Tener árboles cítricos, que den jugosos limones y coloridas naranjas en el jardín o en una pequeña parcela, es el sueño de muchos. Sin embargo, el beneficio conlleva una gran responsabilidad. Los frutales, incluso en espacios reducidos o urbanos, no están exentos de amenazas y dificultades como las plagas. Lo bueno es que hay estrategias para controlarlas.
La simbiosis positiva es una interacción entre dos especies que se benefician entre sí. Conocida también como mutualismo, se da entre el pulgón, la mosquita blanca, la hormiga y la fumagina en los cultivos de cítricos. “Es un fenómeno común que puede causar estragos en las plantaciones, pudiendo afectar la salud de los árboles y reducir la calidad de los frutos”, explica Cecilia Ramos, académica de la Escuela de Agronomía de Universidad de Las Américas.
La experta añade que “el pulgón y la mosquita blanca son plagas chupadoras que se alimentan de la savia de los árboles, debilitándolos. También secretan, producto de su alimentación, una sustancia azucarada conocida como melaza, la cual atrae a las hormigas. Las hormigas, a cambio de esta fuente de alimento, protegen a los pulgones y las mosquitas blancas de sus depredadores naturales”.
Más allá de lo maravillosa que puede ser esta interacción de la naturaleza, la presencia de estos insectos y la melaza que producen crea las condiciones ideales para el desarrollo de la fumagina, un hongo negro que recubre las hojas y los frutos, afectando su capacidad para realizar la fotosíntesis. ¿Qué podemos hacer frente a estas adversidades? Para la especialista hay tres acciones fundamentales.
Una primera medida es monitorear regularmente los árboles, inspeccionando en busca de signos de infestación de pulgones, mosquitas blancas y hormigas. La detección temprana es clave para evitar que la situación se salga de control.
En segundo lugar, es fundamental realizar un mantenimiento adecuado, procurando conservar los árboles sanos y vigorosos mediante un riego adecuado, una nutrición equilibrada y una poda apropiada. Los árboles saludables son menos propensos a sufrir daños significativos por plagas y enfermedades”.
Una tercera acción, pero no menos importante, es el control biológico. Este consiste en fomentar la presencia de enemigos naturales de los pulgones y las mosquitas blancas, como las populares chinitas, pero también de otros insectos como las micro avispas, capaces de parasitar huevos o insectos adultos y acabar con ellos. Estos “animalitos beneficiosos” se alimentan de las plagas y pueden ayudar a mantener su población bajo control.
“En definitiva, el mutualismo causa daños significativos en los árboles, sin embargo, este puede ser controlado a través de diversos métodos”, agrega Ramos. “Con este propósito, el monitoreo regular, el control biológico, el uso controlado de productos químicos y las prácticas de limpieza, son herramientas clave para mantener la salud de los árboles y garantizar frutos de calidad”, enfatiza.