A pesar de los vaivenes internacionales, Chile continúa siendo un destino confiable para la inversión extranjera. Estabilidad macroeconómica, acceso a mercados estratégicos y un sólido marco legal son algunas de las razones que llevan a los inversionistas a mantener la fe en el país. Sin embargo, sin la asesoría adecuada salir a buscar las oportunidades podría ser como navegar en un barco sin timón.
“Chile es una excelente puerta de entrada hacia América Latina, pero hay que saber abrirla con la llave correcta: una planificación tributaria estratégica, adaptada a cada perfil de inversión”, sostiene Claudia Valdés Muñoz, gerente general de BBSC, firma especializada en tributación internacional.
Desde su apertura comercial hasta su política de libre competencia, convierten a nuestro país en un referente en la región, con acuerdos comerciales vigentes con más de 60 economías, incluyendo China, Estados Unidos y la Unión Europea. A ello se suman su riqueza natural, una infraestructura avanzada y el capital humano calificado que se necesita para sacar adelante una empresa.
“Lo que diferencia a Chile no es solo su estabilidad, sino su coherencia normativa y su predictibilidad jurídica. Eso es muy valorado por quienes vienen de economías más volátiles”, afirma la especialista en tributación, Claudia Valdés.
Pero invertir no es solo instalarse. El peso de la carga impositiva puede agobiar a muchos, por lo que hay que tener una buena guía en el camino a la inversión. El punto de partida es la constitución legal, pero el cumplimiento normativo debe ser constante. Igualmente, la asesoría adecuada puede evitar la doble tributación.
“Un buen asesor tributario debe asegurar que cada decisión esté blindada legalmente y alineada con los objetivos del negocio. Por eso, es importante su capacidad de anticiparse, analizar riesgos y dar tranquilidad a quienes lideran las empresas para que sólo se concentren en crecer”, detalla la gerente general de BBSC.
En Chile, la contribución de personas naturales y jurídicas a las arcas fiscales considera tres aristas distintas: la patrimonial, la de los ingresos y la de los gastos. Esto es, el capital propio, el fruto de las ventas y el consumo en general. “Hoy, un error tributario no solo genera multas, puede afectar la reputación internacional de una empresa. Por eso, el conocimiento local con visión global es clave”, concluye Claudia Valdés Muñoz.