Ya pasó un mes desde el estreno de la miniserie de Netflix “Adolescencia”, donde distintos expertos de diferentes áreas, principalmente psicología, han desmenuzado el comportamiento de Jamie Miller (protagonista) y otros factores que rodean a los personajes. Sin embargo, más allá del homicidio en el que se centra el inicio de la trama, ese desenlace estuvo acompañado de otros factores que los padres de Miller, de tan solo 13 años, no lograron detectar.
Uno de los debates cruciales en esta miniserie está dirigido a la seguridad de los niños, niñas y adolescentes dentro de las redes sociales. En este trabajo se expone con mucha precisión el uso que muchos menores de edad le dan a estas aplicaciones, donde usan códigos desconocidos por los adultos y, además, logran ser influenciados por comunidades en línea que pueden ser un riesgo.
“Un estudio de Common Sense Media evidenció que al menos 84% de los adolescentes encuestados, entre 13 y 17 años de edad, usan redes sociales a diario. En otro informe de la ONG se detalla que 62% de los padres consideran que sus hijos son adictos a sus dispositivos tecnológicos. Este es un ejemplo simple de la cantidad de menores de edad que están navegando hoy a través de las distintas redes sociales que existen y que se encuentran con un sin fin de información y personas que no siempre son buenas”, comenta Martina López, investigadora del equipo de Laboratorio de ESET Latinoamérica.
La exposición a la misoginia en la vida digital
Uno de los detalles clave y peligroso que expone esta miniserie es cómo el protagonista se introdujo a un mundo misógino, donde la superioridad masculina es el mantra, una ideología que en la vida real está marcando a la generación Z y Alfa, mediante el consumo de contenido que muestra odio y desprecio hacia las mujeres y todo lo relacionado con el sexo femenino.
La oposición al sexo contrario es real. En la actualidad existe algo que se llama “Manosfera” que básicamente es una colección de páginas, blogs y foros digitales que promueven la masculinidad, misógina y la oposición al feminismo. Incluso, son ideales que han conducido a feminicidios.
“El respeto a la privacidad de nuestros hijos y estar atentos a lo que hacen y qué contenidos consumen en sus teléfonos, penden de un hilo muy fino. Aún así, frente a realidades crueles y que impactan con más fuerza a los niños y adolescentes, es de suma importancia entender qué hacen nuestros hijos en Internet, con quienes conversan en redes sociales, qué páginas frecuenta. A través de Internet este tipo de contenido peligroso es más accesible”, destaca la experta de ESET.
Los códigos ocultos en redes sociales
Píldora roja, el símbolo 100 y un frijol. Los emoticones juegan también un papel importante en la miniserie, ya que cada uno se refiere a distintas prácticas que se promueven en línea. Y en la vida real puede estar ocurriendo y, como lo deja bien marcado la trama, los padres no conocen los términos.
“Las señales pueden pasar desapercibidas entre los adultos, por lo que supervisar lo que nuestros hijos hacen toma mucha fuerza, además de emplear un diálogo abierto sobre el contenido que consumen los adolescentes en Internet”, agrega López.
Frente a esta realidad que supera la ficción, la/el experta/o ofrece tres consejos para que los adultos puedan enfrentar los desafíos de la era digital:
Educar para un uso seguro de Internet. La confianza es la clave para que los adolescentes puedan acercarse a sus padres y a través de las conversaciones, los adultos puedan guiarlos para que aprendan buenas prácticas digitales y evitar e identificar los riesgos.
Configurar controles parentales. Hoy existen herramientas que permiten un monitoreo constante de los equipos de los menores de edad. De este modo se podrá restringir y revisar los sitios web que frecuenta o aplicaciones.
Familiarizarse con las distintas plataformas. Esto permitirá tener un amplio conocimiento de cómo se manejan los adolescentes en estas redes sociales y detectar cualquier irregularidad.
En el mundo digital todo es posible. Existe una ventana muy amplia entre las oportunidades, pero también otra donde se observan los grandes riesgos. “Los adultos debemos informarnos para luego educar a nuestros hijos y acompañarlos en una experiencia sana dentro de las redes sociales. Además de cultivar la confianza ante situaciones complejas en línea”, finaliza López.