Perdió abrumadora el gobierno de Piñera y la derecha… también los partidos que “matizaron” tanto en el gobierno de la ex presidenta Bachelet como durante y después de la rebelión social del 18 de octubre y en la actual pandemia.
Cierto, por ejemplo, el Partido Socialista (el único que escapa en alguna medida a tal situación) con 15 Constituyentes; 30 alcaldes (a); 4 gobernadores (as), una electa con más del 48% y los otros tres a segunda vuelta; y 274 concejales (as) constituye una base fuerte para la UNIDAD de las fuerzas progresistas que lograron un formidable resultado como el del Frente Amplio y de Partido Comunista.
Pero hay más.
Los independientes de izquierda arrasaron entre los constituyentes. Todo parece indicar que son más radicalizados que los partidos de izquierda antes señalados… y ello puede incidir en la nueva Carta Fundamental.
Esta vez no habrá matices como antaño… pese a que la derecha y la centro derecha convoca a un dialogo del que la mayoría del país desconfía, y que no quiere ya reeditar más esas conversaciones de sordos” que han dañado sino humillado a la mayoría de la gente que trabaja y paga sus deudas en nuestra patria.
La gente no olvida que cada vez que se requería a la derecha y al gobierno por ayuda pecuniaria dada la pandemia imperante, éstos respondían con focalización y sometiéndose a la clasificadora de riesgo… Con ello desafiaba aún a economistas de fustes mundial que argumentan que la focalización aplica cuando se trata de escalas amplias, por ejemplo, cuando Chile tenía 44% de pobreza y no como ahora en que es del 6%, contando además con cuantiosos recursos en que sólo en las últimas semanas Chile ha recaudado sobre 10 mil millones de dólares sólo por concepto de aumento del precio del cobre.
La sobre ideologización del gobierno y de la derecha, salvo excepciones, no pudo ser encubierta con las presiones a periodistas y canales de la televisión chilena y extranjera.
Existe, entonces, desconfianza por ellos… por ese “regateo” del gobierno y de la ultraderecha para con la clase media y micro pymes… y por su sumisión a los grandes grupos económicos. Inclusive, el simpatizante de la derecha y actual presidente de la Asociación de Emprendedores de Chile (ASECh), Juan Pablo Swett Amenábar, afirmó que la coalición de gobierno ya no debe llamarse “Chile Vamos”, sino “Chile vámonos”.
Es que los catastrofistas de siempre –los mismo que se han opuesto a todo cambio del “modelo”- se han vuelto y volverán a equivocar pues en el fondo defienden sus privilegios usando como “cabeza de turco” a los más débiles que precisamente tal modelo aún más vulnera, propalando que ello, cualquier modificación: “dañará a la pymes, la inversión, el trabajo”… Y dirigentes Sweet les responde…
Agregar que en la mayoría de los países que ellos mismos suelen usar de referencia los grandes grupos económicos piden que el estado le aplique más impuestos, desean apoyar y que se auto apoyen también sus compatriotas a través del modelo “Valor Compartido”; en fin, es otra mentalidad de los empresarios multimillonarios donde en Chile sólo una empresa (la de la familia Solari) atinó a algo similar; y donde una sola empresa maulina (empresas Bravo de Curicó) apoyó a su ciudadanía cuando la pandemia más arreciaba.
Pero ambos son, lamentablemente, excepciones en Chile.
Tal desconfianza se incrementa aún más hacia quienes votaron rechazo a una nueva constitución y, después de ser abrumadora derrotados por casi un 80% de la ciudadanía, vergonzantemente se presentan como candidatos y candidatas para redactar la nueva constitución a la que le negaron fuera siquiera una posibilidad.
Tal desconfianza se profundiza cuando el obeso gerente de Gasco exige “se me van de mi playa”, o cuando Juan Sutil anuncia que la culpa de la mala distribución de ingreso la tiene los inmigrantes, o cuando el ex ministro de economía (Fontaine) dice que los trabajadores deben levantarse antes de la 06 mañana para pagar un precio del metro más bajo, o cuando Aristía propala que hay desempleo debido a que los que reciben bonos en la pandemia no quieren trabajar…
Ello y más, ha generado sino indignación, otra disposición de las generaciones mayores, y otro la accionar de las generaciones actuales.
Y esto lo ha realizado con civismo, dentro de la institucionalidad –sin un desmán ni asomo de fraude a diferencia de la Constitución del ´80- brindando una lección de ciudadanía sin parangón en el mundo. Y así será las conclusiones a las que arribe el proyecto final constitucional que se someterá a la ciudadanía para su aprobación o rechazo.
Me anima la certeza que nada hay que temer en este proceso desarrollado institucionalmente de manera impecable… Hemos demostrado ser un país serio y legalista, guste o no el resultado.
Por tanto, para que exista un diálogo sensato y productivo, las grandes empresas chilenas al igual que la derecha y ultraderecha que defiende sus intereses en el Congreso Nacional, deben cambiar o dejar detrás el dogmatismo o fundamentalismo neo liberal y de egoísmo individualista, para lograr un país socialmente cohesionado, con buena gobernanza y bienestar para todos los chilenos y chilenas.
De lo contrario, una vez más, Chile volverá a hablar fuerte y claro…