El choripán es uno de esos alimentos que, sin importar la ocasión, convoca. Sencillo en su preparación y contundente en sabor, se ha instalado con fuerza en la cultura popular chilena, sobre todo en septiembre, donde es protagonista de parques, fondas y reuniones familiares. Su magia radica en la simpleza: un buen chorizo, pan fresco y la reunión en torno a la parrilla.
Su popularidad, tal como en otros países del cono sur de América, es enorme.
Carritos callejeros, ferias y festivales gastronómicos lo han convertido en una suerte de embajador del sabor local, capaz de competir con clásicos como el completo o la empanada. Lo que antes era un tentempié de asado hoy es también parte de la comida urbana, reinventado con distintos panes, quesos y un abanico de salsas que lo llevan a otra dimensión.
“El choripán es una preparación que cruza generaciones y que será disfrutado, como cada año, por millones de personas. Valoramos su sabor único y la importancia de las salsas, que son las que realmente le dan carácter”, afirmó Catherine Escobar, Gerente comercial de El Carnicero, cadena de carnicerías con más de cien años de tradición familiar.
Pero si hay un punto de consenso, es que la calidad del embutido y la frescura de los acompañamientos marcan la diferencia. Un chorizo bien preparado, cocido lentamente sobre brasas y servido en marraqueta o pan batido apenas tostado, encuentra su mejor aliado en las salsas.
Cabe destacar que las mejores longanizas y chorizos para preparar un rico choripán estas Fiestas Patrias se pueden encontrar en www.elcarnicero.cl y en todos sus locales ubicados en la Región Metropolitana, Valparaíso, O’Higgins y Maule.
Salsas para elevar el choripán
Pebre chileno
El más chileno de todos los acompañamientos. Para prepararlo, pica finamente tres tomates maduros, una cebolla grande, un diente de ajo, un manojo de cilantro fresco y uno o dos ajíes verdes. Mezcla con jugo de limón, aceite, sal y vinagre. Déjalo reposar al menos 30 minutos en el refrigerador para que los sabores se integren. El truco está en el corte minucioso de los ingredientes y en el tiempo de reposo, que intensifica el sabor.
Chimichurri
Un clásico que cruzó la cordillera para instalarse en las parrillas chilenas. Pica una taza de perejil fresco, dos cucharadas de orégano, media taza de cebolla y cuatro dientes de ajo. Agrega ají molido, sal, pimienta, medio vaso de aceite, un chorro de vinagre y jugo de limón. Deja reposar al menos una hora, idealmente en frío. El nivel de picante depende de la cantidad de ají que uses.
Salsa verde
Refrescante y versátil. Para suavizar el sabor de la cebolla, pícala fina y déjala unos minutos en agua caliente con sal. Luego mézclala con un buen manojo de perejil picado, ají verde, un diente de ajo, aceite y jugo de limón o vinagre de vino blanco. Ajusta con sal y pimienta. Si prefieres, puedes licuarla para lograr una textura más cremosa. Lo ideal es dejarla reposar en el refrigerador antes de servir.
Salsa de ajo
De textura cremosa y aroma inconfundible. Retira el germen a 3-4 dientes de ajo y procésalos con 300 gramos de mayonesa casera o comercial. Añade cilantro o perejil fresco, un chorrito de limón, un toque de aceite de oliva, sal y pimienta. Deja reposar al menos una hora en el refrigerador para que el ajo se funda con el resto de los sabores.
Salsa de ají verde
El picante justo para los valientes. Licúa ají verde fresco con cilantro, ajo, jugo de limón, aceite de oliva y sal hasta obtener una mezcla cremosa y vibrante. El resultado es una salsa intensa, de sabor vivo, perfecta para quienes buscan un toque de fuego en cada bocado.