Existe confianza generalizada de que el 2021 será mucho mejor que el 2020.
No es para menos. Cuesta pensar que pueda ser peor. Con todo, con los pies bien en la tierra, y si no queremos pasarnos películas, me conformaría con que el 2021 sea mejor. Mucho mejor, a la luz de los datos disponibles quizás sea mucho pedir. Hay motivos para ser tanto optimistas, como pesimistas.
Hay dos temas que de seguro concentrarán nuestra atención en el año que ya tenemos encima: el de la pandemia sanitaria que está contaminando todo el quehacer en los más diversos campos -político, económico, social, cultural, deportivo, etc.- y el del proceso constituyente desencadenado por el plebiscito de octubre último con el apabullante resultado en favor de una nueva constitución por casi un 80% de quienes votaron por la opción del apruebo.
Covid19 se ha instalado no solo en Chile, sino que a nivel mundial, sembrando incertidumbre e inseguridad a todo nivel. Países cuyas autoridades parecían estar encarando de buena forma la pandemia, al igual que sus respectivas poblaciones, están mostrando fisuras que invitan a moderar expectativas; otros países, bajo liderazgos autoritarios y negacionistas están viendo multiplicar las consecuencias negativas de sus respectivas decisiones en torno a la materia. Desatada la pandemia, la carrera por las vacunas no se hizo esperar, y el fin del 2020 encuentra a varias de ellas en pleno proceso de distribución. Esto supone que han pasado por el “debido proceso” que conlleva el desarrollo de toda vacuna, desde que se inicia la etapa de investigación básica o exploratoria, hasta que su término con la etapa de fabricación y distribución de la vacuna. A esta última etapa habría que agregarle la de vigilancia. Chile ha sido uno de los países que con mayor prontitud ha iniciado el proceso de vacunación. A lo largo del 2021 se podrá hacer un seguimiento en torno a este proceso, que sin perjuicio de su urgencia, encierra interrogantes en torno a algunos de sus efectos secundarios –dolor, fiebre, hinchazón, dolor de cabeza, vómitos, diarrea, etc.), así como de la confianza/desconfianza que despierta en la población.
De hecho, al momento de escribir estas líneas, tan solo un 36% de la población estaría dispuesto a vacunarse en cuanto esté disponible, optando un 42% por hacerlo más adelante, y un 22% restante estaría reacia a vacunarse.
El otro tema que concentrará nuestra atención está ligado a la elección, en el próximo mes de abril, de quienes serán los responsables de elaborar una nueva constitución. Si bien tendrá lugar junto con las de los gobernadores regionales, alcaldes y concejales de todas las comunas del país, de todas estas elecciones, la más relevante sin lugar a dudas, será la de los convencionales. Ello se explica porque el resultado del trabajo que los electos realicen emanará la nueva carta fundamental, la que tendrá un impacto que va mucho más allá del corto plazo, además de moldear el país del futuro.
Por la que es de conocimiento público, al menos hasta ahora, todo indica que quienes en octubre del 2020 votaron por el apruebo, verán candidatos dispersos en varias listas, mientras que quienes votaron por el rechazo, observarán a sus candidatos en una única lista. En este contexto, lo más probable que quienes optaron en octubre del 2020 por la mantención de la Constitución del 80 se vean sobrerrepresentados en la convención constitucional. De ocurrir esto, se podría afirmar que la victoria del apruebo fue una victoria pírrica.
Al respecto no deja de llamar la atención la dispersión al interior de la oposición, reveladora de una singular crisis de todo orden. Crisis que se podría sintetizar en que se tiene claro lo que no se quiere –continuar con el modelo neoliberal dominante-, pero no se tiene similar claridad respecto de lo que se quiere, ni siquiera en torno a un mínimo común denominador. La ausencia de esto último es lo que explica los dimes y diretes de unos a otros enfrascados en disputas que impiden levantar la mirada.
Todo esto sin mencionar lo que ocurrirá a nivel internacional, donde la pandemia y sus consecuencias también concentrarán la atención pública junto con el brexit, el rol de China en el mundo y la llegada de Biden a la presidencia en USA.
Rodolfo Schmal S.