El 28 de junio se concientiza a la población por el Día mundial de la Afasia, un trastorno poco conocido que afecta a un porcentaje relevante de las personas que sufren Ataque Cerebro Vascular (ACV). Esta última enfermedad ha aumentado en 14% en Chile en los últimos tres años.
“La afasia es un trastorno a consecuencia de una lesión a las partes del cerebro responsables del lenguaje y puede causar problemas con cualquiera o todas estas destrezas: la expresión, la comprensión, la lectura y la escritura”, puntualiza Katherine Beltrán, fonoaudióloga y magíster en Neuropsicología de la Universidad Autónoma de Chile.
Según la Guía Clínica GES de Accidente Cerebro Vascular, en personas de 15 años o más, la incidencia de afasia post ACV varía entre 20 y 38% “También puede asociarse a traumatismos encefalocraneanos (TEC) y tumores cerebrales”, dice Katherine Beltrán.
La académica manifiesta que, si bien en el país no existen datos concretos sobre el comportamiento de esta enfermedad, sí puede deducirse que ha ido en aumento su prevalencia ya que los casos de ACV entre 2021 y 2023 -de acuerdo con cifras del Minsal- pasaron de 29.542 a 34.412.
La probabilidad de tener una afasia es la misma para hombres o para mujeres, pero la literatura indica que la prevalencia es mayor en los primeros, que ven afectados severamente su calidad de vida, inclusión social y reinserción laboral.
Aunque cualquier persona puede sufrir un ACV, la profesional señala que una forma de prevenirlos es mantener un estilo de vida saludable, cuidar la alimentación, realizar actividad física y mantener los controles de salud al día.
“Asimismo, una evaluación oportuna -dice la profesora Beltrán- tras un daño cerebral nos permite empezar a trabajar lo antes posible para mejorar, facilitar o compensar el lenguaje, lo que brinda mayor posibilidad de éxito terapéutico frente a la comunicación”.
Para rehabilitar a los pacientes se aplican diversas terapias basadas en la función del lenguaje como tal, a través de diversas estrategias que permitan a la persona nombrar objetos, formar oraciones, mejorar discurso, aumentar la comprensión oral, entre otras habilidades.
“Hay que considerar que en pocas ocasiones la recuperación es total, siendo lo más importante recuperar una comunicación funcional”, recalca Katherine Beltrán.
Si bien estos tratamientos están cubiertos en el sistema público de salud, por ser una secuela del ACV, hay listas de espera importantes para que los pacientes sean atendidos, dada la escasa dotación de fonoaudiólogos.