La temporada estival trae consigo una mayor exposición a entornos acuáticos y condiciones climáticas que pueden afectar la salud auditiva. Así lo explica Nicole Vargas, académica de la carrera de Fonoaudiología de UDLA Sede Viña del Mar, quien afirma que “la humedad, la presión del agua y otros factores pueden aumentar el riesgo de infecciones y lesiones en el oído externo y medio que posibilitan la ocurrencia de enfermedades como la otitis externa, conocida también como ´oído de nadador´, infección común en verano”.
También se puede experimentar perforaciones timpánicas debido a cambios bruscos de presión al sumergirse e incluso, en algunos casos, las personas llegan a experimentar otitis media, que trae consigo molestias significativas, como el dolor.
Todas estas condiciones requieren de diagnóstico y supervisión médica; por lo tanto, añade la académica “ante cualquier sospecha es necesario acudir a medicina general para contener rápidamente la situación y, también, asistir a un otorrinolaringólogo que abordará lo que esté sucediendo de la mejor forma posible”.
“El agua de piscina y mar pueden contener bacterias y hongos que pueden causar infecciones en el canal auditivo externo. Además, la exposición al agua salada puede desencadenar irritación y sequedad en el conducto auditivo. Aquellas personas que participan activamente en deportes acuáticos, como natación y buceo, así como quienes tienen condiciones previas del oído, son más propensas a sufrir complicaciones en los oídos en verano. En el caso de los deportistas, es necesario que utilicen protección auditiva especializada, como tapones para oídos fabricados a medida”, detalla la fonoaudióloga, quien comenta que igualmente para cualquier persona es recomendable usar elementos de protección al sumergirse en el agua.
El uso de tapones para los oídos puede ayudar a prevenir la entrada de agua y reducir el riesgo de infecciones. Además, es aconsejable utilizar gorros de natación para mantener los oídos secos.
Otra medida que se puede aplicar para cuidar los oídos es evitar sumergirse en aguas contaminadas, secar los oídos completamente después de nadar y utilizar soluciones de secado especializadas. Para ello, detalla la profesional, una buena acción es “inclinar la cabeza hacia el lado que ingresó agua y utilizar movimientos suaves para drenarla. También es útil secar el oído con una toalla limpia, fijarse que sea una toalla o paño que no tire pelusa, ya que usar, por ejemplo, algodón puede dejar residuos indeseados en el oído y provocar problemas. Evitar el uso de objetos extraños en el oído, como el caso de los cotonitos”, agrega.
Finalmente, ante síntomas como dolor persistente, pérdida de audición, secreción inusual, zumbidos, pitidos u otros signos que escapan de lo común, se debe consultar inmediatamente a un especialista, pues la pronta intervención puede prevenir complicaciones graves.