De acuerdo con el último reporte del Ministerio de Salud, quedan unas 150 camas críticas a nivel nacional. En caso de que se agoten, el equipo de salud debe elegir quién ingresa a la UCI o quién es conectado a ventilación mecánica.
No es una decisión fácil e involucra un problema ético, sin embargo, ante la disponibilidad acotada de camas críticas y ventiladores mecánicos, es posible que no todos los pacientes enfermos puedan acceder a estos recursos. El dilema de la última cama es una situación de suma complejidad y ningún profesional consultado está dispuesto a aclarar si ya se está aplicando en el país, aunque el 2 de abril el ministro de Salud Enrique París declaró que “nunca vamos a llegar a ese punto”.
Soledad Gaete, directora de la Especialización en Cuidados Críticos del Adulto de la Universidad Católica del Maule (UCM), explicó que “actualmente existe un colapso sanitario. Lo que teníamos que hacer para evitar eso era aplanar la curva con las distintas medias que emanaron del Ministerio de Salud, pero eso no sucedió, entonces estamos forzando a los equipos de salud a que decidan quién accede a los recursos que son escasos en un contexto de segregación social”, sostuvo.
¿Qué implica eso en la práctica? Básicamente, se elige, entre los pacientes que lo requieren para vivir, quién puede hacer uso de una cama crítica y quién puede ser conectado a ventilación mecánica. Ello depende de una evaluación minuciosa y exhaustiva de la historia clínica previa del paciente por parte del equipo de salud.
“Se debe analizar muy bien el historial clínico del paciente, la proyección de sobrevida, es decir, no causar más sufrimientos que beneficios, porque desde el punto de vista ético este tratamiento sería desproporcionado y maleficiente para el paciente” sostuvo Gaete.
Cómo y a quién se elige
La experta lo ejemplifica de la siguiente manera: “si hay un paciente que tiene enfermedades crónicas en etapas muy avanzadas versus otro paciente previamente sano, el ingreso a la UTI será del paciente que tiene más probabilidades de sobrevida, pero esto en ningún caso debe implicar el abandono del paciente sino más bien intentar la optimización de los recursos, brindando otras alternativas de tratamiento a quien espera el ingreso a unidades críticas”, expresó.
Este tipo de situaciones se viven también en contextos de catástrofe o de guerra y para ello existen lineamientos éticos, para este caso, emanados desde la Comisión Asesora de Ética del Ministerio de Salud y entre los que se encuentran “nunca abandonar al paciente, equidad, no discriminación arbitraria, transparencia, bienestar del equipo de salud, protección y responsabilidad sanitaria”, señala el escrito.
¿Pero qué pasa con el paciente que, luego de la elección, no puede acceder a una cama UCI o a la ventilación? De acuerdo con la académica UCM “no se abandona nunca a un paciente y se le debe dar otra alterativa de tratamiento como, por ejemplo, oxígeno en altas dosis a través de cánulas nasales de alto flujo, prono vigil, dependiendo de su estado de gravedad, mientras se intenta habilitar un cupo en las unidades de alta complejidad”, aclaró.
Si bien, la mayoría de las unidades críticas y ventiladores están siendo ocupadas por personas contagiadas con COVID-19 ¿qué sucede, por ejemplo, con alguien que sufre un accidente de tránsito o una patología cardiaca grave que requiere cirugía? “Todo paciente con patologías críticas que necesite cama UCI en este momento, debe adecuarse a la disponibilidad que hay en el país”, puntualizó Gaete. Es decir, en caso de una última cama, independientemente de su patología o de si se ha cuidado en pandemia, entran a competir por la última cama crítica.
Debido a lo complejo del dilema de la última cama, “esta decisión la toma un equipo de salud en conjunto con el comité de ética asistenciales. No debe recaer la decisión en una sola persona porque es una decisión muy fuerte, somos seres humanos y tenemos sentimientos. Ventilar a un paciente y dejar a otro de lado a otro, afecta profundamente al equipo de salud ya que nos hemos preparado para cuidar y salvar vidas, no para ver morir a la comunidad”, enfatizó la experta.
Disponibilidad de personal especializado
La directora de la Especialización en Cuidados Críticos del Adulto de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UCM, cuestionó el hecho de que siempre se hable de camas o ventiladores disponibles y no se tenga en cuenta el número de profesionales capacitados para brindar atención.
“Las camas y los ventiladores no se manejan por sí solos. Ni antes ni ahora, ni nunca, una cama y un ventilador por sí solos le salvan la vida a alguien. Se necesita personal especializado para atender y brindar una atención de calidad. Estamos en una situación compleja y crítica, donde todo apoyo es fundamental, pero una enfermera especialista en otra área no brindará el mismo cuidado que una enfermera con especialización en UCI adulto, porque son ámbitos muy diferentes, con técnicas específicas y someter a un profesional a un estrés agregado de asistir a un paciente grave y sobre ello manejar técnicas que no conoce aumenta la mortalidad de los pacientes” afirmó.
A ello se agrega el hecho de que el 30 por ciento del personal sanitario está con licencia médica y que el estándar de atención ideal que es de tres o máximo cuatro pacientes críticos por enfermera, está sobrepasado. Por ello Gaete advirtió que “lo principal es que la comunidad se cuide para que nosotros (personal de salud) podamos atenderlos de manera óptima”.