El ayuno intermitente ha revolucionado nuestra comprensión sobre cómo optimizar la salud a través de la alimentación. Más que una moda, esta estrategia se ha consolidado en el mundo, respaldada por la ciencia, como una herramienta para mejorar la salud y el bienestar.
Este patrón alimenticio, que alterna períodos de ingesta con otros de abstinencia, desencadena cambios profundos en el organismo. Por ejemplo, al reducirse los niveles de insulina y aumentar la hormona del crecimiento humano (HCH), el cuerpo optimiza la quema de grasa y fomenta la reparación celular. Además, este proceso activa la autofagia, un mecanismo natural de “limpieza” celular que elimina desechos y protege contra enfermedades como el cáncer y trastornos neurodegenerativos.
Diversos estudios sugieren que también contribuye a la reducción de inflamación y estrés oxidativo, elementos clave en el envejecimiento y el desarrollo de enfermedades crónicas. Mejora la sensibilidad a la insulina, apoya la salud cardiovascular y cerebral, y puede prevenir condiciones como la diabetes tipo 2 y el Alzheimer. Incluso se le atribuyen beneficios en la longevidad, como indica el INTA, destacando su capacidad de potenciar una vida saludable. Este enfoque, lejos de ser restrictivo, invita a repensar la relación con la alimentación y a explorar sus múltiples beneficios basados en evidencia científica.
Sin ir más lejos, en el 2016, Pedro Grez plasmó esta filosofía en su libro “Los Mitos Me Tienen Gord@ y Enferm@”, proponiendo un enfoque que combina el ayuno intermitente con la dieta cetogénica (o keto), el bajo consumo de carbohidratos (low carb) y el trabajo en creencias y emociones que pueden limitar los resultados.
Guía básica para las fiestas
Pero ¿por qué hablar de este tema en un periodo en el que solo se busca comer y disfrutar? Sucede que el ayuno intermitente consiste en alternar períodos de ingesta con otros de abstinencia, permitiendo que el cuerpo active procesos de reparación y regeneración celular. Sin embargo, Pedro Grez aclara que “no se trata de pasar las fiestas en ayuno, ya que eso sería poco práctico y nada divertido. Más bien, esta práctica puede servir como una estrategia de preparación previa a las celebraciones o como un detox posterior para recuperarse de los excesos”.
El Ayuno Intermitente Clásico (16/8), consiste en comer durante una ventana de 8 horas y ayunar las 16 restantes. Por ejemplo, si tu última comida es a las 20:00 horas, puedes desayunar al mediodía del día siguiente. Grez subraya que durante el ayuno, se puede consumir: agua con electrolitos, café descafeinado, té, mate, infusiones de hierbas, y suplementos como vitaminas, minerales, fosfolípidos y magnesio. Y advierte que es importante evitar lácteos, grasas como mantequilla o aceite de coco, y endulzantes artificiales, ya que estos rompen el ayuno.
Finalizar el ayuno correctamente es fundamental para maximizar sus beneficios. En ese contexto, Grez recomienda comenzar con alimentos ricos en fibra (vegetales), proteínas (carnes, aves, pescados, mariscos) y grasas saludables (aceite de oliva, aceitunas o palta), comiendo lentamente hasta quedar satisfecho. Para prolongar los efectos positivos del ayuno, se deben evitar inicialmente alimentos que se convierten rápidamente en glucosa, como pan, cereales, arroz, papas, legumbres y frutas.
El autor del Método Grez enfatiza que el ayuno intermitente no solo mejora indicadores metabólicos como el azúcar en sangre, la presión arterial y los triglicéridos, sino que también transforma la relación con la comida. Según sus palabras, “el cuerpo siempre come, ya sea que le entregues energía desde el exterior o que use la que tienes almacenada”.
Con este enfoque, el ayuno intermitente no se limita a ser una herramienta para sobrevivir las fiestas, sino que se posiciona como un pilar en la construcción de una vida más saludable y equilibrada, ayudándote a disfrutar de cada momento con bienestar renovado y sin culpa.