El 2 de mayo se conmemora el Día Mundial contra el Bullying y el Acoso Escolar, un tema de especial relevancia debido a las consecuencias que puede traer al psicodesarrollo e integridad física de niños y adolescentes.
Según la ONG Bullying Sin Fronteras, Chile está entre los 30 países con mayores tasas de violencia escolar con 28,500 casos registrados en el periodo 2022-2023, frente a los 5,934 reportados en 2016, evidenciando un notable incremento en las estadísticas.
El académico e investigador de la Facultad de Educación de la Universidad San Sebastián, Emilio Sagredo, asegura que, en el contexto educativo, en todos los establecimientos educacionales debe existir la exigencia de un reglamento interno y un plan como parte de la política de convivencia escolar el cual debe contener protocolos específicos al respecto. “Sin embargo, no siempre tienen los efectos esperados”.
Sagredo asegura que investigaciones destacan la importancia de tratar el acoso escolar como una prioridad en el sistema escolar, pero también en nuestros hogares. “Cada cierto tiempo vemos en los medios de comunicación cómo algunos niños agreden y acosan a otros simplemente por verlos distintos, o peor aún, al evidenciar alguna debilidad asociada a neurodivergencia o situación de discapacidad”, asegura.
Sin embargo, llama a mirar esta problemática de manera integral y a no culpar a los agresores del acoso. “Es complejo considerar a niños por ejemplo de 7, 8, 9, 11 y más años como victimarios, pues en estricto rigor ambos son víctimas”, indica.
“Por supuesto existe un agredido y un agresor, y se deben tomar las medidas que correspondan; sin embargo, debemos considerar que los agresores no hacen más que repetir modelos de conductas de la sociedad, familia, resguardo de lo que ve, redes sociales y otros. Es necesario que tanto en las comunidades escolares y en nuestras propias familias nos hagamos cargo de los probables modelos de conductas que estamos generando en las nuevas generaciones, considerando el contexto de violencia que existe en una sociedad”, indica.
Por esta razón, el académico asevera que la mejor manera de abordar el acoso escolar es mediante la psicoeducación mediada por protocolos de actuación y prevención desde la figura del agredido y agresor, considerando a toda la comunidad escolar y sus familias. “Cada establecimiento debe socializar y construir en conjunto los protocolos que sean conocidos por todos los integrantes, deben ser claros y rigurosos en su aplicación y recopilación de evidencias”, finaliza.
Intervención integral
Con el propósito de promover un ambiente educacional libre del acoso escolar, las carreras de Derecho, Psicología, Educación Parvularia y Educación Diferencial Advance de la USS se unieron para implementar el programa “Convive, Empatiza y Evoluciona”, iniciativa de Vinculación con el Medio de la misma casa de estudios que consiste en intervenir una comunidad educativa y ofrecerle soluciones de convivencia personalizadas a su realidad.
Este año, tanto académicos como estudiantes universitarios han analizado la realidad del Liceo Bicentenario Victoria Prieto, ubicado en la comuna de Santiago.
Este proyecto tuvo su primera versión el año pasado, para el cual se elaboró un manual “anti-bullying”, enfocado en reconocer las buenas y malas prácticas educativas, alineando distintos instrumentos institucionales: el proyecto educativo, el plan de gestión de la convivencia escolar, el reglamento interno y los protocolos de un establecimiento en particular, entre otros, con el fin de identificar sus necesidades.
Anyvic Aguilera, líder de la iniciativa de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales USS, explica que esta herramienta busca ser una “contribución efectiva y consciente en la comunidad escolar. La idea es impactar positivamente en estas comunidades que en la actualidad tanto lo requieren”. Asimismo, se espera que el manual sea utilizado por diversos establecimientos del país por lo que próximamente se encontrará disponible de manera pública.
Por otra parte, “también se han impulsado talleres de liderazgo con el objetivo de formar agentes positivos en el establecimiento, ser reconocidos entre sus pares como facilitadores de diálogo y prevenir la violencia y malos tratos”, agrega Aguilera.