Si bien la idea de “familia” establecida en la actual Constitución de Chile es amplia, la interpretación histórica que se ha dado de esta, desde instituciones de diversas índoles y prácticas del sistema público, ha sido tradicionalista, lo que desconoce la conformación de otras variantes que, aunque no atienden a los pensamientos de 1980 (data de redacción de la Carta Magna), igualmente representan formas de afecto y de amor que merecen reconocimiento jurídico.
Con motivo de lo que por agenda es el “Mes del Amor y la Amistad”, el candidato independiente por la Lista del Apruebo a Constituyente para el Distrito 17 – Maule Norte, Rodrigo Poblete Reyes, reflexiona sobre la fecha y la concepción de familia. Sostiene que el ordenamiento jurídico, mayoritariamente está fundamentado en ideas tradicionalistas, sin perjuicio de que la Constitución no expresa un concepto específico de esta.
“Hablamos de las relaciones de familia, pasando por el régimen matrimonial y sus vínculos patrimoniales e incluso comprende la forma cómo se regula la adopción en Chile… Todo eso ha estado desarrollado a partir de una visión muy tradicionalista de la familia, con algunas reformas legales muy recientes que han reconocido, pero no en un plano de igualdad, la posibilidad de que otras formas de afecto y de amor se reconozcan jurídicamente. Me refiero al Acuerdo de Unión Civil, que permite que personas del mismo sexo contraigan una unión jurídicamente reconocida, pero con efectos jurídicos distintos a los del matrimonio”, analiza el también abogado, especialista en Derecho Constitucional.
Si la Constitución no está comprometida con un concepto de familia ¿por qué no ha sido posible legislar y avanzar decididamente en el reconocimiento de otras formas de familia, afecto y amor?, pregunta Poblete.
Pareciera que la Constitución no es tan neutra y que existen elementos que internamente condicionan a que los operadores del sistema estén limitados a una idea de familia.
La Convención Constituyente
El nuevo proceso constituyente abre espacio para debatir esta idea.
Al respecto, Poblete se declara comprometido con que exista un reconocimiento Constitucional a la diversidad en general y a la libertad de las personas para desarrollar su vida y sus proyectos, así como trabajar por una Constitución que no esté amarrada con determinado concepto de amor y de relaciones de familia.
“Mientras menos fraseo valórico podamos poner en la Constitución, mejor aún. La Constitución debe tener principios rectores para orientar la acción del Estado y sus instituciones, que deben dotar de contenido al Sistema Público, pero tanto así como imprimir cargas valóricas para futuras generaciones, no parece un camino acertado”, sostiene el candidato.
Para el abogado, la redacción sobre el concepto de familia debe ser lo más amplia posible, a objeto de que la misma se ajuste a los cambios sociales y avance hacia el reconocimiento de nuevas formas de relaciones y afectos. “La idea de petrificar en la Constitución definiciones con los estándares actuales, puede ser un contrasentido que limite a las generaciones futuras… Optaría por fórmulas abiertas, pero con claro mandato de reconocimiento y tolerancia respecto de toda forma de organización de la familia, salvando siempre que sean relaciones libres y bajo las condiciones necesarias de consentimiento”.
Interpretación futura
Ante posibles interpretaciones futuras que puedan limitar el reconocimiento de las familias, Poblete subraya que ello se debiera subsanar en la medida de que una nueva Constitución remueve los obstáculos de la actual para ajustar las políticas y legislaciones a estándares mínimos de reconocimiento y tolerancia.
Advierte que la Constitución no es instrumento para resolver los debates valóricos de la sociedad. “Lo que debiéramos conseguir es que la nueva Constitución asegure un marco de tolerancia y respeto irreductible, que nadie sea discriminado o dejado fuera del sistema por la forma cómo organiza su familia y sus relaciones de pareja. Pero la forma cómo se concreta esa decisión política, tiene que ser adoptada por el legislador a través de las mayorías democráticas”.
La Constitución no será un sustituto cultural y la tolerancia en sociedad deberá ser producto, entre otros elementos, de la educación de esta. No obstante, se aspira que la nueva Carta Magna sea instrumento, y no obstáculo, para el reconocimiento de todas las familias chilenas por igual.