Señor director:
Me dirijo a usted para expresar una preocupación creciente sobre la cultura de la información en Chile. Es notorio que muchos individuos se consideran depositarios exclusivos de la verdad, asumiendo una posición desde la cual difunden ampliamente perspectivas sobre eventos no presenciados como si fueran hechos incontrovertibles. Esta práctica ha cultivado un terreno fértil para la desinformación, llevando a la adopción de creencias erróneas sin fundamento real.
La ausencia de consecuencias significativas para aquellos que se equivocan al propagar falsedades contrasta alarmantemente con lo que ocurre en otras latitudes, donde la veracidad de la información es un pilar fundamental del discurso público. Esta situación ha permitido que el juicio sin conocimiento, la repetición sin verificación y la autoproclamación de experticia en materias críticas se realicen sin el debido respeto ni prudencia.
Ante este panorama, considero imperativo que se tomen medidas legales para frenar la divulgación de información falsa. Asimismo, es esencial cultivar en la ciudadanía un deseo genuino por comprender la totalidad del contexto, apreciar la información objetiva y rechazar la desinformación junto con los juicios infundados.
La polarización que esto genera no es un estado irreversible. Chile ha demostrado su capacidad de unión frente a las adversidades, y confío en que promover una cultura de información responsable y objetividad es un paso fundamental hacia la reconstrucción de un diálogo constructivo en nuestra sociedad.
María Mercedes Yeomans C.
Académica Investigadora
Facultad de Salud y Ciencias Sociales
Universidad de Las Américas