Diez años han pasado desde aquel 24 de abril de 2015, cuando en las dependencias del Instituto San Martín de Curicó, tres exalumnos —Joaquín Manchego, José Muñoz y Carlos Rivera—, junto al entonces presidente del Centro de Exalumnos, Juan Asenjo, dieron vida a un sueño que hoy sigue latiendo con fuerza: el Club Deportivo San Martín.
Nacido con una visión clara y profunda, San Martín no quiso ser solo un club de fútbol. Quiso ser comunidad. Por eso, su nombre no lleva la palabra “Instituto”, no como señal de distancia, sino como reflejo de apertura: un espacio para exalumnos, familiares, amigos y todos quienes quisieran ser parte de esta historia.
A lo largo de esta década, el vínculo con el Instituto San Martín ha sido vital. Gracias al apoyo del rector de turno y al compromiso de figuras como Patricia Mozó, el club ha podido desarrollarse en sus instalaciones, formar jugadores y forjar una identidad que trasciende lo deportivo.
“Cumplir 10 años para nosotros como club es importante, bonito; partimos de la nada con la idea de poder volver a juntarse un grupo de amigos que jugaba cuando niños, jóvenes, pero ver la transformación en diez años, que haya gente que no conocíamos, que no era de nuestro entorno, se han sumado apoderados, gente externa, es muy satisfactorio. Cumplir 10 años es pensar ya en los 20, los 30, es que esto no tiene techo y eso nos llena de orgullo”, comentó Joaquín Manchego.
Diez años de historia, lucha y logros
En 2016, San Martín ingresó oficialmente a la Asociación de Fútbol de Curicó. Solo un año más tarde, llegaron los primeros grandes hitos: el equipo senior 35 clasificó a la Copa de Campeones de la Región del Maule bajo la dirección de Rodolfo Miranda, mientras que la rama de futsal se coronó campeona regional.
2018 fue un año de gloria: la serie Honor, dirigida por Carlos Espinosa y Vicente Caviedes, se consagró campeona del torneo de la Asociación. Una hazaña que aún resuena entre quienes vivieron aquel inolvidable momento.
Resistir también es ganar
Los años siguientes trajeron desafíos, y la pandemia golpeó fuerte. Sin competencias ni recursos, el club estuvo al borde de la desaparición. Pero la convicción fue más fuerte. En 2022, San Martín lideró la creación de la Asociación Curicó Aguas Negras, en un esfuerzo por revitalizar el fútbol local.
Ese mismo año fue testigo de un renacer: la serie Sub 17 debutó con un campeonato histórico, dirigido nuevamente por Vicente Caviedes y con el liderazgo en cancha de dos jóvenes que llevan al club en la sangre: Nicolás Flores Manchego y Matías Muñoz Gajardo, sobrino e hijo de los fundadores.
El título se definió en el mítico Estadio La Granja de Curicó, casa de Curicó Unido, haciendo de ese triunfo una declaración clara: San Martín está de pie, con más fuerza que nunca.
Un club con mirada de futuro
Hoy, la directiva del club está compuesta por Javier Romero (presidente), Horacio Álvarez (vicepresidente), Bruno Tapia (tesorero), Francisco Valenzuela (secretario), y los directores Fernando Escalona y Jorge Muñoz. Junto a ellos, los profesores Eduardo López, Vicente Caviedes y Claudio Medel lideran el proyecto formativo que da vida al club.
San Martín participa actualmente en las series adultas Honor, Primera y Senior 35, además de contar con una Sub 15 en competencia y una rama de básquetbol en pleno desarrollo. Uno de sus grandes sueños: contar con cancha propia. Una meta ambiciosa, pero posible con el apoyo público y privado.
Gratitud a quienes han hecho posible este camino
San Martín es también sus socios, muchos de ellos presentes desde los primeros días, especialmente en la serie senior, verdaderos referentes dentro y fuera de la cancha.
El club agradece especialmente a sus primeros patrocinadores: Madness, La Americana, Transportes Negrete, Maino y Apícola Martínez. Y a quienes hoy continúan apoyando este proyecto: Comaq, Eliotec, Sir Donas, Punto Recovery, Sushi Murai, Señoritas Pub, Fanel Sport, Mr. Sandwich, Panadería San Carlos y Villota.
San Martín es comunidad. Es esfuerzo, perseverancia y pasión. Un club que ha perdido partidos, pero nunca el rumbo; que ha ganado respeto, cariño y pertenencia. Una historia que se sigue escribiendo cada día, con humildad, compromiso y corazón.