Históricamente, el trabajo doméstico ha cumplido un papel fundamental en la reproducción de la vida social y familiar. En tanto, el trabajo “doméstico” remunerado, es aún materia de debate debido a la complejidad y heterogeneidad de las tareas y actividades realizadas que exigen competencias técnicas y emocionales, pues las necesidades del ámbito privado de la vida abarcan desde tareas de limpieza y alimentación, hasta responsabilidades de crianza y cuidados físicos y afectivos.
El próximo 10 de octubre, en el marco de una serie de actividades enmarcadas en la celebración del Trabajo Decente, el Instituto de Seguridad Laboral (ISL) realizará un seminario cuyo foco serán los riesgos psicosociales y la importancia del cuidado de la salud mental entre las y los trabajadores, como quienes se desempeñan en casa particular, que en Chile suman 215.092 (adheridas a ISL son 156.510), según cifras de la Superintendencia de Seguridad Social (Suseso).
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) denominó, en 2016, al trabajo doméstico remunerado como “Trabajo de Casa Particular” y lo describió como aquel realizado en un domicilio particular (el hogar), en el marco de una relación de trabajo por la que la persona empleada recibe una remuneración. Se trata de una labor principal para un país que conlleva riesgos de salud reconocidos a nivel mundial.
La división sexual del trabajo sigue marcando una presencia laboral diferenciada por sexo y, pese a la masiva incorporación de las mujeres al trabajo asalariado, estas siguen, mayoritariamente, en las ocupaciones de servicios y cuidados, en un papel secundario, con una condición inestable, informal y meramente complementaria con respecto a la fuerza laboral masculina.
La experta sicosocial del ISL, María Soledad Elizalde, destacó que “producto de estas condiciones socioculturales, el trabajo de casa particular se presenta como una labor desvalorizada”.
Con la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral, la dedicación total o parcial de la mujer a actividades remuneradas fuera del hogar supuso una redistribución de las tareas domésticas, lo cual facultó que apareciera definitivamente como una posibilidad de empleo al que muchas mujeres accedieron, sobre todo en quienes pertenecían a franjas sociales populares.
También se instaló su gran importancia económica, ya que, en forma directa, este tipo de trabajo asegura el funcionamiento de prácticamente todas las otras áreas de la economía y la sociedad.
Riesgos para la Salud
Los trabajos feminizados, como el de casa particular, se caracterizan por presentar riesgos ergonómicos y psicosociales. Estas trabajadoras reportan padecimientos relacionados con la exigencia física y también aparecen cuadros clínicos de baja autoestima y depresión. El vínculo entre condiciones de trabajo y salud en este caso sigue expresándose en indicadores de salud negativos.
En un estudio realizado por el Instituto de Seguridad Laboral y la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile en el 2017, se reportó que un 48% de las encuestadas declararon tener dolores musculares siempre o muchas veces.
Entre otros síntomas aparecieron: recurrentes dolores de cabeza, problemas para dormir y angustia, que se vinculan al estrés laboral. El mismo estudio observó que muy pocas trabajadoras (menos de un tercio) se trataba efectivamente.
Si bien se trata de trabajadoras altamente exigidas, son también mujeres que cuentan con un espacio de trabajo y una relación con sus empleadores que muchas veces implica una retribución emocional, principalmente por la relación que se establece con las familias que las emplean.
No obstante, precisamente, esta condición es la que abre la puerta a otro tipo de abusos laborales, como la sobre-exigencia en la jornada.
Elizalde sostuvo que: “La realidad del trabajo de casa particular se sigue mostrando como portadora de una serie de asimetrías estructurales, que se ve profundizada debido a la persistencia de formas de relaciones laborales propias de un esquema tradicional.
Por tal motivo, la mayor vulnerabilidad en que se encuentran las trabajadoras constituye el eslabón más débil de un complejo entramado que organiza las tareas reproductivas de la sociedad, impactando la salud física y mental de ellas”.
Trabajo Decente
El ISL considera una meta anual asociada a la capacitación de estas trabajadoras. En estas actividades se les informa respecto a sus derechos laborales, los riesgos ocupacionales a los que pudieran estar expuestas y las herramientas para la prevención de las enfermedades mayormente reportadas.
El objetivo de estas actividades es avanzar hacia relaciones laborales con el pleno ejercicio de derechos, que se ha definido como Trabajo Decente.
El Trabajo Decente es un concepto desarrollado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para establecer las características que debe reunir una relación laboral acorde con los estándares internacionales, de manera que el trabajo se realice en condiciones de libertad, igualdad, seguridad y dignidad humana.
Por lo anterior, implica que todas las personas tengan oportunidades para realizar una actividad productiva que aporte un ingreso justo, seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias; que ofrezca mejores perspectivas de desarrollo personal y favorezca la integración social.
En este sentido, una de las principales medidas para proteger la salud de estas trabajadoras es dar a conocer herramientas para la prevención de las enfermedades mayormente reportadas como producto de la actividad que realizan.
Por lo mismo, es fundamental trabajar una veta de acompañamiento psicológico, que ponga especial atención en aspectos como la maternidad, los límites afectivos en el trabajo y el tratamiento de problemas de salud mental, en general. De forma complementaria, es clave una política que, tanto desde el rol del Estado como desde el papel que juegan las organizaciones sindicales, apunte a la formación de redes entre pares u otros espacios de socialización, que permitan un espacio de contención para las trabajadoras, así como también una instancia para la difusión de información relevante, destacó Elizalde.
De forma directa, el trabajo de casa particular asegura el funcionamiento de prácticamente todas las otras áreas de la economía y la sociedad, razón por la cual es imperativo que todas las recomendaciones tengan como hilo conductor una agenda mayor del Estado, construida sobre la base de la producción de relaciones laborales modernas basadas en el pleno ejercicio de derechos, sin excepciones de ningún tipo en cuanto a categorías ocupacionales o formas específicas de trabajo, en síntesis, que garantice el trabajo decente.