Este sábado 15 de mayo se celebró el Día Internacional de la Familia. Pero, ¿cómo la pandemia por COVID-19 ha afectado la dinámica y conformación de las familias chilenas para la actualidad?
Al respecto, consultamos a la académica e investigadora de la Universidad Autónoma de Chile en Talca, Dra. Verónica Gómez, quien destacó dos consecuencias importantes en este escenario: los problemas económicos producto del confinamiento y la imposibilidad de contar con los apoyos que tradicionalmente existían para realizar el trabajo doméstico y de cuidado.
“Con los colegios y salas-cuna cerrados y la necesidad de limitar los contactos con personas de la misma familia que viven fuera del hogar, muchas familias, o lo que en la práctica quiere decir muchas mujeres, han tenido que reorganizar todas sus rutinas para poder atender sus responsabilidades familiares, como el cuidado de niños, niñas y adolescentes, apoyar la educación a distancia e incluso cuidar de adultos que requieren apoyo constante en su vida cotidiana”, analizó la investigadora, quien subraya que la casa, actualmente, se ha convertido en colegio, oficina y jardín infantil, todo en un solo lugar.
A esto agregó que las responsabilidades propias del teletrabajo, en el caso de las mujeres que han tenido esta opción de trabajo, resulta en “una sobrecarga de tareas que tiene un efecto claro en su salud mental y física”.
Los miembros de la familia
A juicio de Gómez, la pandemia ha venido a agudizar una situación que no es nueva: la dificultad de conciliar trabajo y familia.
En la actualidad, cada vez más mujeres esperan trabajar fuera del hogar y tener independencia económica, asimismo, aumenta la proporción de mujeres que son las principales proveedoras económicas de sus hogares.
Según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), antes de la pandemia un 38% de los hogares en Chile
dependían principal o únicamente del ingreso generado por una mujer. Sin embargo, con base en las investigaciones relazadas por la investigadora en esta materia, es posible señalar que aún se asume, culturalmente, que la mujer debe ser responsable del trabajo doméstico y del cuidado de los hijos e hijas.
“Los hombres más jóvenes están dispuestos a asumir más tareas domésticas que generaciones mayores, pero siempre en la lógica de ´ayudar´. Esto es así porque todavía sienten que tienen un rol más bien secundario, de apoyo, y no de asumir una corresponsabilidad real”, comentó Gómez, quien además sostuvo que muchos empleadores asumen que la conciliación trabajo- familia es un problema “privado”, que sólo afecta a las mujeres, por lo tanto, esperan que las personas hagan exactamente lo mismo que hacían antes de la pandemia, pero de modo remoto.
En este sentido, Gómez cuestionó que se ofrezca poca flexibilidad real aún en condiciones de teletrabajo, así como que tampoco se considera el hecho de que hoy no se puede contar con la escuela, las redes familiares y otros mecanismos de apoyo que sí estaban disponibles antes de la pandemia.
El desafío
Bajo el análisis de Gómez, es necesario considerar que la conciliación trabajo-familia y la flexibilización de roles de género al interior de esta, es un asunto de interés social, puesto que no se trata de un aspecto privado que las familias deban resolver por sí mismas.
“Tampoco es un asunto relevante sólo para las mujeres, aunque por cierto las dificultades para conciliar trabajo y familia son un obstáculo importante para lograr una mayor equidad de género. Se trata de una cuestión que nos concierne a todos y todas, y que es decisiva para que hombres y mujeres adultos puedan sentirse más satisfechos y satisfechas con sus vidas familiares y laborales, e incluso para que las personas puedan tener tiempo para sí mismos, para descansar, hacer deporte, llevar una vida más sana”, comentó
La conciliación trabajo-familia, igualmente, es importante para niños, niñas y adolescentes, puesto que de esta manera padres y madres podrían disponer del tiempo que les gustaría para dedicar a sus hijos.
Vale acotar que como parte de los hallazgos de la investigación de la académica, muchas personas jóvenes han manifestado que creen que el modo en que Chile ha enfrentado este problema no les parece adecuado, por tanto, tienen una imagen de la adultez como una etapa muy pesada, sobrecargada de exigencias y tensiones. “Ellos y ellas, pero sobre todo las chicas, no quieren repetir ese modelo, pero no están muy seguros o seguras de cómo explorar alternativas”, reflexionó.