Confieso que con el correr de los días mis dudas respecto de la capacidad de Boric están en descenso, mientras que están en ascenso mis dudas respecto de la capacidad de su coalición para responder al desafío de acompañarlo. Siento que en estas semanas la figura de Boric ha ascendido como la espuma para moros y cristianos que no estén cegados, refugiados en sus trincheras.
Ha sido una secuencia de gestos, actitudes, conductas que están dando origen a un clima de buena onda, de distensión, de menor crispación. No sé qué tanto está disponible la coalición que lo respalda (FA y PC) para asumir un gobierno de aspira a producir grandes transformaciones, como el propio Boric postula, paso a paso, gradualmente, firmemente, con el acuerdo de todos. Esa es la madre del cordero.
Todos le piden reuniones y con todos se reúne. Todos los presidentes electos, antes de asumir, con quienes primero se han reunido es con los grandes empresarios, para tranquilizarlos. Ahora también se reunió con ellos, pero primero se reunió con los los dirigentes de la pequeña y mediana empresa. Todo un signo que algo revela.
Otro punto que llama la atención es el repliegue de Boric en términos de exposición mediática. No quiere ser el florero, no quiere estar en la cresta de la ola, no aspira a ser la vedette de estos nuevos tiempos. Quienes están asumiendo el protagonismo son sus colaboradores inmediatos, entre ellos, Giorgio Jackson y Camila Vallejo, quienes encabezaron la FECH y la FEUC en tiempos de la lucha estudiantil del 2011. No veo que a Boric se le hayan subido los humos a la cabeza, lo que no deja de ser encomiable en una persona que encabezará el gobierno con tan solo 36 años recién cumplidos.
Hay un fuerte recambio generacional que está siendo visto con buenos ojos fruto del cansancio con los viejos tercios apoltronados en sus curules. Sospecho que tendremos un presidente menos personalista, más proclive al trabajo colectivo, donde el foco mediático no esté centrado en su persona, sino que en sus colaboradores, en las regiones. Delegar, delegar pareciera ser su slogan. Habrá que ver si a la hora de los quiubos si resiste la tentación de llevar el pandero, pero tengo la sensación que su liderazgo va a ser del tipo blando, no explícito, lo que sería algo un tanto inédito en Chile.
Todo esto tropezará con una realidad muy fuerte: luego de décadas de éxtasis, de triunfalismo, de consumismo desenfrenado, ahora tendremos que pisar tierra, aterrizar, asumir que no podemos seguir como estábamos. La pandemia, el cambio climático y la realidad obligan a repensarlo todo.
Desde la derecha, con motivo de la explosión social, surgieron voces tales como “no lo vimos venir”, a pesar que no pocos advertían de un malestar que se venía incubando. O como dijo Cecilia Morel, esposa de Piñera, quien solo atinó a afirmar que “parece que vamos a tener que ceder algunos privilegios”. En fin, la derecha aún no sabe cómo posicionarse, pero lo más probable que tengamos dos derechas, una intransigente, que negará la sal y el agua al gobierno de Boric, y otra más abierta a dialogar.
Todo esto vendrá adobado, endulzado o amargado en paralelo con una convención que ya está en marcha y un nuevo parlamento donde el gobierno estará en minoría.
De esto no sé qué saldrá, porque puede salir tanto un mamarracho, un desastre, como algo esplendoroso, nuevo, inédito. Lo más probable es lo primero, pero así y todo hay esperanza de que sea lo segundo. La mayoría creo que no quiere lo primero, sino que lo segundo, y a eso me aferro.
En cualquier otro país, en un contexto como el descrito, creo que el resultado sería lo primero, pero en Chile, no es descartable que se dé lo segundo. No sé porqué, pero visualizo en el pueblo chileno virtudes difíciles de encontrar en otras latitudes, así como también. Las virtudes que identifico se centran en su capacidad de resurrección, de caerse y levantarse que le dan los terremotos, donde de la noche a la mañana todo se les viene abajo para al otro día tener que volver a empezar a reconstruirse, a reinicializarse, a resetearse.
Un espíritu solidario a prueba de balas, hablo de los de abajo, no los de arriba, que explican el éxito de tantas iniciativas solidarias. Una de ellas, que ha intentado replicarse en otras partes sin mayor éxito, ha sido la Teletón. No soy fan de la Teletón, pero al César lo que es del César. Sin Teletón, los miles de niños tratados y rehabilitados ahí estarían abandonados. El Estado chileno ha sido incapaz de asumir ese rol. En fin, para qué seguir.