Caminar rápido aumenta la capacidad cardiorrespiratoria y posiblemente reduce el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, cáncer y otras dolencias, en comparación con los efectos de la marcha normal o lenta, según el profesor de Educación Física, Jaime Vásquez-Gómez.
El doctor en Actividad Física y Deporte presentó ésta y otras recomendaciones en el IX Coloquio de Investigación Cualitativa en Motricidad Humana, realizado por el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coímbra, en Portugal.
“No es necesario ponerse buzo y zapatillas para salir a correr o ir al gimnasio. Caminar rápido durante una actividad habitual, como ir a comprar el pan o trasladarse desde el vehículo hasta la oficina, puede tener beneficios en la salud de manera transversal e incluso efectos acumulativos en nuestra salud cardiorrespiratoria”, sostuvo el también miembro del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del Maule (CIEAM), perteneciente a la UCM.
En su charla “Consumo de Oxígeno y Velocidad de Caminata: Encuesta Poblacional en Chile”, el académico explicó un análisis basado en la última Encuesta Nacional de Salud (ENS), correspondiente a 2016-2017.
“Estudié los casos de 5.200 personas de 15 años hacia arriba, para ver cómo la capacidad cardiorrespiratoria se asocia a las distintas velocidades de caminata que se evalúan en la encuesta; apurada, normal o lenta. Como la encuesta hizo una evaluación subjetiva, yo podría considerar como ‘apurada’ la marcha de seis kilómetros por hora o más”, afirmó el experto en el congreso organizado asimismo por la Sociedad de Investigación Cualitativa en Motricidad Humana y el Centro de Estudios Interdisciplinarios del plantel portugués.
Vásquez-Gómez espera ampliar sus hallazgos sobre la capacidad cardiorrespiratoria (CRF) -definida como la suficiencia o habilidad de los sistemas circulatorio y respiratorio para suministrar oxígeno a los músculos esqueléticos en el transcurso de una actividad física- y publicar un artículo especializado en 2024.
Durante su viaje a Europa, el académico visitó igualmente el Centro de Investigación Cardiovascular de Glasgow, en Escocia, donde conoció métodos empíricos de indagación en salud pública, bajo la tutela de un referente en el área, el Dr. Carlos Celis.