La construcción de un rompeolas proyectado por la Dirección de Obras Portuarias (DOP) en la caleta de Los Botes, en la comuna de Pelluhue, ha abierto un debate que cruza desarrollo productivo, impacto ambiental y patrimonio natural.
La obra busca mejorar las condiciones operativas para los pescadores artesanales del sector, pero podría afectar de forma irreversible una ola reconocida por su calidad para la práctica del surf y el bodyboard, considerada una de las mejores de la zona centro-sur de Chile.
Una caleta que necesita ayuda
La caleta de Los Botes ha estado inhabilitada durante más de una década, lo que ha llevado a los pescadores a trasladarse hacia la playa de Curanipe, ubicada a seis kilómetros del sector original, operando en la playa principal de Curanipe.
Para subsanar esa problemática, el Estado ha planificado la construcción de un espigón o rompeolas —una infraestructura costera destinada a mejorar el trabajo de la pesca artesanal local— cuya ejecución contempla una inversión cercana a los $4.000 millones.
Este proyecto, desarrollado de manera directa desde el Ministerio de Obras Públicas y la Dirección de Obras Portuarias, pretende subsanar la problemática de los pescadores artesanales, por sobre las observaciones de la comunidad del surf y organizaciones medio ambientales que advierten el daño irreversible a un recurso irrecuperable.
“El proyecto contempla la construcción de un espigón (rompeolas) de 60 metros de largo en dicha caleta, para que varen embarcaciones y se genere playa frente a estos muros. Además, se considera el rebaje de roca basal existente, para permitir el varado sin obstáculos y la instalación de argollones en el muro para amarre de embarcaciones”
Una ola que no quiere desaparecer
Es así como el conflicto surge porque el lugar donde se pretende construir el rompeolas coincide con una rompiente natural de alto valor para el deporte, utilizada por surfistas y bodyboarders locales desde hace décadas. La calidad de esta ola ha sido reconocida a nivel nacional e internacional, transformándose en un punto de encuentro para el desarrollo deportivo, económico, turístico y comunitario.
A pesar de su magnitud, el proyecto no pretende ser sometido a un Estudio de Impacto Ambiental (EIA), lo que ha generado cuestionamientos desde sectores preocupados por la sostenibilidad y el resguardo de los ecosistemas marinos.
La zona se encuentra dentro de un territorio declarado como ZOIT (Zona de Interés Turístico), lo que implica un deber de evaluación especial por parte de las autoridades sectoriales, más aún cuando la comuna describe al surf como “principal atractivo turístico de la comuna”.
El diseño actual del espigón (rompeolas), según diversas voces técnicas, podría alterar el oleaje y la dinámica del fondo marino, afectando no solo la ola, sino también la biodiversidad y el uso recreativo del sector, el desarrollo turístico y afectaría de forma directa al desarrollo deportivo de la juventud local.
Frente a este escenario, distintas organizaciones ciudadanas, deportistas, ambientalistas y vecinos de la comuna han comenzado a movilizarse para exigir una evaluación más amplia, transparente y participativa del proyecto.
La inversión millonaria y sin éxito, que ya dañó una ola
La situación de Pelluhue se amplifica al considerar que ya el estado ha invertido más de 1.800 millones de pesos en infraestructura portuaria en la caleta que está inhabilitada para sus funciones, que sigue inactiva y que además, ya afectó la ola de “La Gotera”, rompiente aledaña a la caleta, considerada una ola de clase mundial en el sector y esta nueva obra, cobraría, de nuevo, con el sacrificio de la ola de la caleta de Los Botes, que se destaca por ser una de las mejores de la comuna.
La construcción de este espigón refleja un dilema común en muchas localidades costeras: cómo equilibrar las necesidades productivas de la pesca artesanal con la protección de los espacios naturales que también son fuente de identidad, desarrollo deportivo, cultural y turístico.
El surf como foco de desarrollo urbano
Pichilemu es un ejemplo claro de cómo el surf ha influido en el crecimiento deportivo y económico del pueblo. De ser una localidad dedicada a la agricultura y a actividades como la pesca y la recolección de algas, sus olas y la llegada de surfistas —desde los años 70 y 80 hasta la fecha— han permitido un notable desarrollo.
Esto se ha reflejado en el crecimiento inmobiliario del lugar (especialmente en sectores como Punta de Lobos y Cahuil), y en el crecimiento económico, con la aparición de centros comerciales, restaurantes y hotelería, todos relacionados directa o indirectamente con el surf.
A esto se suma el desarrollo deportivo, con eventos de connotación nacional e internacional, como el campeonato de olas grandes “Lobos Por Siempre”, y su rol como sede de los Juegos Panamericanos Santiago 2023.
Todo esto ha permitido que Pichilemu sea hoy un lugar completamente distinto: un centro importante del turismo y del desarrollo vinculado al surf, tanto a nivel nacional como internacional. Actualmente, es catalogado como una de las capitales del surf y de la conservación, gracias al trabajo de protección de lugares como el Parque Punta de Lobos, reconocido a nivel mundial.
Arica, en el extremo norte de nuestro país, también es un claro ejemplo. Esta ciudad forma parte de la red internacional de ciudades del World Surf Cities Network, que promueve el desarrollo urbano y turístico en torno al surf.
Con una región rica en la cultura de esta disciplina, nutrida desde los años 70, la ciudad de la eterna primavera ha albergado importantes eventos de nivel internacional, en el circuito mundial de surf, en la ola de El Gringo o Flopos, como le llaman los locales, múltiples campeonatos de olas grandes en la poderosa ola de El Buey y cuna de representantes chilenos a nivel internacional como en surf y bodyboard.
Olas y playas que han sufrido con el progreso portuario
Hoy conocemos casos de pueblos costeros en donde la construcción de espigones y muelles, no brindaron ningun tipo de beneficio a sus comunidades:
En Cabo Blanco (Perú) se construyó un muelle en medio de la rompiente de la ola. Finalmente, los pescadores no pueden utilizarlo debido a la intensa espuma que avasalla las embarcaciones.
En La Herradura (Perú), la construcción de una carretera con espigones bordeando la ola destruyó la playa, eliminando la arena, modificando la ola y dañando su ecosistema marino.
Bucalemu (Chile) se construyó un espigón sin éxito, provocando riesgo en la operación de la pesca artesanal y provocando la muerte de dos pescadores artesanales en 2021.
Por Carlos Felipe Soto