En su Reunión de Política Monetaria, el Consejo del Banco Central de Chile acordó incrementar la tasa de interés de política monetaria en 75 puntos base, hasta 9%. La decisión fue adoptada por la unanimidad de los Consejeros. Esta es la más alta en 21 años.
El instituto emisor entregó un comunicado oficial donde detalla la decisión:
La inflación mundial y sus perspectivas han seguido subiendo, dando cuenta de aumentos de precios más generalizados y persistentes. Destaca el impacto de la prolongación de la invasión de Rusia a Ucrania en el alza de los precios de las materias primas, especialmente la energía y los alimentos, previéndose que se mantendrán altos por un tiempo prolongado. Los bancos centrales han continuado aumentando sus tasas de referencia y/o han señalizado una trayectoria de retiro más rápida de los estímulos monetarios. Las expectativas de crecimiento mundial se han deteriorado, ante las peores condiciones financieras globales, la evolución del conflicto en Europa y el debilitamiento de la economía china.
Desde la última Reunión, los mercados financieros mundiales han mostrado resultados mixtos, en un escenario que mantiene elevados niveles de volatilidad. Las tasas de interés de largo plazo han moderado su tendencia alcista en las últimas semanas. El dólar se mantiene apreciado a nivel global, aunque ha exhibido una reversión parcial en lo reciente. El precio del petróleo ha seguido subiendo (+10% desde la última Reunión, para el promedio WTI-Brent), mientras que el precio del cobre ha mostrado vaivenes, ubicándose en torno a US$4,3 la libra (-4% desde la última Reunión).
El mercado financiero nacional ha mostrado un desempeño más favorable que sus pares externos. Las tasas de largo plazo han retrocedido respecto de la Reunión pasada, volviendo a niveles similares a los de fines de marzo. El tipo de cambio se ha apreciado. El IPSA ha acumulado ganancias, en un contexto de buenos resultados corporativos y mayores precios de materias primas. El crédito bancario local continúa registrando un débil dinamismo, con bajos flujos mensuales de colocaciones en todas las carteras. Las condiciones de financiamiento siguen restrictivas.
La economía está retrocediendo a una velocidad menor que la esperada, ligado a un consumo que se ha mantenido en niveles elevados. En el primer trimestre, la serie desestacionalizada del PIB no minero cayó 0,2% trimestre a trimestre, descenso menor a lo previsto en el IPoM de marzo. En abril, el componente no minero del Imacec sorprendió al alza. Los datos parciales del segundo trimestre confirman la fortaleza del consumo, mientras que la inversión sigue debilitándose. En el mercado laboral se aprecia una disminución de la demanda por trabajo y una ralentización de la creación de empleo. Las expectativas empresariales y de consumidores siguen deteriorándose.
La inflación total siguió subiendo, alcanzando a 10,5% anual en abril, con una variación del componente subyacente que se ubicó en 8,3% anual. El IPC de abril nuevamente fue mayor a lo previsto en el IPoM de marzo, volviendo a destacar el alza de los precios de los alimentos -volátiles y subyacentes- y de otros componentes volátiles, incluyendo los combustibles. El resto de los componentes subyacentes no mostró mayores diferencias con lo esperado. Las expectativas de inflación provenientes de las encuestas —EEE y EOF— permanecen por sobre 3% a dos años plazo.
Dados los antecedentes contenidos en el IPoM de junio, el Consejo estima que para asegurar la convergencia de la inflación a 3% en el horizonte de dos años, serán necesarios ajustes adicionales de menor magnitud en la TPM. El Consejo se mantendrá atento a la evolución de la inflación y sus determinantes, pues los riesgos siguen siendo elevados, en particular por el nivel que ha alcanzado la inflación y su mayor persistencia. El IPoM que se publicará mañana contiene los detalles del escenario central, las sensibilidades y riesgos en torno a este, y sus implicancias para la evolución futura de la TPM.