Luego de enviar un mensaje al whatsapp de la organización en la que soy miembro activo, recibí ataques verbales arteros -que me pareció una reproducción de la típica manera de usar las redes de Trump- y audios reconviniéndome por haberlo hecho. Aquellas personas aducían estar en contra del contenido, sin lograr entender el valor de las comunicaciones. La comunicación -del latín communicare significa poner en común, compartir con los demás-.
Qué interesante sería para los denostadores de “mi manifestación comunicadora” saber que de esa expresión se derivan palabras como comunidad o comunión y, que esa participación, en lo común, en la “expansión comunitaria”, es la acción consciente de intercambiar información entre dos o más participantes con el fin de transmitir o recibir información –que pueden ser novedades, noticias, comerciales, otros- Yo diría que lo más básico de la comunicación es la intención de comunicar, la composición del mensaje, la codificación del mensaje, la transmisión de la señal, la recepción de la señal, la decodificación del mensaje y finalmente la interpretación del mensaje por parte de un receptor, que es precisamente lo que ocasionó el problema delimitando el espacio entre libertad y escritura, en lo que pudo ser una reflexión justa que dejó de serlo en el momento que se juzgó el contenido en un acto que se recurrió a la ofensa…
En un sentido general, la comunicación es la unión, el contacto con otros seres, y se puede definir como el proceso mediante el cual se transmite una información de un punto a otro, pero, que, según el receptor y su visión de mundo, el proceso de traspaso puede ser agradable, desagradable, agobiante, fragmentado, mejor, peor y según ese estado se lea como declaración, aviso, indicación, testimonio, hasta como una advertencia. Así sería la trascripción mental.
Su propósito u objetivo se puede denominar como la acción de informar, generar acciones, crear un entendimiento, transferir llaves de “acople” o transmitir cierta idea.
La comunicación escrita, tiene una manera de interacción entre emisor y receptor inmejorable, pues todo lo escrito perdura, se hace perpetuo, queda como testimonio. A través de la historia, este tipo de comunicación se ha desarrollado gracias al impacto de las tecnologías y de la ciencia. La historia se ha hecho evidencia de sucesos, aquella veraz que no obedece a algún compromiso político o visión interesada.
La comunicación escrita requiere el compromiso de interactuar, la habilidad interpersonal de procesar, escuchar, observar, hablar, analizar, gestar y evaluar en tal manera que se posibilite la colaboración y la cooperación. Los malentendidos suelen aparecer por posiciones sectarias, por conferir ilegitimidad, por propender, subjetivamente, a caracterizar la escritura de falsa o sencillamente porque el comunicador es alguien que no tiene o no cuenta con el agrado ni la simpatía del receptor o lector.
Generalmente los códigos ayudan al buen entendimiento, por ser un conjunto de signos que se combinan siguiendo reglas establecidas –semántica- y que permiten su interpretación directa –decodificación-, por el cual el emisor elabora el mensaje. Es requisito sine qua non que el receptor también conozca el código para interpretar el mensaje. De no ser así, sólo será un acopio de malentendidos y sinsabores con una enorme posibilidad que produzca un resquebrajamiento personal.
Lo importante de la comunicación escrita, es que permite la difusión del conocimiento. Con la redacción y publicación de contenidos de todo tipo, el conocimiento ya no está en manos de unos pocos. La comunicación escrita rompió con el monopolio de la información aunque esta sea comprada, deformada, falsificada por los dueños de los medios informativos, cambiando contenidos a lo que se quiere comunicar. Puede ser conocimiento, las cualidades de un producto que se quiere vender, una historia de ficción, un cuento, entre tantos otros.
Como empecé nombrando a Trump y dado que en este artículo trato someramente el inextinguible tema de las comunicaciones, me permitiré compartir un twitter de la activista ambiental sueca Greta Thunberg, que publicó en referencia a la salida del presidente de los estados unidos, Donald Trump, del gobierno devolviéndole, en cierta manera, todas las veces que el ex mandatario la trató como una pequeña a no tomar en cuenta, con palabras odiosas: “se ve como un anciano muy feliz, que espera un futuro brillante y maravilloso ¡qué agradable de ver!”,.
El post va acompañado con la postal de Trump subiendo al helicóptero Marine One y con el puño en alto