Desde la década pasada, el crecimiento sostenido y prolongado del mercado de las mascotas ha sido el reflejo no sólo de una realidad económica, sino también de un cambio socio-cultural en la materia, en donde la figura de la mascota tradicional pasó a convertirse en un miembro de la familia y ser parte de una “familia multiespecie”.
Animales que antes eran mantenidos solo para cuidado del hogar, hoy son grandes contenedores emocionales (lo vemos en época de pandemia), son animales de asistencia para personas con capacidades diferentes, y una multitud de otras funciones más. Esto, reforzado con cambios legislativos; la publicación de la Ley 21.020 de Tenencia Responsable, dio un marco sobre lo que implica tener una mascota. Deberes y derechos comenzaron, entonces, a caminar de la mano.
Los médicos veterinarios hemos sido testigos privilegiados de este cambio y del trato y dedicación a las mascotas. Sin embargo, aún queda camino por recorrer. Asumir el mantener una mascota no solo implica dar amor, sino también salud y condiciones de bienestar animal asociados. Y para ello, la medicina veterinaria debe estar a la altura.
Nuevos servicios, nuevas áreas de especialización, más desarrollo profesional y equipamiento constante, han hecho que la medicina veterinaria también esté a la par de la medicina humana, para entregar servicios “de calidad” a quien la necesite. Por lo tanto, aquí no hablamos sólo de vocación, sino también de dedicación, formación continua, inversión y profesionalismo.
Pero, a la par de estos avances, también hemos sido protagonistas de hechos que nos preocupan. En tiempos donde la inmediatez es la norma y la desconfianza es su compañera, los hoy tutores de mascotas olvidan a veces la responsabilidad con ese ser que eligieron y que los acompañará por muchos años, animal sintiente y que, a veces, ante enfermedades o accidentes, requiere de inversiones en salud y de la mirada profesional de un médico veterinario experto. Esa acción, no siempre es comprendida, porque el objetivo de dar bienestar al animal, no debe implicar exigencia de caridad o menoscabo a la profesión.
Los médicos veterinarios somos parte importante en la cadena de tenencia responsable porque apuntamos a lo mismo que el tenedor responsable: debemos asegurarnos que cada mascota reciba el trato y cuidado adecuado, porque hemos luchado durante muchos años para lograrlo. Tutores y médicos veterinarios deben conocerse.
Ambos jugamos un rol muy importante y, por ello, apelamos a no vivir y compartir esa mala práctica de las llamadas “funas” con un efecto amplificador, por ejemplo, en RRSS, no medido por sus autores y que, en el anonimato, destruye profesionales, vidas y lo más importante, familias, acciones lamentables que incluso han terminado con médicos veterinarios atentando en contra de su propia vida.
Los médicos veterinarios, al igual que cualquier otro profesional, estudiamos para vivir dignamente de su trabajo honesto. Para ello, muchos deciden emprender y sacrifican años de su vida, con un costo personal importante en pos de lograr levantar centros veterinarios que pueden llegar a ser referentes a nivel latinoamericano. Inversiones millonarias que en muchos casos involucran deudas igualmente enormes que deben ser pagadas como lo hace cualquier persona de este país.
Los médicos veterinarios somos profesionales dignos, con un alto nivel de preparación y dominio de tecnologías que ha tomado años lograr. Por esto, hoy más que nunca creemos que es momento de cambiar la mirada que la comunidad tiene, afianzando la importancia de nuestro rol y la relación que debe existir entre nosotros y los tutores de las mascotas.
Danilo Abarca
Vicepresidente
Colegio Médico Veterinario