La sumisión química es una práctica delictiva que ha cobrado mayor relevancia en las últimas décadas. Consiste en la administración de sustancias químicas a una persona sin su consentimiento ni conocimiento, con el fin de anular su voluntad. Los delitos más comunes asociados a esta práctica son los ataques contra la libertad sexual, y en la mayoría de los casos las víctimas son mujeres jóvenes.
Fernando Torres, toxicólogo y director de la Escuela de Química y Farmacia de la Universidad Andrés Bello, explica que las drogas de sumisión suelen mezclarse con alcohol o bebidas no alcohólicas para que la víctima las ingiera de manera inadvertida. «Estas sustancias provocan efectos como desinhibición, confusión, pérdida de conciencia y amnesia, lo que facilita que las víctimas no recuerden lo sucedido y dificulta la denuncia y la investigación del delito», señala Torres.
Las sustancias más comunes empleadas en estos delitos incluyen:
- GHB (gamma-hidroxibutirato): Posee un fuerte efecto sedante que provoca amnesia temporal y desinhibición.
- Flunitrazepam, Clonazepam y otras benzodiacepinas: Causan somnolencia, desorientación, pérdida de memoria a corto plazo y relajación muscular.
- Ketamina: Usada como anestésico en veterinaria, produce desorientación, somnolencia y, en dosis elevadas, inmovilidad.
- Alcohol etílico: Genera desinhibición, pérdida de coordinación motora, somnolencia y problemas de memoria.
- Burundanga (escopolamina): En dosis altas puede causar delirio, psicosis, amnesia y, en casos extremos, parálisis muscular y la muerte.
- «El efecto de estas drogas varía según la dosis ingerida, las características de la persona y si se mezclan con otras sustancias. Además, no solo tienen efectos inmediatos peligrosos, sino que también complican la recuperación de los recuerdos, lo que dificulta la presentación de denuncias», explica Torres.
Recomendaciones
Ante la sospecha de haber sido víctima de una droga de sumisión, se recomienda:
-Alejarse del lugar donde ocurrió el incidente.
-Buscar ayuda inmediata y no estar solo.
-Denunciar el hecho a las autoridades y solicitar acompañamiento.
-Recibir atención médica para evaluar posibles daños y realizar pruebas toxicológicas.
-Solicitar apoyo psicológico para lidiar con el impacto emocional.
“Es fundamental tomar precauciones, como estar alerta en el entorno, no aceptar bebidas de desconocidos y evitar consumir en exceso en situaciones de riesgo, con el fin de reducir la posibilidad de convertirse en víctima de este tipo de delitos” concluye Torres.