Resulta inentendible que un movimiento que no es partido político, no tiene representación parlamentaria y está conducido por un grupo etario en retirada cuya mayoría de sus integrantes fueron indisciplinados militantes de partidos, sean quienes dirijan los destinos de una mesa constitucional que cada vez parece más un traje a la medida de quienes quieren mantener el statu quo.
Solo ingresaron para entorpecer una conversación que ya venía enredada. Cuando la discusión era 50% expertos versus 100% elegidos democráticamente, los Amarillos propusieron 100% expertos elegidos a dedo por el Congreso. Cuando casi hubo acuerdo entre una mayoría de electos y un porcentaje menor de designados, Amarillos trancó todo señalando más designados que electos.
Después se plantea solo 50 electos, pero Amarillos dice simplemente no, agregando que no suscribirán ningún acuerdo sin expertos. Y ahora gracias a la presión de Amarillos, el acuerdo se dilata cada vez más.
¿Por qué Amarillos está sentado en esa mesa? ¿A quiénes representa Amarillos?
En un momento histórico tan crucial para crear una futura Constitución, suponía de los “amarillos” una presión mediática por cumplir la palabra empeñada acerca de una futura constitución, sin embargo, contrariamente, no han escatimado esfuerzos en crear cortapisas para entorpecerlo.
Y lo que es aún peor han dado la espalda a un principio básico de cualquier democracia como lo es la participación ciudadana a través del voto. Parece ser que solo quieren perseverar sus propios intereses de espalda a la población.
¿Hay una real voluntad de cambio amarillenta? Cobran sentido las palabras del periodista Felipe Bianchi quien los definió como un grupo de “viejos y viejas vinagres que, con los años y la comodidad, se convirtieron en todo lo que decían odiar”.
La idea básica de cualquier partido político en formación es el sufragio, el voto de la gente representando las ideas que propone un partido. Pero cuando un movimiento como Amarillos renuncia al voto popular y es capaz de proponer con total desparpajo que la futura constitución sea redactada por personas designadas a dedo por el Congreso sin ninguna participación ciudadana, es cuando queda de manifiesto que no han entendido la esencia de cualquier partido político.
Dado que aún son un partido político en formación, mejor que se dediquen a cualquier otra actividad, pero la política es voto ciudadano, y una sana democracia descansa en la construcción de mayorías a través del sufragio.
Resulta incomprensible que el Congreso rehúya de la participación ciudadana, cuando el poder de los parlamentarios emana de la gente que los vota.
Es lo básico de toda democracia, algo así como el “desde” de cualquier partido político. Si queremos contar con una Constitución que no cojee desde el inicio es necesario respetar la esencia de cualquier democracia construida en el voto ciudadano.
Parece razonable que existan expertos, pero no pueden ser designados por un Congreso que no fue elegido para crear una constitución y que tampoco ha dado muestras de gobernabilidad interna.
Además, nadie se refiere a la elección del plebiscito de entrada donde el 78,99% de los votantes optó por un órgano 100% electo… mientras no exista otra votación que cambie esto, cualquier democracia que se aprecie de tal exige respetar la voluntad ciudadana y lastimosamente a buena parte de nuestros congresistas esto no les importa.
Abran las puertas a los expertos, a las ideas, pero sobre todo a la voluntad ciudadana plasmada en el voto. Para eso es necesario crear un sistema electoral de listas que lo garantice, a fin de que la gente vote por ideas y no por la popularidad de sus candidatos.
Ojalá que este manto amarillo no nuble la voluntad democrática de nuestros congresistas, ya que sería una gran irresponsabilidad comenzar un nuevo proceso constituyente cuestionado en lo más esencial: la participación ciudadana.
José Ignacio Cárdenas Gebauer
Abogado autor de libros como “El Jaguar Ahogándose en el Oasis” y “La Trampa de la Democracia”
Instagram jignaciocardenasg