Las úlceras venosas son lesiones en la piel causadas por la insuficiencia venosa. Esta condición, que es reportada principalmente por las mujeres, según indica la Sociedad Europea de Cirugía Vascular en el 2022, ocurre cuando las venas de las piernas no pueden retornar eficientemente la sangre al corazón, provocando daño en la piel y la formación de úlceras.
De acuerdo al documento de consenso de las úlceras de extremidad inferior del 2018 (CONUEI), 1 de cada 100 personas en el mundo las padece, pero esta cifra asciende a tres cuando se trata de personas mayores a los 65 años. Si bien es una enfermedad considerada crónica, es decir, de larga duración y progresión lenta, “existen diversos tratamientos para abordarlas y generar bienestar al paciente”, explica María Fernanda Morales, especialista clínica de la unidad de Health and Medical de Essity, compañía líder en higiene y salud, y agrega que, “de hecho, con un tratamiento y soluciones adecuadas, las úlceras venosas son capaces de ser curadas en un plazo de 12 semanas”.
La especialista clínica señala que es necesario realizar un plan adecuado para curar las úlceras venosas y que debe ser integral, considerando los pilares del tratamiento:
1) la evaluación y diagnóstico etiológico y vascular;
2) la preparación del lecho de la herida y de la piel;
3) el uso de terapia compresiva para el tratamiento y prevención de recurrencias.
PILARES DEL TRATAMIENTO
Las enfermedades venosas crónicas son muy silenciosas y están asociadas a factores de riesgo como la obesidad, el uso de ropa apretada, el tabaquismo y la edad avanzada. De hecho, se estima que el 80% de la población tiene alguna enfermedad venosa crónica, según la Sociedad Europea de Cirugía Vascular, que puede evolucionar hasta convertirse en una úlcera venosa si no se trata adecuadamente.
La evolución de las heridas no es inminente y presenta una serie de etapas que permiten prevenirlas con mayor eficacia. Morales indica que la primera de ellas es la sensación de pesadez en las piernas. Luego es necesario prestar atención a la aparición de arañitas y várices o hinchazón de las piernas. Esto puede progresar a un cambio de textura en la piel (lipodermatoesclerosis) hasta que finalmente aparece la úlcera.
En primer lugar, se debe realizar evaluación y “pueden colocarse apósitos antimicrobianos que permiten atraer a las bacterias para que se adhieran a su superficie y así favorecer la cicatrización”, detalla la especialista. Además, existen productos para absorber y retener altos niveles de exudado, como también apósitos avanzados que protegen el tejido recién formado. Dentro del tratamiento, existen las vendas y calcetas compresivas, que generan presión sobre la pierna cuando la persona camina, favoreciendo la circulación de la sangre y acelerando el proceso de cicatrización.
“Con un tratamiento adecuado, la mayoría de los pacientes pueden curar sus heridas en un plazo de 12 semanas y retomar su cotidianidad. De hecho, este tratamiento permite entregar productos especializados para cada etapa, potenciando la pronta recuperación. Por eso, en caso de presentar síntomas, es importante que la persona se dirija a consultar con un cirujano vascular o flebólogo para que pueda guiarlo”, subraya.
CONCIENCIA
Morales enfatiza que apenas el 50% de los pacientes reciben terapia compresiva, a pesar de su importancia demostrada por diferentes estudios. Por este motivo, destaca que, en general, “no hay mucho conocimiento sobre esta afección y por este motivo nos encontramos con especialistas que recetan una calceta compresiva, pero no indican correctamente su aplicación de acuerdo con el grado de enfermedad que tiene el paciente”. En este sentido, además, aclara que muchos profesionales no actúan por temor a hacerlo mal.
Por otra parte, la profesional considera necesario desnormalizar la idea de que los pacientes deben vivir con este tipo de heridas por muchos años, debido a una percepción errónea que puede surgir debido a la falta de información adecuada y a la creencia de que las úlceras venosas, al ser crónicas, no pueden ser tratadas.
En su mayoría, quienes tienen úlceras venosas son personas de bajos recursos que no viven cerca de centros urbanos y esto les dificulta darle continuidad al tratamiento. Como consecuencia, la gravedad de su estado puede llegar a tal punto que las heridas producen un fuerte olor similar a la carne podrida y las personas eligen aislarse, incluso de sus propios familiares. Este aislamiento puede tener consecuencias psicológicas graves, como la depresión y la ansiedad, y puede afectar significativamente la calidad de vida de la persona.
“Tener una úlcera venosa representa un dolor que atraviesa todos los hábitos de la vida. Sin embargo, con la atención y el cuidado adecuados, no sólo pueden prevenirse, sino también curarse, y esto es algo que la sociedad necesita comprender”, concluye Morales.