradas.
En la segunda fase, la iniciativa contempló evaluar en campo las especies más interesantes o más atractivas para Bagrada hilaris. Se levantó unidades experimentales en San Pedro, Manzanar, Catemu y Panquehue.
El nabo forrajero es una de las especies más adecuadas para un cultivo trampa. Logró atraer a la plaga Bagrada hilaris o la chinche pintada, disminuyendo el daño económico en el cultivo principal. Otras de sus preferidas son mostaza roja, mostaza blanca, rúcula, mostacilla y rábano silvestre.
El ingeniero agrónomo, Dr. Aart Osman, investigador en agroecología y agricultura orgánica del Instituto de Investigaciones Agropecuarias INIA La Cruz, Región de Valparaíso explica que “esta es una estrategia complementaria que se utilizó en este proyecto para bajar la población, evitando que la Bagrada migre al cultivo principal, es decir, a las brásicas hortícolas”.
Agrega que “para un establecimiento exitoso es importante sembrar el cultivo trampa durante el inicio de la primavera, cuando la población de Bagrada todavía es baja”. Propone establecer una franja alrededor del cultivo principal; si es un campo de mucha extensión, se recomienda establecer franjas cada diez metros”.
La idea, precisa el especialista, “es sembrar el cultivo trampa como una especie intermedia que logre interceptar por mayor atracción a estos insectos que migran de las malezas al cultivo. Pero, esta vez van al cultivo trampa”.
De acuerdo a las observaciones en terreno, durante la primavera, inicio de temporada, la Bagrada se concentra en las malezas como la mostacilla y el nabo silvestre y, cuando estas malezas se secan, los insectos migran al cultivo principal.
Una de las ventajas del cultivo trampa es que ocupa una superficie pequeña, por lo que se puede lograr el control con la aplicación a una menor área utilizando una menor cantidad de pesticidas o incluso se puede implementar el control mecánico, utilizando una aspiradora o (G-VAC). De esta forma se logra cosechar los cultivos de brásicas como repollos y brócolis sin residuos de pesticidas. “Con esta tecnología de bajo impacto ambiental se puede llegar a niveles de incidencia muy bajos de la plaga en el cultivo principal”.
Ernesto Cisternas, Ing.Agr., Dr. investigador entomólogo que también ha estado trabajando en el campo y laboratorio durante las tres últimas temporadas, se ha dedicado a estudiar la dinámica de la población de Bagrada en sitios silvestres y cultivos orgánicos, determinando potenciales enemigos naturales para su control. “En los cultivos trampa se ha establecido las dinámicas de la plaga y de los insectos asociados al cultivo trampa, determinándose cómo la plaga y sus enemigos naturales se desarrollan estacionalmente en el cultivo trampa”.
El proyecto integra diversas estrategias y herramientas sustentables como acciones de manejo que hoy forman parte de un modelo de transferencia tecnológica con unidades instaladas en los campos de las regiones de Valparaíso y Metropolitana y una capacitación constante a los productores para mitigar, manejar y controlar la plaga.
Para esta iniciativa se definieron varias líneas de investigación, todas apuntando a disminuir la presencia de Bagrada en los cultivos hortofrutícolas: modelo fenológico, sistema de alerta, cultivos trampa, técnica de aspiración con G-VAC, conservación y aumento de enemigos naturales, entre otros. “Hoy se sabe mucho más de la plaga que hace tres años. Sabemos sobre su distribución espacial, estado fenológico, momento óptimo de control”, afirma la ejecutora de este proyecto, investigadora entomóloga Nancy Vitta, de INIA La Platina.
El proyecto se titula “Sistema de Manejo Integrado, con bajo impacto ambiental, orientado a mitigar las poblaciones de la chinche pintada (Bagrada hilaris) para generar una horticultura sostenible y competitiva”, que dirige la investigadora entomóloga Nancy Vitta y es apoyado por la Fundación para la Innovación Agraria.
El equipo de trabajo lo integran Natalia Olivares Pacheco, Aart Osman, Ernesto Cisternas Arancibia, Ana Morales Rozas, Miguel Cuello Trujillo, Eduardo Tapia Rodríguez, José Lagos Osorio, Fabiola Sepúlveda Santibáñez, Gabriela Meneses González y Fernando Rodríguez.
Esta investigación es estratégica para la sustentabilidad del rubro hortalizas, ya que el cultivo trampa es una medida enfocada para manejar la plaga con un uso mínimo o nulo de pesticidas . Con esta tecnología, destaca el entomólogo Ernesto Cisternas, “se promueve la presencia y establecimiento de controladores biológicos, que no solamente son importantes para el manejo de Bagrada, sino que también para las otras plagas de las brásicas, como pulgones, trips y polillas principalmente”. De esta forma se promueve con los cultivos trampas, la biodiversidad, se establecen nuevos niveles de equilibrio de las distintas especies plagas y se reduce al mínimo los residuos de pesticidas, contribuyendo a una producción sustentable y amigable con la salud de los agricultores, el ambiente y los consumidores.
Los daños característicos de la plaga son causados por los adultos y ninfas que se alimentan de los tejidos vegetales causando reducción de los rendimientos y que, al dañar los puntos de crecimiento, generan plantas acéfalas en brásicas como repollo, brócoli y coliflor (sin formación de coronas) o formación de múltiples coronas, lo que genera un producto no comercializable y con las consecuentes pérdidas económicas. El daño también se manifiesta al establecimiento del cultivo (emergencia y trasplante) donde el ataque de Bagrada produce la muerte de las plántulas y/o plantines.