El fallo del Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel) que dejó sin efecto la candidatura de la senadora Ximena Rincón no es un tecnicismo ni una maña política. Es la Constitución hecha valer y, sobre todo, es el Estado de Derecho funcionando.
Durante años hemos escuchado a la senadora levantar la bandera del respeto irrestricto al Estado de Derecho. Pues bien, eso es precisamente lo que ocurrió: un requerimiento tramitado legalmente, un tribunal independiente y una decisión categórica. Aquí no hubo conspiraciones, ni secretarías oscuras, ni maquinaciones. Hubo Constitución. Hubo reglas. Hubo institucionalidad.
El Maule sabe lo que significa sentir que algunos se adueñan de los cargos, como si fueran vitalicios o heredables (ver caso Coloma). Por eso esta sentencia es también un acto de justicia política: recordar que nadie está por encima de las normas, ni siquiera quienes han hecho de la defensa de esas normas un lema constante.
Paradójicamente, la misma senadora que ha defendido categóricamente la vigencia de la actual Constitución, cuando se ve afectada por las reglas que la misma contempla, dispara declaraciones conspirativas y poco serias.
El mensaje del Tricel es claro: los límites a la reelección existen y eso vale para todos, sin excepciones. Lo que hoy se resuelve en tribunales electorales no es una pelea de partidos, sino una afirmación democrática: cumplir la Carta Fundamental no es optativo, es obligatorio. La senadora Rincón ejerció, aunque fuera por un día, más de la mitad de su primer período senatorial, cuando decidió abandonar la representación del Maule para asumir como ministra en el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet, cuando Rincón todavía era una ferviente militante del ala progresista de la Democracia Cristiana.
El Maule necesita miradas frescas, no eternos en el poder. Talca, Linares, Cauquenes y Curicó merecen representantes preocupados de la sequía, de la seguridad y del empleo, no de alargar carreras políticas más allá de lo que permite la ley. Lo que el Tricel hizo fue poner las cosas en su sitio: se respeta la Constitución, se respeta el Estado de Derecho, y punto.
Esto también nos recuerda que, en general, somos libres de tomar las decisiones personales que mejores nos parezcan, pero que, por regla, cada decisión trae aparejada más de una consecuencia. En este caso, la entonces senadora DC, legítimamente quiso formar parte del segundo gobierno de la Presidenta Bachelet y respaldar desde la posición de ministra de Estado la reformadora agenda de la Nueva Mayoría, compartiendo coalición con el Partido Comunista, hoy impensado para la ahora senadora Rincón, militante de un partido de centroderecha.
Finalmente, lo que uno espera de quienes aspiran a dirigir los destinos del país, es que al menos se comprometan con el respeto a sus reglas fundamentales. Especialmente aquellas que limitan y controlan el ejercicio del poder. De eso se trata, en síntesis, vivir en un Estado Constitucional y Democrático de Derecho, que todos, especialmente las autoridades, estamos sujetos a la supremacía de la Constitución y al imperio de la ley.
Rodrigo Poblete Reyes
Abogado – Profesor de Derecho Constitucional
Concejal de Talca