Esta semana la consultora internacional Ipsos dio a conocer su más reciente estudio, titulado “Desigualdades en el mundo: cuáles son vistas como las más graves”. Para dicho análisis se indagó la opinión de 23.004 personas de entre 16 y 74 años en 28 países, siendo Chile uno de ellos.
A nivel global, al ser consultados por los tres tipos de desigualdades más graves que existen en sus respectivos países, la del ingreso y riqueza fue nombrada por el 60% de las personas, seguida por la existente entre las zonas más y menos favorecidas (42%); en resultados educativos en los niños (32%); en salud y esperanza de vida (31%); entre hombres y mujeres (31%); entre grupos étnicos y raciales (29%) y entre generaciones mayores y más jóvenes (24%).
Respecto del análisis por género a nivel mundial, en general las mujeres aparecen más preocupadas por la desigualdad de género que los hombres (36% contra 26%), y levemente más en el tema de la salud y esperanza de vida. En todo el resto de los parámetros no existen diferencias estadísticamente significativas entre las opiniones dentro de ambos sexos.
En Chile, 75% de las personas menciona a las diferencias de ingreso como una de las principales fuentes de desigualdad en el país, posicionándola como la más importante. Chile se instala como el quinto país con más menciones en desigualdad de ingresos, después de Rusia (83%), Corea del Sur (80%), Hungría 77% y al mismo nivel de Turquía (75%).
Por otra parte, Chile figura primero en el ranking de países en las menciones referente a las diferencias existentes en salud y esperanza de vida como fuente de desigualdad, con 64% de personas que considera que este tópico es uno de los más graves. Respecto de esta fuente de desigualdad, el promedio a nivel mundial alcanza a 31% de menciones. En segundo puesto aparece Perú (56%), mientras que el país donde hay mayor percepción de equidad en este ítem es Corea del Sur (10%).
La desigualdad referente a las inequidades por los resultados educativos de los niños es un tema de alta preocupación para Chile, siendo mencionado por el 49% de las personas consultadas en el país y posicionándolo en el segundo lugar del ranking de países, por debajo de Turquía (56%).
“Las tres principales fuentes de desigualdad mencionadas por las personas consultadas en Chile son absolutamente coherentes con las preocupaciones que tiene en el país y las demandas con las que están interpelando a los líderes para discutir el proceso constituyente: ingresos, salud y educación. Los estudios de Ipsos indican que la base de todas estas demandas, está el eliminar las profundas desigualdades en las condiciones de vida las personas en este país y refundar las condiciones de acceso a servicios desde la noción de la dignidad. Lo que implica servicios de calidad tanto el servicio público como en el privado y acceso oportuno”, comenta Alejandra Ojeda, Gerente de Asuntos Públicos de Ipsos Chile.
Analizando por países, respecto al tema de la desigualdad según zonas más y menos favorecidas, el país donde hay más preocupación en este punto es Rusia (64%), seguido por Corea del Sur (63%). En el polo opuesto figura Alemania (22%), mientras que Chile figura con un 45% de menciones, porcentaje muy cercano al promedio mundial (42%).
Sobre la desigualdad de género, los países donde más importancia se le da al tema son México (45%) y Turquía (42%). Chile aparece en el séptimo puesto, con un 40%. Las naciones donde menos preponderancia se le da a esto son Malasia (12%) y Rusia (15%). El promedio global es de un 31%.
Otro aspecto en lo referente a las desigualdades es la que se observa producto de diferencias por raza o etnia. En este aspecto, el país donde los ciudadanos están más preocupados por el tema es Sudáfrica (65%), seguido por Estados Unidos (55%). En Chile sólo el 19% menciona esta fuente de desigualdad en comparación con el promedio global de 21%.
Alejandra Ojeda, Gerente de Asuntos Públicos de Ipsos Chile, indica que: “La crisis social visibilizó las desigualdades que correspondían a los principales dolores de la población. Pero la pandemia profundizó esas brechas con el perjuicio económico que ha impactado principalmente a los hogares de ingresos medios y bajos, así como en el retroceso de la incorporación de la mujer al mercado laboral. Además, nos instaló una dura evidencia en la nueva cotidianeidad sobre la diferencias existentes en calidad de la educación, en conectividad, en acceso a servicios, así como en la posibilidad real de mantenerse en cuarentena y protegerse versus la obligatoriedad de mantener la movilidad para no dañar el ingreso del hogar. A la base de estas diferencias no sólo está el nivel socioeconómico, también el género, la edad y la localización en el territorio”.