Hace unos días se fue, para siempre, en la plenitud de su existencia, con 56 años, un amigo a quien conocí a poco de llegar hace ya más de 25 años, Sabino Rivero, Ingeniero Civil en Informática de la Universidad Técnica Federico Santa María (UTFSM) quien trabajaba entonces en el centro de informática de la Universidad de Talca.
A poco de llegar a Talca, en la segunda mitad del año 1995 tuve el privilegio de conocerlo y acompañarlo en un proyecto inédito que le tocó liderar destinado a crear un sistema para la gestión curricular, “hecho en casa”, desarrollado con recursos propios, apoyado por el personal que trabajaba en el centro.
Dicho sistema ha sorteado todos los desafíos hasta el día de hoy y se mantiene como el núcleo del sistema vigente en la universidad, cambiando esencialmente su interfase con el usuario para adaptarse a los requerimientos de los usuarios con las nuevas tecnologías de información.
Posteriormente el destino quiso que nos reencontráramos. Frente a la intempestiva renuncia de un académico, y siendo yo director de departamento, le solicité apoyo para guiar un par de tesis y terminar de impartir un curso. Su apoyo fue total e inmediato, sin condiciones, ni vacilaciones.
Años después, en el 2010, las vueltas de la vida lo alejaron del centro de tecnología de información, destinándosele a la escuela de ingeniería en informática empresarial creada en el 2005. Desde el primer minuto se puso a disposición de la escuela, entonces liderada por el ingeniero Andrés Ruiz Tagle, a quien le correspondió la fase de creación de la carrera con un sello propio, el de aprender haciendo en estrecho contacto con las empresas de la región.
En el 2011, Ruiz Tagle emprende nuevos derroteros y a la escuela se le solicita un nombre para dirigirla. Sabino estaba recién incorporado a ella. A uno de los académicos se le ocurre proponer su nombre. Pensé que no aceptaría, pero él no dudó en aceptar que su nombre fuera propuesto a la rectoría si generaba consenso entre sus colegas. Esta reacción retrata una de sus características: su disponibilidad, su apertura a enfrentar nuevos desafíos.
Con Sabino se da inicio a una nueva fase en el desarrollo de la escuela, la que denominamos de consolidación. Con el apoyo de todos los académicos de la escuela, y un proceso de acreditación en marcha, consigue que en el año 2012 ella se acreditada por 5 años, todo un logro para una carrera nueva y con un título único en todo el país.
Terminado ese período, logra una nueva acreditación por 6 años, expresión de reconocimiento a un trabajo de participación en el que estuvieron implicados egresados, alumnos, académicos, administrativos, autoridades. En todo este proceso Sabino mostró dotes de liderazgo no clásico, un liderazgo blando. Lo prueba el hecho de que lo quieren moros y cristianos,
alumnos y egresados, colegas. superiores y subordinados. A cada problema le buscaba su solución. A cada alumno un consuelo. Acá muestra otra faceta de su personalidad: veía el vaso medio lleno, no medio vacío.
Sin previo aviso, intempestivamente, covid19, traicioneramente se lo llevó, dejándonos en la estacada a quienes tuvimos el privilegio de su amistad y/o de conocerlo. Hoy despedimos a un hombre bueno, sencillo, modesto, que nos quiso y se hizo querer. Tranquilo, mesurado, tolerante, abierto, sociable, amante de la naturaleza y de la parrilla.
Fueron muchas las ocasiones en que compartimos jornadas de trabajo y convivencia. Este es un adiós que duele doblemente por irse en la plenitud de sus condiciones y dejar un sentimiento de orfandad en su familia y entre los amigos que tuvimos el honor de contar con él.
Con todo, para quienes seguimos en este derrotero, tendremos que superar su ausencia física animados por su ejemplo de profesionalismo, sencillez, calidez y humildad. Mientras lo recordemos seguirá viviendo en nuestros corazones.
Rodolfo Schmal S.